Ciertamente muchos españoles cambiaron sus nombres hispanorromanos por nombres árabes, sus vestimentas hispanorromanas por vestimentas árabes, pero su mente, su pensamiento, no pudo cambiar al compás de las vestimentas y de los nombres.
Bien al contrario, los españoles de Al-Andalus, por las puras necesidades del invasor, debieron ocupar los lugares preponderantes en la cultura, ya latina, ya árabe; poetas, filósofos, escritores... españoles, con nombres árabes por necesidades de pura subsistencia y españoles de pensamiento, palabra y obra.
Pruebas dieron con las horribles matanzas de mártires cristianos habidas en Córdoba; pruebas que demostraron que el sentimiento nacional en los naturales de Al-Andalus no era menor que el de los compatriotas del norte; sentimiento que llevó al martirio no solo a quienes no habían renegado del cristianismo, sino aun a personas que habiendo abrazado el islam, a la hora de la verdad prefirieron renunciar a Mahoma y morir abrazando la cruz.
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