Cesáreo Jarabo Jordán
La existencia de esclavos es inmemorial, siendo que encontró momentos cumbre a partir de siglo VIII con la asonada islámica. Luego llegó la saca de esclavos africanos para nutrir las explotaciones agrícolas americanas, donde Francia, Holanda, y muy especialmente Inglaterra se pusieron al nivel de los musulmanes en cuanto a número de esclavos y en cuanto a trato de los mismos, y hoy el mundo está sometido a otras formas de esclavitud que varían según la sociedad; no son iguales los métodos aplicados en nuestra sociedad que los aplicados en las sociedades en desarrollo; y son diferentes en las sociedades subdesarrolladas. Pero esclavos, como tales, siguen conformando la base del mundo laboral.
Y para alcanzar los nuevos métodos de esclavitud fue necesario organizar un movimiento abolicionista que tomó forma en Londres en 1787, y el mismo año quedaba prohibida la esclavitud en el territorio al norte y oeste del río Ohio, siendo que para 1820 eran ya doce los estados que la habían prohibido.
En 1789, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa señala en su artículo 17:
Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de ella, salvo cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija de modo evidente, y a condición de una justa y previa indemnización.
Grave problema que los ilustrados se creaban a sí mismos, porque los esclavos eran propiedad privada de sus amos, por lo que acabarían creando sistemas políticos democráticos que se basaban en la libertad y la igualdad que estaba regulada en la misma declaración... pero que sólo sería aplicable en la metrópoli, siendo que las colonias deberían remitirse a unas leyes especiales que debían redactarse más adelante, y que nunca vieron la luz.
Con la declaración de Bruselas de 1890 se alcanzó la total supresión de la esclavitud y del tráfico de esclavos... conforme a los usos y costumbres utilizados hasta el momento. Pero, por ejemplo Mozambique, estuvo suministrando esclavos al uso tradicional hasta 1902.
El 25 de septiembre de 1926 fue firmada en Ginebra la convención sobre la represión de la esclavitud, suscrita por Albania, Alemania, Austria, Bélgica, el imperio británico, Bulgaria, China, Colombia, Cuba, Dinamarca, España, Estonia, Etiopía, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Letonia, Liberia, Lituania, Noruega, Países Bajos, Persia, Polonia, Portugal, Rumanía, Reino de los Servicios, Croatas y Eslovenios, Suecia, Checoslovaquia y Uruguay, ratificando convenios anteriores en los que queda plasmada la intención de suprimir la esclavitud. En su artículo segundo reza:
La trata de esclavos comprende todo acto de captura, de adquisición o de cesión de un individuo, con miras de reducirlo a la esclavitud; cualquier acto de adquisición de un esclavo, tendiente a su venta o cambio; cualquier acto de cesión por venta o cambio de un esclavo adquirido con miras a su venta o cambio, y en general, cualquier acto de comercio o de transporte de esclavos.
Pero se hace necesario redefinir la condición del esclavo para interpretar si la abolición de la esclavitud es cierta o se trata tan sólo de una falacia; un engaño más que redunda sólo en un fortalecimiento del sistema esclavista. Así, esclavo es todo aquel que es propiedad de otro, que hace lo que otro le manda para servirse en beneficio propio de la actuación del esclavo.
Y las condiciones de vida del nuevo esclavo pueden ser peores que las condiciones de vida del esclavo como tradicionalmente había sido entendido, siendo que si el antiguo sistema la rebelión del esclavo estaba dirigida contra el amo físico que, con nombre y apellidos lo había comprado, la rebelión del esclavo, hoy, es contra todo el sistema, que vuelca sus esfuerzos en hacer creer al esclavo que su situación es de libertad, que es él mismo quien controla y dirige el sistema; que es él, con su voto, quién puede hacer cambiar el sistema... y no se le permite acción distinta del voto, cuya utilidad está mediatizada desde antes de ser concedido, por los mecanismos que el propio sistema ha creado.
Es la deriva natural de una actuación que en el siglo XIX se basaba en un novedoso principio, el desarrollismo económico, que curiosamente estaba en manos de los esclavistas tradicionales y que no dudaban en marcar unos principios sociológicos que presentaban a los pueblos que no habían entrado en el mismo como pueblos subdesarrollados que debían plegarse al sacrosanto principio del libre mercado, cuya proyección no tendría fin. El libre comercio era el nuevo dios en el que todos debían creer, y las naciones motoras del mismo, los enviados que aportarían todos los bienes. Y a ello dedicaron toda una escuela filosófica, el capital acumulado en el tráfico de esclavos, un ejército de cipayos que controlaba todo tipo de actividad en cada una de las naciones libres, y si era menester, un ejército tradicional y poderoso contra el que nada podían hacer los ejércitos de farándula que los amos permitían tener a los pueblos sometidos, y que sólo servían para controlar a la población.
Y la actuación en ese sentido ya había empezado antes de decretar la supresión del sistema esclavista tradicional. Una actuación que tiene un nombre: colonialismo. Y junto al colonialismo, como motor principal, el mercado libre... o más exactamente el control del mercado por parte de quienes justo en esos momentos habían abandonado el control de la trata.
En esa dirección se descubren diversas actuaciones. La primera fue el desarrollo del plan de 1711 para la humillación de España, que se llevó a efecto en las guerras separatistas americanas y que hicieron estallar en pequeños pedazos fácilmente controlables el poderoso imperio que en su momento supo anular las acciones que para la consecución de lo ahora conseguido llevaban efectuando desde el siglo XVI a través de las armadas de piratas.
Y el primer paso para la dominación de África fue la toma de Sierra Leona y la creación de un estado títere con los esclavos que echaban de Inglaterra, y podemos calificar como segundo paso en el objetivo de controlar el mundo, la adquisición, en 1875, de las acciones egipcias del Canal de Suez, hecho que se llevó a cabo por la acción combinada del primer ministro británico, Benjamin Disraeli con la banca Rothschild, lo que dio lugar a un crecimiento desmesurado de la deuda egipcia, que sólo pudo verse saldada con la venta de esos derechos privilegiados.
Sería el punto de partida que ocho años después, en 1882, posibilitó la colonización británica de todo Egipto, lo que le abría la puerta principal para la dominación de África.
En 1926, fue firmado el Convenio para Suprimir el Comercio de Esclavos y la Esclavitud que ampliaba el Convenio de Saint Germain de 1919.
Y todo ello en un contexto mundial de aplicación de las nuevas formas esclavistas que no obstante muestran grandes semejanzas con el sistema aplicado en las plantaciones azucareras que Inglaterra y Holanda prodigaron por el Caribe. Una persona pasa a ser propiedad de otra y sus hijos heredan la misma condición. Pueden cambiar de capataz, pero no de dueño... Tienen libertad para dar su apoyo a uno de los partidos políticos que gentilmente ha puesto a su disposición el amo.
Y para ratificar esa situación, para dar satisfacción y tranquilidad a los esclavos reales que hoy caminan por las calles incluso conduciendo vehículos de lujo, en 1948 redactan leyes asegurando que
Ningún individuo estará sujeto a la esclavitud o servidumbre; la esclavitud y el comercio de esclavos estarán prohibidos en todas sus formas. (Artículo 4 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1948)
Pero esa ley, que no llega sino a una máxima, es de imposible aplicación tanto en el conocido como tercer mundo como en el primero. Diversas circunstancias hacen que la esclavitud siga vigente en el mundo entero, con características propias que diferencian la esclavitud del primer mundo con la del tercero, siendo que en éste es más evidente la pervivencia de alguno de los antiguos métodos.
Y esa pervivencia es la que hace que se sigan proclamando leyes que declaran, de forma eufemística, la supresión del asunto. Así, al amparo de esa declaración de 1948, en 1950, cuarenta estados firmaron el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, que señala nadie será detenido en la esclavitud o servidumbre.
En 1956 se firmó el Convenio Suplementario sobre la Abolición de la Esclavitud, el Comercio de Esclavos y las Instituciones y Prácticas Análogas a la Esclavitud, y en 1998, el Estatuto de Roma volvió sobre el asunto, señalando la esclavitud, en la que se incluye la esclavitud sexual, como crimen de lesa humanidad. En su artículo 7 se declara:
La ‘esclavización’ significa el ejercicio de cualquier o de todos los poderes asociados al derecho de propiedad sobre una persona, el cual contempla el ejercicio de éstos durante el tráfico de individuos, especialmente mujeres y niños.
En resumen... llevamos dos siglos largos suprimiendo la esclavitud al tiempo que nuevas formas perpetúan la existencia de la misma.
Y la pregunta que surge es evidente: ¿es cierto acaso que la sociedad democrática, cuya base ideológica sostiene que la mentira no es un vicio sino una virtud, quiere de veras la supresión de la esclavitud?
Tengamos en cuenta que una de las mentes más recurridas del sistema, Carlos Darwin, en su obra El Origen de las Especies, se explaya hablando de forma prolífica sobre las hormigas esclavas.
Puede no ser una deducción lógica, pero para mi imaginación es muchísimo más satisfactorio considerar instintos, tales como el del cuclillo joven, que expulsa a sus hermanos adoptivos; el de las hormigas esclavistas; el de las larvas de icneumónidos, que se alimentan del cuerpo vivo de las orugas, no como instintos especialmente creados o fundados, sino como pequeñas consecuencias de una ley general que conduce al progreso de todos los seres orgánicos; o sea, que multiplica, transforma y deja vivir a los más fuertes y deja morir a los más débiles. (Darwin: 250-251)
Y la expresión humana de este recurso zoológico la encontramos a diario en el mundo laboral que nos rodea, principalmente en las grandes empresas multinacionales, en los bancos, donde sus trabajadores son sometidos a una voluntaria esclavitud de horarios y de objetivos; un sistema, al fin, de servilismo y explotación, donde las cadenas y los látigos han sido sustituidos por una presión constante e inhumana en una cadena de capataces cuyo cuerpo se va nutriendo de los trabajadores más desnaturalizados, esclavos que son, no sólo física, sino también espiritualmente.
Y esa esclavitud que vemos a diario en nuestro derredor, tiene otra vertiente internacional y supranacional que es controlada directamente por estamentos creados por los mismos esclavistas para control de las naciones libres, que, como el Fondo Monetario Internacional, acogotan a esas naciones a las que han conducido a un endeudamiento sin fin que acaba comprometiendo el producto interior bruto de cada una de ellas y las somete a un colonialismo feroz, a un movimiento masivo de población que vaga por el mundo expandiendo miseria y facilitando a los nuevos esclavistas la ampliación y profundización de su mercado.
Y como consecuencia, el tráfico ilegal de personas, el trabajo forzado a sueldos de miseria; la inexistencia de horarios para otros, que como los nuevos empleados de la banca se ven forzados a renunciar a la familia y a atender ellos mismos las aportaciones a la seguridad social; la venta callejera; la prostitución; la mendicidad; el robo; la inseguridad ciudadana...
En esta situación, es evidente que los pueblos que conforme el “conocimiento” general padecieron en mayor grado el estigma de la esclavización, los pueblos africanos, tampoco son conocedores de la realidad que supuso el tráfico entre los siglos XVI y XIX, como tampoco lo son de lo acaecido antes y después, ni los gobiernos títere que los gobiernan, como los que nos gobiernan a nosotros, están interesados que sus pueblos sepan la realidad de la esclavitud.
Si, chirría cuando se denuncia que justamente hoy es cuando más extendida la esclavitud en todos los ámbitos; hay quién se lleva las manos a la cabeza y niega esa realidad basándose en que no se produce el maltrato que, por otra parte no era generalizado, ni mucho menos, en los siglos precedentes. Pero da la coincidencia que quienes controlan hoy todo el sistema esclavista son quienes durante los siglos XVI a XIX controlaban el tráfico de esclavos y aplicaban el maltrato que la generalidad entiende como anexo a la esclavitud.
Por otra parte, los métodos de esclavitud aplicados hasta el siglo XIX no son iguales a los aplicados hoy en el mundo occidental, pero tampoco son exactamente iguales los aplicados en sociedades subdesarrolladas. No obstante, siguen existiendo esclavos, aunque la gran mayoría de ellos no sean conscientes de su situación.
Desde la Revolución Industrial, el esclavismo ha ido adoptando diversas formas, siendo preponderante hoy la sumisión económica. Hay quién vende su libertad para adquirir un electrodoméstico o una vivienda... y se compromete a pagar el doble del valor inicial, esclavizándose por un tiempo determinado ¿Qué otra cosa es un contrato de préstamo?
Pero no se accede a la esclavitud sólo por la adquisición de un bien. Se accede, como queda señalado, por la aceptación de un contrato de trabajo en el que una de las partes contratantes debe estar a disposición de la otra absolutamente en cualquier momento o situación. Y los actuales contratos de los bancos, por ejemplo, lo son en ese sentido. Pero no es el único sector que practica el esclavismo activo.
También hay quién vende su libertad por el culto a la imagen, por la anorexia... y lo curioso es que esa esclavitud, merced al poder esclavista, que controla los medios de manipulación social, es que los esclavos se creen hoy en el máximo punto de libertad.
Los esclavos están viviendo hoy una esclavitud que les lleva a realizar las mayores atrocidades, los mayores y más inhumanos crímenes contra ellos mismos y contra la sociedad. Los esclavos reclaman como derecho propio barbaridades como el aborto o la eutanasia... y perversidades de todo tipo y color contrarias a las leyes de la Naturaleza, y por tanto contrarias a las leyes de Dios, que por cierto es apartado de toda situación en beneficio directo del nuevo dios: el esclavismo disfrazado de libertad.
Y el esclavista facilita nuevas vías de liberación personal que en realidad son un fortalecimiento de la cadena invisible que nos tiene sometidos a todos: el entretenimiento.
Y para facilitarnos un mayor entretenimiento dispone de nuevas cadenas... televisivas en las que se nos enseña aquello que debemos desear y aquello que debemos conocer, y nos enseñan a interpretar qué es la libertad, siempre conforme a sus principios; a los principios de los que afirman lo ya señalado antes: que la mentira no es un vicio sino una virtud.
Con razón, el rapero usense Kanye West califica de elección la esclavitud. (West 2018).
Una elección que nos lleva a utilizar alegremente, por ejemplo, el teléfono móvil, cuyo funcionamiento no sería viable sin la utilización de un mineral: el coltán.
¿Y qué es el coltán?
Un mineral raro con unas características que le permiten cumplir las necesidades para las que es requerido por las nuevas tecnologías; una aleación sólida, natural y completa de columbita y tantalia; algo que a los legos en la materia nos puede dejar igual, pero que no deja igual a los expertos.
Debidamente tratado se convierte en tántalo, un polvo resistente a la corrosión... que es capaz de aguantar una alta carga eléctrica y unas altas temperaturas, así como la posibilidad de almacenar la carga, que puede ser utilizada cuando se necesita. Y estas características le permiten tener múltiples aplicaciones en telefonía, industria aeroespacial, videojuegos, implantes quirúrgicos, ordenadores, armas inteligentes...
Los teléfonos móviles que llevamos en nuestros bolsillos llevan tántalo; los ordenadores que usamos llevan tántalo, y como consecuencia, el coltán es un elemento muy codiciado que se encuentra en algunos lugares del mundo, y en concreto el 80% de la producción mundial procede de África.
Los intereses económicos se encuentran centrados, en primer término, en las multinacionales, y en segundo término, en nombres como Joseph Kabila o Mobuto Sese Seco... y tras ellos, cantidades ingentes de personas, que hay quien las cifra en millones de hombres, mujeres y niños de todas las edades, que han muerto como consecuencia de las actividades desarrolladas en torno al coltan.
Legiones de personas procedentes del cultivo de la tierra, de la crianza de ganado, que previamente han sido llevados a la ruina o al cautiverio por acción de la guerra, realizan sus trabajos a cambio de un salario o una redención de pena. Los niños tienen la constitución ideal para adentrarse fácilmente en las minas, y a ello son dedicados. Se alimentan por sus propios medios, encontrando fuente de alimento en los monos que pueden cazar, y trabajan en régimen de semi esclavitud excavando grandes agujeros que son inundados con agua para obtener un barro que convenientemente filtrado deposita el preciado metal, y esta labor se cobra un altísimo porcentaje de vidas humanas, lo que hace que, aunque el aporte de nueva mano de obra sea constante, su número total no crezca, situándose en torno a los 20.000 trabajadores, y es que hay quién afirma, posiblemente con intereses aviesos, que como consecuencia directa de la captación de coltán llegan a producirse hasta 2000 muertes diarias, y la esperanza de vida de los esclavos africanos es de 43 años. El 60% de la población tiene 15 años.
Muy posiblemente estos datos tan sólo son una exageración, común cuando se quiere denunciar una situación extraordinaria, aunque una idea más cercana, quizá, nos la puede aportar el dato de inmigración recibida en las zonas de explotación del coltán, que se sitúan en torno a las 10.000 personas por año. Esa, parece es una cifra que va pareja a las muertes. Un escándalo que, posiblemente, quiera ser tapado con el número inverosímil de 2000 muertes diarias que sin lugar a dudas es un bulo... posiblemente divulgado por los esclavistas con el objetivo de ridiculizar una mortandad que, a la vista del movimiento poblacional sí es factible que se sitúe en torno al 50% anual.
Esta situación, que se ve reforzada por la acción de grupos militares que además del coltán comercializan marfil, ha sido denunciada a nivel internacional, siendo que a primeros de siglo, la ONU pareció dar muestras de interesase en el asunto. Finalmente, los ecologistas acabaron denunciando la extinción de los monos.
El trabajo de un buen trabajador puede dar como resultado un kilo de coltán en un día que le produce hasta diez dólares de beneficio, siendo que en un día obtiene tanto dinero como cualquier otro trabajador congoleño, dedicado a otros menesteres, obtiene en un mes.
Consiguientemente, la extracción de coltán absorbe un un importante número de mano de obra que trabaja bajo un sistema laboral muy rígido, bajo régimen militar, que posibilita una producción diaria que no baja de las veinte toneladas.
Veinte mil kilos de producto que tienen un coste total de 200.000 dólares son vendidos en el mercado de Londres por 8.000.000, siendo que las grandes compañías se pelean por él. Samsung, Nokia, Sony... Appel... lo demandan para atender sus necesidades.
Pero no es sólo el coltán.
Tenemos un ejemplo cercano, Guinea, donde las multinacionales petrolíferas usenses e inglesas están extrayendo una gran cantidad de petróleo cuyos beneficios pasan directamente a las bancas inglesas y usenses al tiempo que disfrutan de unos impuestos irrisorios, siendo que, como contrapartida, el patrimonio de Teodoro Obiang crece al compás del deterioro de una población que, si fuese destinataria de una pequeña parte de los beneficios podrían tener un nivel de vida de primer orden.
Sin embargo, los guineanos padecen miseria, malaria, tifus, sida...
Y toda esta actividad es llevada a cabo de conformidad con las declaraciones de derechos humanos, ratificadas en la Carta Africana sobre los Derechos Humanos y del Pueblo, o Carta de Banjul (capital de Gambia), que fue firmada en 1987, donde se declara que todas las formas de explotación y degradación del hombre y en particular la esclavitud, comercio de esclavos, tortura, castigo y trato cruel, inhumano o degradante estarán prohibidas.
Sirva lo relatado para remarcar que en el siglo XXI el liberalismo sigue aplicando la esclavitud como lo hacía en el siglo XVIII. Con nuevas formas, aplicando los principios de la utilización de la mentira como principal arma que garantice la tranquilidad de los esclavos. Discípulos de John Knox En contra de nuestros malditos oponentes (es decir los católicos), todos los medios están justificados, mentiras, traición..., de Diderot la mentira es esencialmente tan poco condenable en sí misma por su naturaleza que sería una virtud si pudiera ser útil, y de Vladimir Ilich ꞌLeninꞌ, escuche, camarada de Tiflis, se puede mentir, pero hay que saber hasta dónde…, hacen de la mentira su principal arma letal.
El siglo XXI ha devenido un periodo de neocolonización muy parecido al del XIX; sin embargo, si entonces las justificaciones ideológicas se basaban en las tesis de una antropología al servicio del poder, que sostenía la inferioridad de los pueblos colonizados y en la sacrosanta doctrina económica del libre comercio, de la deificación de las fuerzas del mercado y de la iniciativa privada –principios defendidos por Smith, Bentham, etc.-, hoy las grandes justificaciones son, junto al siempre omnipresente libre comercio, la democracia y los derechos humanos; de tal forma que parezca que la invasión militar y el expolio van de la mano de la implantación de la democracia indirecta y de los derechos humanos occidentales que, los mismos gobiernos occidentales incumplen sistemáticamente. (García Cantús 2008: 55)
De lo expuesto hasta el momento podemos deducir que, legalmente, la esclavitud está considerada como un delito... y que a pesar de ello, se encuentra tan vigente como en el siglo XVIII... y más extendida su aplicación que en el siglo XVIII.
Tan es así que se calcula que en Europa, sometidos a esclavitud en su aspecto más cercano a los modos aplicados en el siglo XVIII en Inglaterra, se encuentra el 1,5 por mil de la población, mientras en Hispano América y Asia, su número alcanza el 3 por mil, y en África el 4 por mil.
Ese sector de esclavos está compuesto mayoritariamente por inmigrantes ilegales que se encuentran sometidos a trabajos sin remunerar. Pero además, ese porcentaje es insignificante ante el masivo sometimiento a una esclavitud que se ampara en los derechos que nos hemos dado a nosotros mismos, y que de una manera contractual es forzosamente aceptada y sin posibilidad de recurso, que somete a importantes sectores sociales a aplicarse a unos horarios y unas condiciones de trabajo que les impide la vida familiar. Son libres de aceptarlos... o como alternativa, de vivir en la indigencia.
Una situación que es mantenida merced a los medios de distracción, muy en concreto a las cadenas de televisión, opiáceos que posibilitan la docilidad de los esclavos, presentándoles una realidad virtual donde los principios son marcados por los amos.
Una realidad virtual que se encarga de disfrazar los males que padece una sociedad que, en otro tiempo, ya hubiese cortado la situación. Y es que las sociedades democráticas registran los mayores índices de criminalidad y los mayores índices de suicidios… y los mayores índices de depresiones… y los mayores índices de delincuencia… y los mayores índices de abandonos familiares…
El hombre, en democracia, realmente encuentra demasiadas dificultades para construir su vida en la verdad. Aceite de colza, vacas locas, aborto, especulaciones atroces, corrupción a todos los niveles, pornografía, prostitución, terrorismo, delincuencia, suciedad televisiva y en general informativa, deseducación, movida, droga, indigencia… Esa es, en esencia la aportación al derecho del Nuevo Orden Mundial, y el bagaje cultural del que deben hacer gala las nuevas generaciones.
El desprecio por la vida es un hecho manifiesto en las campañas abortivas, en pro de la eutanasia y de clonación. El desprecio por la dignidad humana impregna todo el ser social, una de cuyas etapas es la manipulación absoluta, y concretamente sexual, a la que están sometiendo a la población; de ella deriva la violencia intrafamiliar. Violencia con los niños, violencia con los ancianos, violencia entre los cónyuges, parejas y similares. Y con el desprecio por la verdad veta a la sociedad el acceso a la misma, manteniéndola en una deseducación basada en la desinformación, y condenando al ostracismo a quien pretenda romper con esa norma. Todo, en definitiva, muestra de un sistema no humano, esclavista.
La ONU, sus adalides, a través de todas sus organizaciones (OMS, UNICEF, UNESCO, UNFPA, UNIFEM…), coaligadas con organizaciones de apoyo a los objetivos más peregrinos, siempre contrarios al humanismo (CRLP, CEM, CLACSO, CLADEM, DAW…) llevan a efecto campañas tendentes a una esclavitud de la persona en cada una de sus etapas de la vida.
Ciertamente, al hombre se le valora prioritariamente como “homo faber”. Esta sociedad que tanto alardea de libertad; esta sociedad que tanto alardea de justicia; esta sociedad, que tanto alardea de opulencia… mantiene a sus esclavos (a nosotros, a los hombres y a las mujeres que constituimos la sociedad) atados a la mesa de trabajo; al banco de carpintero, al volante del camión… a lo que constituye el material de cada quehacer.
El hombre, que supuestamente debía estar liberado por la acción de las máquinas, es cada día más esclavo de las máquinas, y sobre todo, del sistema.
Se dirá que el sistema a suavizado las condiciones de trabajo, y efectivamente, el trabajo de hoy, cualquier trabajo, sea de oficina o de albañilería, de siderurgia o agrícola, es mucho más liviano que hace veinte o hace cuarenta años; la maquinaria y los otros medios técnicos han facilitado francamente la realización de todos los cometidos, pero la libertad ha llevado un proceso radicalmente contrario.
Cuando debíamos suponer que la suavidad en las tareas conllevaría una libertad a las mentes; cuando suponíamos que se iba a tener más consideración con las personas, en detrimento de las máquinas, resulta que sucede justamente todo lo contrario.
El mundo laboral, que antes estaba habilitado prioritariamente para los hombres, ha sido francamente abierto al trabajo de la mujer, y eso no ha representado más libertad, sino esencialmente todo lo contrario, porque a la mujer se le ha presentado el trabajo como una liberación y la maternidad como una esclavitud, siendo que la mujer ha acabado siendo esclava de su trabajo liberador, no ha tenido hijos en los que realizarse como mujer, ha fomentado el divorcio, el aborto, y como consecuencia la depresión y el suicidio.
Pero no acaba ahí la cosa del trabajo de la mujer. Cuando mayoritariamente la mujer permanecía en casa, trabajando. Trabajando, remarco. Cuando la mujer quedaba en casa trabajando, ganaba el jornal que acababa aportando el marido con el trabajo fuera de casa. Los ingresos eran “X”.
Cuando la mujer ha salido a trabajar fuera de casa, se ha convertido en competencia directa de su marido; las leyes capitalistas se basan en la oferta y la demanda. Si la oferta de trabajo se ha multiplicado por dos, la remuneración de ese trabajo, automáticamente se ha visto dividida, siendo que, trabajando los dos miembros del matrimonio, acaban aportando los mismos ingresos que uno solo (los ingresos siguen siendo X, y el esfuerzo, el doble), con el perjuicio subsiguiente de dejar abandonados a los hijos en lugares que en el mejor de los casos no les van a resultar lesivos, salvo la “maldad” de faltar la presencia de la madre.
Y este es solo uno de los aspectos negativos que sobre las familias ha aportado el liberalismo económico.
En cuanto al maltrato psíquico que, ya los dos cónyuges, cada uno por su parte están recibiendo, no tiene parangón en la historia de las relaciones laborales. Hoy resulta poco menos que imposible que una persona que desarrolle una actividad laboral pueda rematar la jornada con la realización de estudios ajenos a su profesión o complementarios a su formación humana. La exigencia es de absoluta dedicación, en un sistema de producción impersonal, competitivo y tiránico que impide la realización de actividades puramente humanas como las citadas, o como las del noviazgo, o como las de la vida de familia normal en cualquier persona que tiene constituido su hogar. La libertad queda reducida a la elección de cosas según un arbitrio personal, al margen de la verdad del hombre.
Todas las ideologías ateas que estallaron de su atrofia en el siglo XIX y se han desarrollado extraordinariamente en el XX, coinciden en estos aspectos. Ahí no hay discusión; en todo caso, llegan a discutir aspectos secundarios del maltrato humano de las personas. Los sindicatos exigen que los lugares de trabajo sean cómodos, que los servicios de mantenimiento físico estén a pleno rendimiento; que no haya humos que se permitan locales de esparcimiento, que se controle es estrés… pamplinas. Aspectos varios de la esclavitud a que está sometido el hombre en todos los campos, en todos los lugares y a todas horas.
Ahí se encuentra la explicación final del porqué no se asesina a la gente (hechas las salvedades convenientes) como se asesinaba en España en los años treinta, como se asesinaba en los distintos genocidios sucios que han sido llevados a cabo por las distintas tendencias del sistema… Es, en definitiva, el triunfo del modelo capitalista de explotación y de aniquilación de la persona, sobre el modelo marxista de explotación y de aniquilación de la persona. El materialismo ha desechado, por inconveniente, uno de sus métodos, y tan sólo porque el otro método ha resultado más efectivo, más productivo, más limpio.
Los planes del esclavismo en nuestra sociedad son varios, y entre ellos la sumisión económica es quizá el más importante. Una sumisión que se plasma cuando adquirimos a plazos un electrodoméstico, un vehículo o una vivienda... ¿Acaso una hipoteca no nos somete a la voluntad de un tercero?... Pero no es la banca la única que practica la esclavitud, también con sus empleados... El aborto, la anorexia, el culto al cuerpo, el pensamiento único... Todos ellos son aspectos de esclavitud cuyas facetas son cada día más amplias. Así, junto a ellos nos es presentado como derecho un nuevo tipo de asesinato tan abominable como el aborto: la eutanasia.
Y es que estamos viviendo un concepto perverso de la libertad donde la única salida es la exclusión social, y esa posibilidad también está prevista en nuestro mundo liberal.
Quién se autoexcluya va a poder seguir viviendo en este mundo; va a ser indigente; va a poder practicar libremente la mendicidad.
Pero hay otra gente, poca, muy poca, alarmantemente poca, que se autoexcluye tan solo espiritualmente porque carece de medios para combatir al sistema enemigo del hombre y enemigo de Dios.
Para los que no quedan excluidos de la sociedad, el N.O.M. tiene diseñadas varias estrategias que pasan inexorablemente por el ataque a la familia en todos los órdenes.
Esas estrategias, entre otras cosas llevan a devaluar a la familia; a devaluar el hecho de tener hijos; por ello, el 46,61% de la población no tiene hijos; el 15,55% de esa misma población tiene un hijo; el 26,31% tiene 2 hijos; el 8,54 cumple con la ley de reposición social teniendo tres hijos; y tan sólo el 2,94% de la población, por supuesto con porcentajes que alejan considerablemente al que tiene cinco hijos del que tiene trece, nutren a la sociedad de contribuyentes.
Esto da lugar a agravios comparativos notorios, como puede ser el despilfarro de medios privados por parte de ese 46,61% citado, por ejemplo, que, sin embargo piensa en su jubilación; en una jubilación dorada que estará alimentada por los hijos de ese 2,94% de población que sufre lo indecible para poder mantener a lo que sin lugar a dudas podemos calificar como “esclavos del futuro”, porque, llegada la edad de jubilación de unos y de otros, de ese 46,61% de la población que libérrimamente ha decidido no tener hijos y gastárselas en lo que ha preferido y de ese sector de la población que representa el 2,94% de la población, ¿es justo que los hijos del segundo segmento (que representan el 50% de la nueva población cotizante) se hagan cargo de las necesidades del 46,61% de la población que en su momento les brindó la más “comprensiva” de las sonrisas cuando aquellos manifestaban la necesidad de apoyo social?
Y sobre todo ello, como ataque definitivo, la máxima expresión de esclavitud jamás conocida: el aborto. Ciento dieciocho mil asesinatos anuales en España; esa es la cifra del genocidio llevado a cabo en España el año 2011. Un aborto cada cinco minutos es el mejor de sus logros. Un genocidio que, a lo largo del mundo, y desde 1971 a 2011 se había cobrado la vida de 1720 millones de inocentes.
BIBLIOGRAFÍA
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Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. 1789. En Internet
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https://www.ohchr.org/en/udhr/documents/udhr_translations/spn.pdf Visita 8-10-2019
García Cantús, Dolores (2008) El tráfico de esclavos y la esclavitud a la base del surgimiento y desarrollo del sistema capitalista. En Internet https://revistas.ucm.es/index.php/ANQE/article/viewFile/ANQE0808110053A/3559 Visita 1-4-2017
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