Si consultamos por internet el
origen de la etnología nos encontramos con que, afirma, se considera un campo
académico desde finales del siglo XVIII en Europa.
Y si miramos algo más, podemos leer en la “Historia de la etnología” de Ángel Palerm lo siguiente:
El
presente volumen, tercero de mi Historia de la etnología, corresponde a Gran
Bretaña, el centro del primer desarrollo de la etnología moderna. Desde el
punto de vista cronológico, abarca el período que comienza con las primeras
obras de Tylor, en la década de 1860, y termina cuando la antropología social
alcanza la hegemonía intelectual, académica y profesional; o sea
aproximadamente entre las dos guerras mundiales.
Y
si seguimos buscando, Blanca María Cárdenas Carrión nos ilustra con el hecho de
que
En
el presente artículo se abordan las últimas décadas del siglo XIX y las
primeras del XX en México en relación con los comienzos de la Etnología como
disciplina científico-social reconocida. En una retrospectiva, se destaca el
papel del Museo Nacional, inaugurado en 1825, como una institución pública
fundamental en la construcción de la identidad nacional y como el lugar donde
confluyeron las dos condiciones que habilitaron a la etnología en México: el
contexto político de la época concentrado en el llamado “problema del indio
vivo” y en los programas de incorporación; la importancia del resguardo de los
testimonios materiales y las tradiciones de los grupos étnicos de México.
Con esas
premisas, y sin tener en cuenta todo lo que al respecto se ha escrito desde
Estrabón, vamos a comentar el caso de José de Acosta, etnólogo del siglo XVI
nacido en Medina del Campo el 1 de octubre de 1540 y fallecido en Salamanca el
15 de febrero de 1600.
Se formó en Lisboa y en Alcalá de
Henares con varios maestros de la Escuela de Salamanca y fue ordenado sacerdote
en 1567, tras lo cual se desempeñaría como profesor del Colegio Romano,
trampolín que le llevaría a las Indias, al Perú, a la primera provincia jesuita
de América, donde llega en 1572.
Promotor de un sistema misional que
atendiese la formación superior de los indígenas, potenció el sistema de
colegios de indios nobles y creó residencias donde congregar, fuera de la
estructura escolar, otros acólitos, consiguiendo que fuese revocada la cédula
real de 1578 por la que se impedía el acceso de los naturales al orden
sacerdotal.
Y destacó en el Concilio III de
Lima, celebrado entre 1582 y 1583, cuyas conclusiones fueron de gran relevancia en el virreinato, siendo que a
partir de este concilio se procedió a traducir el Evangelio al quechua y al
aymara, constituyendo su publicación, además, un hito en sí mismo, ya que
fueron los primeros libros editados en Suramérica.
En 1590 Hizo público un extenso
estudio titulado “Historia Natural y moral de las Indias”, en el que hace un
repaso histórico de la evolución que tuvieron los intelectuales en lo relativo
a la interpretación del mundo atendiendo todos los aspectos, tanto geográficos
como etnográficos. Obra que fue traducida al latín en 1601. También fue
traducida al alemán, al holandés, al
francés y al inglés.
En el curso del mismo deja señalado
que la esfericidad de la Tierra es conocida de muy antiguo, siendo que en la
Grecia clásica estaba perfectamente asumida la misma.
La preocupación de los filósofos se
centraba en cómo mesurar la misma y la interpretación de lo que debía suceder
en los territorios ignotos, dando lugar a una serie de teorías que, hoy, con el
conocimiento empírico de la cuestión pueden parecer ridículas, y que sin
embargo son clara muestra de la superioridad científica de las mentes que daban
pie a semejantes teorías.
Tenían clara la esfericidad de la
tierra, pero desconocedores de la ley de gravitación universal, navegaban en un
mar de dudas que daba lugar a otro mar de teorías más o menos acertadas.
También en aquellos entonces existía
la capacidad de calcular la longitud terráquea, pero se les escapaba el cálculo
de la latitud, cuestión que quedaría
reservada para la Escuela de Salamanca, ya a caballo entre los siglos XV y XVI,
y que sería la que abriría la posibilidad de arriesgase a una navegación
alejada de las costas.
Pero si la determinación de la
latitud terrestre posibilitó la circunnavegación de la tierra, quedaban
pendientes otras cuestiones que necesariamente deberán ser abordadas por las
generaciones sucesivas.
Todas estas cuestiones son tratadas
por José de Acosta, que deja de manifiesto la preocupación que por estas
cuestiones estuvieron presentes a lo largo de la historia.
Se introduce en el Antiguo
Testamento intentando encontrar relación con el Nuevo Mundo, y en el intento
pone de manifiesto la altura intelectual y la capacidad de análisis de
personajes que han dejado su impronta en la cultura universal, desde
Aristóteles o Platón hasta San Agustín, abordando aspectos como el de la Atlántida,
de la mano de Platón, o la negación del origen semita de los indios americanos,
aspecto que fue puesto en cuestión por algunos pensadores del siglo XVI.
Con la exposición de la naturaleza
existente en todos los territorios de la España ultramarina, Acosta desmiente,
sin encono, sin burla, con respeto y admiración, las suposiciones hechas en su
momento por pensadores como Aristóteles, que faltos del conocimiento exacto de
la situación, suponían unos territorios necesariamente inhabitables, a los que
denominaba “Tórrida Zona” y que entendía absolutamente quemados por un intenso
sol.
Al compás de los antiguos relatos,
Acosta hace una semblanza de los parajes recién incorporados al conocimiento
occidental señalando sus diversas características tanto geográficas como
humanas y ambientales.
Lleva a cabo una explicación de la
historia natural, una descripción del clima, de los vientos, de los accidentes
geográficos, de los volcanes, de los ríos y lagunas, de las mareas, de la
cultura marítima y pesquera de los naturales, de la propiedad de la tierra, de
la minería, de la agricultura, de las plantas medicinales, de la ganadería, de
los animales salvajes…
Un estudio etnográfico que detalla
las creencias idolátricas, de los sacrificios humanos, del calendario azteca,
de la historia de los naturales… merced al cual podemos observar la importancia
que tuvo el hombre en general y las diferentes culturas precolombinas en
particular para el hecho de la Conquista, siendo que destaca la capacidad
racional de los naturales a quienes no duda comparar con los pueblos griego y
romano, cuyas instituciones analiza.
Vuelto a la península, fue requerido
por la Corona para diversas cuestiones, y cuando en 1590 publicó su Historia
natural y moral de las Indias, lo hizo dedicando su obra a la princesa Isabel
Clara Eugenia, futura gobernadora general de Flandes.
BIBLIOGRAFÍA:
ACOSTA,
JOSEPH DE. HISTORIANATURAL
Y MORALDE LAS INDIAS. En Internet
http://www.fondazioneintorcetta.info/pdf/biblioteca-virtuale/documento1182/HistoriaNatural.pdf
Visita 23-6-2024
Cárdenas
Carrión, Blanca María. Los
comienzos de la Etnología en México y el Museo Nacional
https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2448-84882017000100077
Visita 23-6-2024
Palerm,
Ángel. Historia de
la etnología. En Internet
https://redmovimientos.mx/wp-content/uploads/2020/08/Historia-de-la-hetnolog%C3%ADa.pdf
Visita 23-6-2024
Pino Díaz, Fermín del. José de Acosta. En Internet https://dbe.rah.es/biografias/4978/jose-de-acosta Visita 23-6-2024
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