viernes, abril 28, 2023

Cristóbal de Oñate

 Cristóbal de Oñate



Nació en Vitoria (Álava), alrededor de 1505 y murió en el Real de Pánuco (México) el  6 de octubre de 1567. 

Desarrolló cargos de gobernador y capitán general de Nueva Galicia en tres periodos, de 1536-1537, en 1538 y entre  1540 y 1544.

Había llegado a la Nueva España en 1524 como ayudante de Rodrigo Albornoz, que se incorporaba como contador de la Real Hacienda, pero en 1529 se enroló para la conquista de lo que acabaría siendo el Reino de la Nueva Galicia, al frente del cual se encontraba Nuño de Guzmán. Actuó como capitán de jinetes así como del cargo administrativo de contador, y participó en la conquista de lo que hoy es  Michoacán, Jalisco, Zacatecas, Nayarit y Sinaloa, tomando parte, durante quince años, en batallas, exploraciones del Pacífico y fundación de ciudades como Santiago de Compostela, Guadalajara, o  San Miguel de Culiacán. 

A su arribo a la Nueva Galicia, en 1530 libró su primera batalla en Ocotlán, tras la cual, y con un grupo de franciscanos encabezados por Juan Calero, también conocido por fray Juan de la Esperanza o del Espíritu Santo, pretendió la evangelización de los pueblos de la región, que acabaron matando al fraile el 5 de julio de 1541, en el curso de una gran rebelión de los naturales.

Su primera actuación la encontramos en una batalla, pero no sería la acción militar es aspecto destacable de Oñate, quién, sin lucha creaba nuevos núcleos de población donde antes estuvo asentada la barbarie, virtud que se extendió entre los indios dándose el caso de que muchos pueblos se sometían incluso antes de que llegasen a ser conminados a hacerlo. 

Un ejemplo de actuación lo encontramos en la fundación de Tequila, en Jalisco, el 12 de abril de 1530, cuando los caxcanes, un grupo chichimeca sedentario, lo recibieron como pacificador.

Esa circunstancia es señalada por el misionero Padre Tello, que dejó escrito:

«Tomó camino por los llanos que entonces se llamaban de Guaxícar y ahora  la Magdalena, gente de nación coana y distinta a la de Etzatlán. Y llegado a este pueblo, halló más de cuatro mil indios que lo recibieron muy bien, y eran de esta nación y lengua Guaxacatlán, Oztotipac, Xotlán y toda su provincia, y todos tenían a un cacique por señor llamado Guaxícar y desde este pueblo entró Oñate conquistando hasta Xocotlán, porque era tierra muy poblada y de mucho número de gente, la cual le dio obediencia y asentaron paces …»

Esa actuación tuvo peso a la hora de ser designado gobernador y capitán general de Nueva Galicia en 1536 y en dos ocasiones posteriores.

En la tercera de ellas, iniciada en 1540, conoció el asedio de caxcanes, tecuexes y zacatecos, que desde 1535 se encontraban sublevados por un inteligente caudillo llamado Francisco Tenamaxtli. Atrincherados en un peñón, en 1540 iniciaron la llamada Guerra del Mixtón, por el nombre del gran peñol que se encuentra en la sierra del sur de Zacatecas, desde donde derrotaron y pusieron en fuga a Miguel de Ibarra. 

Cristóbal de Oñate vio en peligro la situación  y pidió ayuda al Virrey, que envió en su auxilio a Pedro de Alvarado, personaje que, si había destacado positivamente en las huestes de Cortés, había llevado en Guatemala una actuación que moralmente no estaba a la altura de lo que podía esperarse.

De carácter soberbio, menospreció la actuación de Cristóbal de Oñate, a quién dejó con sus fuerzas custodiando la ciudad mientras él, y con sólo sus fuerzas, acometió el Peñol de Nochistlán, donde recibió una importante derrota que por circunstancias posteriores acabaría significando su muerte. El 24 de junio de 1541 los sublevados pusieron en fuga a las tropas de Alvarado, y en el curso de la misma sufrió un accidente que le costó la vida. 

La arremetida chichimeca perduró, y Espíritu Santo sufrió en 1542 un terrible ataque de ingente número de guerreros, del que salieron triunfantes gracias a la entrega de Cristóbal de Oñate, quién al día siguiente planteó el cambio de ubicación de la ciudad que rebautizó como Guadalajara.

Demostró Oñate capacidad estratégica y supo afrontar la acometida de Tenamaxtli , pero ello no le hizo olvidar lo que le había hecho ser querido, por lo que siguió preocupándose de las necesidades de los pueblos que se iban fundando. Veía en aquellas gentes personas con dignidad humana, merecedores de una situación de paz y de decorosa subsistencia, motivo por el cual se encargó de mejorar los medios de subsistencia de unos pueblos que habitaban unas tierras pobres.

En esa dirección tuvo la suerte de encontrar lugares donde la explotación minera tenía un gran porvenir. Compostela, Xaltepec, Culiacán y Etzatlán, Guachinango y Purificación vieron florecer explotaciones que fueron repartidas entre los vecinos, llevando a cabo una ejemplar administración.

Fue titular de una encomienda en Culhuacán y otra en Tacámbaro ; se hizo rico, lo que le permitió contribuir a la causa pública y a la ayuda a los necesitados, con quienes siempre se mostró generoso, no sólo repartiendo ayudas, sino incluso no cobrando los tributos a los que por ley tenía derecho, si ello era importante para el desarrollo de las comunidades.  

El primer virrey Antonio de Mendoza y los residente en el oeste de México, dieron a Cristóbal de Oñate el crédito de ser el fundador y el arquitecto de Nueva Galicia.

Su hijo, Juan de Oñate, también se significaría como conquistador de Nuevo México.



BIBLIOGRAFÍA:

Gutiérrez Lorenzo, María del Pilar. Cristóbal de Oñate. En Internet https://dbe.rah.es/biografias/51519/cristobal-de-onate Visita 2-4-2023

Sandoval Godoy, Luis. EL MAGNÁNIMO CRISTOBAL DE OÑATE. En Internet https://lsgtequila.wordpress.com/indice/el-magnanimo-cristobal-de-onate/ Visita 2-4-2023


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