Hombre nacido alrededor de 1529 y
fallecido a mediados de 1562, en la Nueva España. Era el hijo menor del último irecha, Tzintzincha Tangaxuan,
bautizado Francisco, y de su mujer Guatique Uacujane; el máximo gobernante de
la civilización que pasó a ser conocida como tarasca o purépecha, diferenciada
de otras sociedades mesoamericanas del momento que conformaba un linaje
derivado del grupo de los Chichimecas-Uacúsecha, que habían conquistado y
fundado el Tzintzuntzan Irechequa, antigua ciudad de Michoacán, cuyo poderío
era capaz de rivalizar con el otro gran poder prehispánico, los mexicas y su
triple alianza.
El padre de nuestro personaje, así, era la máxima referencia política y religiosa de los tarascos, que poseían una civilización que manejaba una organización social basada en principios familiares que a su vez, estaban armonizados con un sistema de organización espiritual en el que tenía cabida el culto a los antepasados, similar a los dioses lares romanos.
Con motivo de la conquista de
Tenochtitlan, el padre de nuestro
personaje, el irecha Tzintzicha Tangaxuan, sostuvo un encuentro en 1522 con
Hernán Cortés en Coyoacán, donde firmaron un pacto por el cual Tzintzicha conservaba sus derechos sobre el
territorio, debiendo atender el pago de los tributos, que desde ese momento
habían cambiado de destinatario.
Tzintzicha Tangaxuan se bautizó como
don Francisco, y sus derechos, que le fueron garantizados por Cortés, le
resultaron expoliados por Nuño Beltrán
de Guzmán, presidente de la primera
Audiencia de México cuando Cortés fue apartado por la Corona.
Nuño Beltrán de Guzmán y sus cuatro
oidores perpetraron una serie de arbitrariedades que se centraron en el
maltrato de los naturales; Francisco Tangaxuan sería sometido a un juicio sumario en el que fue torturado y
finalmente asesinado el 14 de febrero de 1530, y las arbitrariedades no fueron
cortadas sino hasta 1531, merced a la oposición del obispo Zumárraga, que acabó
creando una segunda audiencia.
A partir de este momento cambió la
situación de Antonio Huitzimengari, quien quedó huérfano siendo muy niño,
teniendo un hermano mayor que contaba diez años, y varias hermanas.
Educado en el colegio de indios
nobles, Antonio pasó a desarrollar una actividad formativa que le permitió
destacar como humanista. Poseedor de unas
cualidades humanas y culturales que no admiten discusión, se volcó en
reclamar sus derechos como descendiente de un señorío cuyo linaje reconocía la
ley natural y se avalaba en la actuación que desde la llegada de Cortés fue
muestra evidente de sus ascendientes y de su pueblo.
La formación para los indios nobles
comprendía el ejercicio de las armas y del gobierno además de amplios
conocimientos que los franciscanos, y los agustinos, encargados de su
formación, llevaron adelante con esmero, aspectos todos que Antonio
Huitzimengari vio reforzados con su
estancia en la corte virreinal de Antonio de Mendoza y en la de Luis de
Velasco, donde fue formado en valores de la nobleza, siendo que además,
ejerció, junto a su hermano, como paje del virrey.
La formación recibida puede ser
calificada de muy completa, siendo que
se formó en varias disciplinas académicas, tanto con los agustinos en
Tiripetío, como en el Colegio de Pátzcuaro, llegando a dominar los idiomas
latín, griego y hebreo… y por supuesto, español y tarasco, su lengua materna.
Virtuoso del lenguaje, trataba con los virreyes tanto de política como de
población, de estrategia, o de expansión territorial.
Y se volcó en la compilación de una
Información que abonaba la legitimad del señorío de sus antepasados sobre toda
la tierra y provincia de Tarasca hasta Culiacan en Nueva España; aspecto que
venía avalado por el apoyo que siempre había sido prestado a la Corona, no
dejando de hacer mención a los abusos que forzaron la entrega de grandes
tesoros al presidente de la Primera Audiencia, Nuño de Guzmán.
Con un trabajo metódico, llevó a efecto
la que es conocida como “Información de méritos y servicios de don Antonio
Huitzimengari” en la que reúne el testimonio de sus virtudes, corroboradas
esencialmente por testigos europeos, purépecha y náhuatl hablantes.
Su objetivo no era otro que recuperar
para sí el antiguo título de cazonci o irecha que había sido detentado por su
padre y que tras la ejecución del mismo había desaparecido. Pero ni el prestigio ni la autoridad que
representaba habían caído en el olvido, lo que posibilitó que, debido a su linaje, fuese reconocido
como gobernador de la ciudad y provincia de Michoacán, cargo que detentaría
entre 1545 y 1562, sucediendo a quién, merced a esa misma demanda, lo había
detentado entre 1543 y 1545, que no era otra persona que su hermano mayor,
Francisco Taríacuri.
No cabe duda que Antonio
Huitzimengari fue un adalid necesario para los proyectos de gobernación de
Michoacán, y su presencia de ánimo y liderazgo nos muestran una persona ejemplo de superación y de inculturación. Su
lucha por el reconocimiento de su nobleza y de sus cualidades excepcionales es
una actuación que permitía a los individuos y a las comunidades reivindicar su
propia identidad y acceder a rentas y territorios, así como a formar parte de
los Consejos… y a las personas les posibilitaba residir en la Corte.
Y si para las personas individuales
representaba prestigio personal y preeminencia, para los pueblos indígenas
representaba el reconocimiento de su estirpe y de su autoridad, que se hacía
evidente cuando la demanda de instancias superiores comportaba aplicación de
nuevos impuestos o servidumbres; levas de cualquier especie que pasaban a estar
negociadas por representantes naturales.
Y esas levas tuvieron claro reflejo
cuando se trató de la guerra chichimeca, que fue afrontada por tarascos,
mientras convertía el gobierno de la provincia de Michoacán en un lugar
plácido, hospitalario, cristiano, que fue fundamental para la pacificación del norte de la Nueva España.
. A su muerte, ocurrida el año 1562, se
produjo un conflicto sucesorio entre el heredero, Juan Purúata, y los hijos
naturales, que disconformes con su situación se enfrentaron a su medio hermano
y provocaron la quiebra definitiva del cargo de gobernador indio de la ciudad y
provincia de Michoacán.
Sus descendientes ocuparían el cargo
del gobernador del cabildo indio de Pátzcuaro o de algunas otras repúblicas de
indios, pero habían dejado de tener influencia a niveles superiores.
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