Juan Miralles Trayllon
Los relatos de Historia nos tienen acostumbrados a personajes que han tenido un gran significado en la guerra o en la política, pero el entorno histórico abarca todos los ámbitos; hay personajes que son desconocidos, sin cuyo concurso las cosas no hubiesen acontecido del modo que conocemos… o que desconocemos.
Tal es el caso de Juan de Miralles y Trayllon, nacido en Petrel (Alicante) el 23 de julio de 1713, y fallecido en Morristown, Nueva Jersey el 30 de abril de 1780.
De oficio comerciante con actividad que abarcaba todo el Caribe, y vecino de La Habana, desarrolló su actividad como espía, siendo que el 9 de mayo de 1762 emitió un informe en el que anunciaba la expedición inglesa que se dirigiría contra la Habana. Las comunicaciones del momento no eran como hoy, y el 7 de junio desembarcaban los ingleses en la isla sin que la información hubiese llegado a destino.
Por estas fechas estaba en curso la Guerra de los Siete Años, en la que España había entrado en 1761. En 1763 se firmó el tratado de París y España recuperó La Habana y Manila, que también había sido ocupada, y perdió la Florida a favor de Gran Bretaña. Pero las consecuencias enormemente negativas de esta ocupación son cuestión aparte de lo que ahora nos ocupa.
Quedó manifiesta la actuación de Miralles, que a partir de entonces iniciaría una importante labor comercial a partir de Nueva Orleans que lo llevaría a iniciar importantes transacciones con la Florida y con los puertos ingleses de Charleston, Filadelfia, Nueva York y Boston, lo que le posibilitaría conformar un servicio secreto auspiciado por el capitán general de Cuba, Diego José Navarro, que lo nombró embajador para negociar con las Trece Colonias y que desde Filadelfia sería el centro de espionaje extendido por los dominios británicos en el Caribe.
El 5 de septiembre de 1774 se reunió el primer Congreso continental en Filadelfia, que acordó la formación de un ejército propio y el bloqueo comercial entre las Trece Colonias y las posesiones británicas en el Caribe. El comercio de aquellas pasaría a desarrollarse con La Habana, donde Juan de Miralles ejercía su control.
El cometido de Miralles sería tomar posiciones en las colonias británicas y establecer relaciones con el movimiento independentista, lo que le llevaría a tomar contacto directo con Jorge Washington a quién se le ofrecería todo tipo de ayudas… con el objetivo de reconquistar la Florida, lo que inequívocamente hubiese tenido que hacerse si la ayuda de España se hubiese hecho pública.
Para llevar a cabo esta acción, Miralles llevó a cabo una acción de distracción. A finales de 1777 embarcó para la península, pero simulando el barco dificultades de navegación, recaló en Charleston, donde desembarcó y, haciéndose pasar por comerciante, al fin lo que era, tomó contacto con los miembros del Congreso de Filadelfia, de los que ya era conocido de antiguo a través de sus agentes. Desde este momento, y hasta el año 1783, las 13 colonias no pararon de recibir ayuda española de todo tipo: política, militar y económica.
Bernardo de Gálvez, gobernador de Luisiana controlaba directamente estas donaciones secretas recibidas a través del conde de Aranda, embajador español en París, lo que ha hecho que en no pocas ocasiones se haya interpretado este aporte como apoyo francés.
Otras ayudas, generalmente canalizadas por Juan Miralles, no son conocidas. Pero, para comprender la importancia de la ayuda financiera española, debemos considerar que en estos momentos la economía de las Trece Colonias giraba en torno a los conocidos como «Spanish milled dollars», siendo que los billetes emitidos en Filadelfia en 1776, se garantizaba al portador recibir cuatro reales de a 8 españoles, o su valor equivalente en oro o plata.
El Congreso Continental, en mayo de 1775 ordenó la emisión de tres millones de reales de a ocho, en billetes, y el real de a ocho español circuló sin resellar en los Estados Unidos hasta el año 1857.
Y es que tampoco el sistema monetario estadounidense hubiese podido crearse sin el real de a ocho, conocido también como peso fuerte o duro.
Al mismo tiempo, Miralles, como delegado de la corte de Madrid, encauzó grandes donaciones de ropa de abrigo, pólvora, armas, medicinas, etc. hacia las tropas de Washington, a través de la española ciudad de Nueva Orleans.
El 21 de enero de 1778 fue nombrado por España “observador y representante en Estados Unidos”, con una asignación de 39.000 pesos para desarrollar su labor como espía. Fue acogido por Edward Rutledge, firmante de la declaración de independencia y gobernador de Carolina del Sur, y a su amparo hizo acopio de informaciones de valor estratégico sobre posiciones y movimientos del ejército británico.
Era el primer diplomático español adelantado en los nacientes Estados Unidos de Norteamérica.
Francia se une el 6 de febrero a la guerra con el tratado de alianza que de facto reconoce la independencia de las Trece Colonias… y Miralles asiste como representante oficial de España a la celebración del reconocimiento.
En marzo de 1778 el ejército estadounidense recibía de España una donación consistente en nueve mil varas de paño azul, dieciocho mil varas de paño tinto de lana, mil setecientas varas de paño blanco y casi tres mil varas de estameña blanca provenientes todas ellas de las fábricas de Alcoy, lo que significaba que toda la ropa de los uniformes del ejército de George Washington procedía de Alicante, así como otros envíos españoles consistentes en docenas de cajas y barriles con medicina, pólvora y fusiles, pero era necesario guardar las apariencias con Gran Bretaña hasta que Madrid decidiese unirse oficialmente a la guerra.
Franklin agradeció al conde de Aranda el suministro, gestionado por Miralles, de doce mil fusiles que fueron puestos en manos de las tropas del general Washington en Morristown, cuyo ejército no llegaba a los cinco mil hombres. Pero la ayuda no se limitaba a eso, ya que se llevaban a efecto actuaciones militares en el valle del Misisipi y en la Florida, lo que imposibilitó el agrupamiento de las tropas inglesas.
El 31 de diciembre de 1778, Miralles ofreció una fiesta en honor de Jorge Washington a la que asistieron, entre otros, La Fayette, Friedrich Wilhelm von Steuben y Johann von Robais. Sería el inicio de una entrañable amistad que uniría las vidas de Miralles y de Washington.
La actividad de Miralles no cesaba. Consiguió, con el apoyo de otros comerciantes cubanos, aportar para la causa de Washington importantes cantidades de dinero que a valor actual se estiman en 300 millones de dólares. Dinero que nunca ha sido devuelto.
Finalmente España declaró la guerra a Inglaterra el 12 de abril de 1779, cuando la actuación de Bernardo de Gálvez sería decisiva para el triunfo de los insurgentes.
El desarrollo de los acontecimientos llevó a Miralles a la localidad de Morristown, en Nueva Jersey, donde el mal tiempo, su edad y su estado de salud le hizo adquirir una pulmonía que lo condujo a la muerte el 30 de abril de 1780. Tenía 67 años.
Fue atendido de la enfermedad en la casa de Jorge Washington por la esposa y por el médico particular de éste, y se le ofició un funeral militar del Ejército de los Estados Unidos al que asistió el Congreso estadounidense en pleno.
La Royal Gazette de New York, describe la ceremonia:
La procesión doliente ocupa una milla. Para el féretro, seis oficiales de campo y cuatro de artillería en completo uniforme. Un cura español oficia los servicios en el rito católico romano. La tumba está junto a la iglesia de Morristown.
Por su parte, Washington dejó escrito:
Las atenciones y los honores rendidos al Sr. Miralles fueron dictados por la sincera estimación que siempre le tuve.
Con el mayor placer hice todo lo que un amigo podría hacer por él durante su enfermedad. Debe ser de algún consuelo a sus familiares saber que en este país se le estimaba universalmente y del mismo modo será lamentada su muerte
Y dirigiéndose a su viuda
Todas las atenciones que me fue posible dedicar a su fallecido esposo fueron dictadas por la amistad que sus dignas cualidades me habían inspirado.
Sin la actuación de Juan Miralles Trayllon el éxito de la campaña de Washington hubiese sido, al menos, cuestionable, pero al fin, los Estados Unidos son anglosajones, y en ellos, el agradecimiento es un sentimiento que forzosamente les debe ser prestado por los demás y nunca al revés; así, Alexander Hamilton, el secretario del general Washington, ocultó para la posteridad tanto la trascendencia de la ayuda española a la causa usense como el respeto y amistad existente entre Washington y Miralles, algo que le era sobradamente conocido.
Todas estas actuaciones de España, las de Miralles y otras como las del general Gálvez fueron debidamente compensadas un cuarto de siglo después…
Antes de finalizar el siglo, las relaciones con Inglaterra se restablecieron. En 1791 intercambiaron embajadores. En 1794 firmaron un tratado comercial y de paz que sería roto por la guerra en 1812, pero las disputas, de menor entidad, acabarían disolviéndose en beneficio común con el reparto de la España americana.
Estados Unidos olvidaría pronto sus compromisos con España y pesaría más su espíritu anglosajón. Así, juntos Inglaterra y los Estados Unidos se volcarían al unísono contra España.
Pero si España prestó todas esas ayudas a fondo perdido, no sucedería a la recíproca… Y si España ayudó a la separación de unas colonias, Inglaterra y los Estados Unidos no hicieron lo mismo, sino que promovieron la ruptura de una nación.
España, que estaba en guerra con Inglaterra, facilitó bienes, armas, dinero, ejército… a fondo perdido. Y su agradecimiento se circunscribe a haber dado el nombre del general Gálvez a una ciudad… de cuyo hecho incluso se olvidaron…
La contrapartida en el mundo hispánico fue de otro color… En la Catedral de Quito está la tumba de Sucre… En ella figura una placa de agradecimiento por parte del ejército británico… ¿Qué tiene que agradecer el ejército británico? Supuestamente, ¿no debía ir el agradecimiento en sentido contrario?
Inglaterra, que nominalmente era aliada de España, primero prestó dinero, armas y ejército a una agrupación de oligarcas que, previamente adoctrinados en las logias masónicas de Londres abrieron camino para que el ejército y la marina británicos actuasen. Y esos préstamos conllevaban una hipoteca sobre todos los bienes raíces de América. Inglaterra se apropió de los tesoros acumulados durante siglos en los Virreinatos… Se habla de hasta dos billones de euros a valor actual… Y los nuevos “estados independientes” se hipotecaron hasta el extremo que algunas deudas llegaron hasta el siglo XXI.
En la guerra de independencia de los Estados Unidos los indios permanecieron al margen; en las guerras separatistas de la España americana, participaron, cierto que tanto en un bando como en otro, pero mayoritariamente en el ejército español.
En la guerra de independencia de los Estados Unidos, el ejército inglés estaba compuesto muy mayoritariamente por ingleses europeos; en las guerras separatistas de Hispanoamérica, el ejército español estaba compuesto en su inmensa mayoría por criollos, indios y negros.
En la guerra de independencia de los Estados Unidos, el ejército independentista estaba compuesto mayoritariamente por criollos. En el caso de Hispanoamerica, el aporte de tropas inglesas era abrumador…
De esta actuación debe extraerse alguna lección… Y la Historia no ha acabado, aunque los medios, al servicio de los intereses británicos, se obstinen en demostrarnos lo contrario.
BIBLIOGRAFÍA:
Crespo-Francés, José Antonio. Juan Miralles Trayllón. En el trescientos aniversario de su nacimiento.
file:///C:/Users/usuario/Downloads/Juan%20Miralles%20Trayll%C3%B3n.%20En%20el%20trescientos%20aniversario%20de%20su%20nacimiento.pdf
Lorenzo, Manuel de. Los dos alicantinos que Washington enterró. https://www.jotdown.es/2012/10/manuel-de-lorenzo-los-dos-alicantinos-que-washington-enterro/
Ribes Vicent . Nuevos datos biográficos sobre Juan de Miralles. https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/4837/1/RHM_16_17.pdf
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