martes, octubre 11, 2022

El reino de Sicilia



El reino de Sicilia

El 30 de marzo de 1282 tuvo lugar en Palermo una revuelta popular que acabó con una gran matanza de franceses. Esos hechos son conocidos como las Vísperas Sicilianas. Con las mismas se inició un proceso singular que culminaría con la incorporación de Sicilia a la Corona de Aragón. 

Siendo un hecho singular, no se trató de un exabrupto popular, sino que resultó la culminación de un proceso histórico iniciado dos siglos atrás, cuando los normandos conquistaron Sicilia a los musulmanes en 1091. 

Roger II fue coronado rey de Sicilia en 1130, y su hija Constanza, nacida en 1154, casaría con Enrique, hijo del emperador Federico I ‘Barbarroja’, quién no tardó en ser proclamado enemigo del pueblo siciliano.

La muerte de Enrique en 1197 y de Constanza en 1198 deja como rey a Federico II, que además de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, es tan déspota como su padre y sigue en el hostigamiento que aquel inició contra el poder de Roma, y que en el interior se sufría con el enfrentamiento entre las facciones de los güelfos y los gibelinos, partidarios del poder papal y del poder del emperador, respectivamente.

El hostigamiento se recrudece con el tiempo, siendo que, ya en 1261, reina Manfredo, hijo ilegítimo de Federico II, que había usurpado el trono a Conradino cuando aquel contaba dos años, circunstancia que provoca que el Vaticano vea en Carlos de Anjou, hermano de Luis IX de Francia, el candidato que puede derrocar a Manfredo.

Carlos de Anjou es coronado rey en 1265, quién al año siguiente libra a Roma del asedio de Manfredo, que finalmente sería muerto en batalla el 28 de febrero de 1267.

Pero este cambio no representaría ninguna ventaja para el pueblo siciliano, que veía cómo al tiempo que subía la fiscalidad, era expoliado de sus bienes. Seguro en el trono, recrudeció sus excesos al tiempo que desoía las amonestaciones que continuamente recibía del Vaticano. 

Ante esta situación, fue llamado Conradino, quién como Conrado II, alzó en armas al pueblo en 1267 contra Carlos de Anjou y contra el Papa, que debe huir de Roma en 1268 cuando es asediado por aquel. Pero el 29 de octubre Conradino sería ejecutado tras la derrota sufrida ante Carlos de Anjou. 

Sicilia se rebela, dando lugar a una dura represión que se alarga a través de los años, mientras  los notables sicilianos, entre ellos Roger de Lauria, se exiliaron en la corte de Jaime I de Aragón. En 1282 el expolio a que venía siendo sometida Sicilia, se vio agravado con la confiscación de cosechas.

Esta situación propició una conjura que, encabezada por Juan de Prócida tenía el objetivo de exterminar a los extranjeros opresores. Y el día marcado sería el segundo de Pascua del año 1282, al toque de vísperas.


El día en cuestión, y cuando se encontraban reunidos los palermitanos, bastó un pequeño conflicto iniciado por soldados franceses para que diese comienzo una reyerta que acabó masacrándolos y dando lugar a una caza del francés que al grito de “¡Muerte a los franceses!” acabó con más de dos mil soldados franceses muertos y con la declaración de Palermo como comuna independiente, siendo seguido su ejemplo por todas las ciudades. Durante un mes los sicilianos persiguieron a los franceses, que sólo encontraban la salvación en la huída.

Los franceses huían y su flota fue quemada, tras lo cual Carlos de Anjou preparó el asalto mientras los sicilianos pedían protección a Roma, que respondió con la excomunión, dejando como única salida Pedro III de Aragón, a quién, contando con derechos sucesorios procedentes de su esposa Constanza de Hohenstaufen, hija de Manfredo y nieta, por tanto, del emperador Federico II, le fue ofrecida la corona.

Pedro III entraba sin enfrentamiento en Mesina el 2 de octubre, y el 14 siguiente, la flota de Carlos de Anjou se enfrentaba a la de Pedro III, que al mando de Pedro de Queralt infligió una dura derrota a los angevinos. Sicilia quedaba ligada a la Corona de Aragón y escindida de Nápoles, que continuaba bajo poder angevino.

Pero no era Francia el único enemigo. El papa Martín IV  excomulgó a Pedro III y levantó contra él una cruzada encabezada por Felipe III, rey de Francia, que fue vencido en las aguas de Malta por el almirante Roger de Lauria.

La Corona de Aragón, la mayor potencia del Mediterráneo, pasó a controlar  el tráfico marítimo del mar.

A la muerte de Pedro III, su hijo Alfonso heredó la Corona de Aragón y su hermano Jaime la corona de Sicilia.

Nápoles y Sicilia, así, quedaron separados hasta que en 1442 Alfonso V “El Magnánimo” conquistó el reino de Nápoles, uniéndolo al de Sicilia, viéndose separados nuevamente a su muerte, cuando la corona de Nápoles pasó a Fernando I, y Aragón y Sicilia a Juan II.

En 1432 muere la reina Juana II de Nápoles, Alfonso volvió a Italia con su flota en un intento fallido de conquista, y once años más tarde, el 26 de febrero de 1443, fue reconocido como rey. 

Al morir Alfonso V el Magnánimo en 1458 sin descendencia, dejó Aragón, Sicilia y Cerdeña a su hermano Juan II y el reino de Nápoles a su hijo natural Ferrante I. Finalmente en 1504 Fernando el Católico - rey de Sicilia desde 1468 - reunió los reinos de Nápoles y de Sicilia, siendo que Nápoles  cayó en poder de Francia el año 1501 hasta las decisivas batallas de Ceriñola y Garellano, de 1503 y 1504, tras lo que Luis XII de Francia renunció a sus derechos en el Tratado de Blois de 1505.

Nápoles y Sicilia formaron parte de España hasta 1713, cuando en el Tratado de Utrecht España resultó mutilada y humillada en todos los campos a cambio de que Felipe V fuese reconocido como rey de España por las potencias extranjeras. 


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