Y en muestra de ese desasosiego, el 19 de Junio de 1718 salió de Barcelona una armada compuesta de 433 naves, la mayoría de uso comercial, al mando de Antonio de Gaztañeta Iturribalzaga, con el objetivo de recuperar Sicilia.
El 29 desembarcaban las tropas, y el día 3 de Julio llegaban a Palermo. Relata Belando: “fe tomó la poffefsion de la Ciudad de Palermo con la mayor oftentacion, y lucimiento, manifeftando en ello sus Naturales el regocijo que tenían por la llegada de los Españoles.” “Lo que ciertamente fucediò fuè, que rebofando de gozo los Sicilianos con la vifta de fus amados Españoles, los llamaban Redemptores.”
Valsecchi, señala que “el 18 de junio de 1718, la flota española se hacía a la mar desde Barcelona. Las órdenes estaban selladas, para abrirse en alta mar. «Seicento vele, sei
leghe d'acqua coperte di navi. Che la benedizione d'Iddio sia con loro.» El 1 de
Julio desembarcó en Palermo. Ante los 33.000 expedicionarios, las exiguas guarniciones piamontesas quedan reducidas dentro de algunas fortalezas. La isla acoge a los invasores como libertadores, tal como se presenta en la proclama emanada en el momento del desembarco: restauradores de las antiguas libertades sicilianas contra la «tirannide» sabauda, defensores de la independencia siciliana contra el «tradimento» del rey piamontés, acusado de haber vendido la isla al Emperador.”
Los soldados, de distinta extracción, eran mayoritariamente italianos, y eran comandados por el marqués de Lede, noble de origen flamenco, y contaba con el apoyo de la población siciliana, que aportó los recursos humanos, materializados en trece regimientos, además de las milicias populares, que en el caso de la defensa de Mesina, y según relata Nicolás de Jesús Belando, “en 1719 fueron unos 6000 milicianos, que aumentan a 8000 otras fuentes. En Francavilla Mina no da un número exacto pero el embajador saboyano en Nápoles daba una cifra de 12.000 paisanos” .
Pero no eran esos los designios marcados por los que se perfilaban como los nuevos amos del mundo; los mismos que anegaron Europa en sangre en los siglos XVI y XVII mientras España les mantenía a raya dentro de sus feudos.
Consecuencia inmediata fue la ampliación de la Triple a Cuadruple Alianza, con la incorporación de Austria. La misma garantizaba Cerdeña para los Saboya, que abandonaban Sicilia a favor del emperador, y gracias a las buenas artes de Alberoni, la titularidad de Parma y Florencia para Carlos, el hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio.
La guerra contra Inglaterra se reinició en diciembre de 1718, y en enero de 1719, contra Francia. En el curso de estos acontecimientos, el hostigamiento de alemanes e ingleses, a mediados de Junio de 1719, consiguió la toma de Lipari, de donde partían constantes acciones de corsarios al servicio de España.
Una armada británica al mando del almirante Bings se dirigió a Sicilia, mostrándose amistosa hasta que hizo aguada en Málaga. Luego embarcó tropas alemanas, mientras enviaba cartas de amistad al marqués de Lede, que tenía dispersa sus tropas y su escuadra. La armada inglesa, sin declaración previa de guerra (se declaró el 28 de Diciembre siguiente), llegó a navegar cerca de la española, hasta que, de improviso, comenzaron a disparar los cañones, en un manifiesto acto pirático, deshaciendo a la flota española en el cabo Passero, tras lo cual el aporte de tropas austracistas comenzó a llegar a Sicilia.
Esos eran los métodos a que estaban acostumbrados, y ahora se encontraban una España incapaz de cortar sus felonías. Deshecha la armada española, las posiciones ganadas fueron reforzadas con el aporte de soldados alemanes que eran transportados en la armada británica, y se inició una guerra en la que la infantería, la caballería y la artillería serían los protagonistas. En medio de todo, y al lado de las armas españolas, continúa diciendo Nicolás de Jesús Belando, “los hombres mas rufticos, y la gente de el Campo mas inexperta, meneaban las armas con tanta deftreza como el arado” , llegando a producirse un enfrentamiento de gran envergadura conocido como la batalla de Francavilla, donde los ejércitos españoles, en gruesa inferioridad numérica, con soldados bisoños y milicianos locales sin experiencia guerrera, protagonizaron una memorable campaña ante un ejército veterano que venía curtido en una victoria en Hungría frente a los turcos.
No obstante, el destino estaba sellado. Tras dos meses y medio de sitio, tomaron los alemanes Mesina, donde fondeó el pirata Bings. Ya entrado el año 1720, la Cuadruple Alianza sentenciaba la evacuación de las tropas españolas de Sicilia y de Cerdeña.
http://www.cesareojarabo.es/2018/09/xiglo-xviii-segunda-gran-mutilizacion.html
lunes, noviembre 21, 2022
Los intereses europeos en la destrucción de España
SIGLO XVIII: SEGUNDA GRAN MUTILIZACIÓN DE ESPAÑA (9)
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