lunes, diciembre 16, 2024

Antonio de Gaztañeta Iturribalzaga, militar, científico, constructor naval



Nació en Motrico (Guipúzcoa), el Once de octubre de 1656 y murió en Madrid el cinco de febrero de 1728. 

Vinculado a la mar desde niño, fue uno de los navegantes más importantes de la historia de España así como un destacado científico naval que brilló en el desarrollo de la Armada y que como consecuencia de su actividad se vio obligado a combatir en alta mar, campo el de la guerra en el que obtuvo diversos resultados. Sus méritos lo encumbraron a Almirante de la Armada y director de astilleros, siendo que fue responsable de diversos proyectos novedosos de navíos que acabaron sirviendo a la Armada.

Siguiendo la estela de Alonso de Santa Cruz, erudito geógrafo del siglo XVI, certificó su formación como piloto en la Casa de Contratación de Sevilla, donde alcanzó a tener conocimiento de los adelantos científicos que, ocultos al conocimiento público como secreto de estado, eran expuestos a quienes estaban destinados a continuar la labor iniciada por aquel.

Con el conocimiento que sobre náutica, cartografía o astronomía, había alcanzado Alonso de Santa Cruz, no sólo se había abordado la conquista del mundo, sino que había posibilitado que sucesores pudiesen continuar su labor, en la que destacó Antonio de Gaztañeta, siendo el primero que llegó a escribir sobre asuntos científicos que como las cartas esféricas habían sido desarrollados por aquel.

Y es que Antonio de Gaztañeta es un personaje que, como tantos otros brilla en la historia sin haber conseguido la más que merecida atención de los historiadores. Y lo hace habiendo destacado desde niño.

A los dieciséis años, en 1672, lo encontramos embarcado en un galeón real. Algo que no era nada extraño para la época si no fuese porque en esas circunstancias se vio obligado a pilotar desde Veracruz hasta Pasajes el navío de aviso que estaba siendo pilotado por su padre, que había fallecido en alta mar.

Su experiencia marinera, certificada por quienes habían tenido relación con él en múltiples viajes donde había desarrollado funciones de paje, de grumete, y sobre todo por la experiencia de su viaje como piloto, solicitó ser admitido a oír la Cátedra de Cosmografía y Navegación, de la que en 1679 fue examinado como Piloto de la Provincia de Nueva España. Contaba 23 años cuando, Juan Cruzado de la Cruz y Mesa,  Piloto Mayor de la Contratación le concedió certificado como Piloto de Nueva España.

Nuevamente embarcado, en ocasiones en navíos sueltos, en otras ocasiones en flotas de galeones, realizó multitud de viajes que lo llevaron a Buenos Aires, a Nueva España y a Tierra Firme (en el territorio donde actualmente están Colombia y Venezuela), hasta que en 1684, cuando a sus 28 años había realizado once viajes a América con responsabilidad en navíos y galeones, pasó  como piloto encargado de dirigir las derrotas de las fuerzas navales a la Armada Real del Océano, de donde en 1686 sería ascendido a piloto mayor, cargo que llevaba anexo el grado de capitán de mar.

No es cargo común el que le fue asignado, ya que el mismo estaba reservado a pilotos examinados en la Cátedra de Cosmografía de Sevilla, y de entre ellos a aquellos que sobresalían en sus funciones, cuestión que era certificada nuevamente por la Casa de Contratación con el apoyo de los generales de la Armada de Indias, siendo que el cargo permitía desarrollar una carrera militar como oficial de la Armada.

A pesar de toda la experiencia desarrollada, podemos decir que daba comienzo su carrera. Y es que su empuje causa esa sensación en quién estudia su figura. 

En  1687 era encargado de un nuevo e importante proyecto: la construcción de la Capitana Real Nuestra Señora de la Concepción y las Ánimas, que se desarrollaría en Colindres (Cantabria) a lo largo de cuatro años.

En torno a la Capitana gira su trabajo titulado “Arte de fabricar Reales”, trabajo científico  donde desarrolla pormenorizadamente todo lo relacionado con la construcción de un navío real; en el mismo, y por primera vez en la historia,  quedan reflejadas instrucciones concretas para el trazado geométrico de las formas de la nave, significándose la obra como manual esencial para la Armada española.

Sería el primero de sus trabajos conocidos, siendo que al año siguiente vería la luz su obra “Norte de la Navegación hallado por el cuadrante de reducción”, donde recoge las experiencias internacionales, muy en concreto la Blondel de Saint-Aubin. 

Estos estudios, y en particular “Arte de fabricar reales” señalaban la necesidad de dar una mayor eslora a los navíos de guerra, lo que posibilitaba mayor maniobrabilidad y velocidad; decisión audaz que marcó el camino a seguir por la construcción de buques de guerra.  

Acabada su labor en Colindres, en 1691 fue trasladado a Cádiz , para ejercer el mando del buque que acababa de construir, con  el que sirvió en el Mediterráneo con el grado de almirante y sin dejar por ello el cargo de piloto mayor, función con la que en 1692 dio a imprenta el “Cuadrante geométrico universal para la conversión esférica a lo plano, aplicado al arte de navegar”, obra maestra que enriqueció el conocimiento de la Armada española, alternando su trabajo intelectual con diversas acciones militares que lo sitúan enfrentado a la armada francesa en 1695, participando  en las Juntas de Cosmógrafos que en 1696 se reunieron en Badajoz para delimitar las áreas de influencia de España y Portugal en las costas de Brasil, en piloto en la expedición al Darién de 1700, y responsable de la escuadra que, en 1701, y en los inicios de la Guerra de Sucesión, organiza la escuadra que lleva tropas a Nápoles, para un año después ser destinado nuevamente en tierra con el cargo de superintendente de Fábricas y Plantíos de la Costa Cantábrica.

En esta labor tuvo especial significación en el desarrollo de Cantabria, tanto de los astilleros, muy en concreto Guarnizo acabaría centralizando la construcción naval de Cantabria, como en las plantaciones de madera.  El traslado del astillero, con los años, acabaría dando lugar al nacimiento de la población de Astillero, ubicada en la bahía de Santander entre la ría de Solía, la de ría del Carmen y la de Astillero.

El éxito de “la Capitana” trascendería en el tiempo, significándose como uno de sus particulares triunfos, lo que posibilitó la implantación de su técnica en la construcción de buques, tanto de guerra como mercantes, lo que acabó comportando que en 1702, contando cuarenta y seis años, fuese nombrado Superintendente General de los Astilleros de Cantabria, y más tarde de astilleros vascos.

Se trataba de una acción proactiva de cara a la reconstrucción del poder naval español, que se encontraba francamente truncado, con lo que se veían seriamente dañadas las comunicaciones con la España americana, siendo que, además, en esos momentos España se encontraba inmersa en el desarrollo de la Guerra de Sucesión, que se prolongaría hasta 1713. Gaztañeta dirigió en los astilleros de Zorroza (Vizcaya), la construcción del galeón Salvador, de setenta y cuatro cañones y de otros buques.

El humillante tratado de Utrecht de 1714, fue rechazado en 1717 por España;  Antonio de Gaztañeta, al mando de cuatro navíos ocupó Cerdeña, lo que ocasionó en 1718 la firma del Tratado de la Cuádruple Alianza por parte de las potencias europeas y España decide la recuperación de Sicilia, y nuevamente el almirante Gaztañeta capitanea la expedición, pero en esta ocasión es vencido en la batalla del Cabo Passaro por un pirata de la armada británica: el almirante Byng.

Y sí, aunque Byng no llevaba la bandera de la calavera y las tibias, actuó típicamente como lo hubiese hecho un pirata al uso: sin declaración de guerra atacó por sorpresa el 11 de agosto de 1718, infligiendo una severa derrota a la Armada española, lo que significó el fin truncado de la reconquista, pero no el fin de Gaztañeta, que en 1721 crea (o recupera su actividad) en Cantabria el astillero de Guarnizo, cuya dirección, que mantendría hasta 1724, serviría de pie de rey en los futuros arsenales de Ferrol, Cádiz y Cartagena.

Para esta fecha, Gaztañeta ya contaba sesenta y ocho años, y todavía guardaba energía. Tanta que seis años después, con setenta y cuatro, y ante el bloqueo de Portobelo por los británicos durante la guerra de 1727-1729, siendo Gaztañeta custodio del tesoro, logró escamotear toda una flota británica, rompiendo el bloqueo y esquivando a tres almirantes del enemigo: la escuadra de Hossier, la de Wager y la de Hoppson, que merodeaban con la esperanza de capturar los cincuenta millones de pesos fuertes que transportaba.

Tras estas hazañas  moría en Madrid el cinco de febrero de 1728, y como todo gran hombre, a pesar de haber realizado una obra inmensa dejaba pendiente una gran labor, parte de la cual tomaría forma en el astillero de Guarnizo el año 1730 cuando siguiendo las proporciones establecidas por él en su estudio de 1720 titulado “Proporciones de las medidas más esenciales para la Fábrica de Navíos y Fragatas”, se construyó el Real Felipe, el navío más grande del mundo, que contaba con tres puentes y ciento catorce cañones, que fue estudiado en detalle por nuestros enemigos tradicionales, que lo tomaron como base de navíos de primera clase como el T. Slade o el Royal George de 1746 y el Victory de 1765. 



BIBLIOGRAFÍA:

Anduaga Egaña, Aitor. Gaztañeta Iturribaltzaga, Antonio (1656-1728). Enciclopedia Auñamendi [en línea], 2024. [Fecha de consulta: 13 de Diciembre de 2024]. Disponible en: https://aunamendi.eusko-ikaskuntza.eus/es/gaztaneta-iturribaltzaga-antonio-1656-1728/ar-150157/

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Ocampo Aneiros, José Antonio. Antonio de Gaztañeta e Iturribalzaga. En Internet https://dbe.rah.es/biografias/10640/antonio-de-gaztaneta-e-iturribalzaga Visita 13-12-2024

Pintos, Gabriel e Itsaso Ibáñez. ANTONIO DE GAZTAÑETA E ITURRIBALZAGA (1656-1728) NOTAS BIOGRÁFICAS INÉDITASEn Internet https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7153452 Visita 13-12-2024


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