En el imaginario europeo, y en gran parte merced a las noticias aportadas por Marco Polo en el siglo XIV, China se presentaba como una nación culta y rica, y ya en pleno siglo XVI, con los magníficos descubrimientos habidos en América, las coronas de España y Portugal se habían lanzado a la exploración del Extremo Oriente por parte de Portugal, y del Extremo Occidente por parte de España, coincidiendo inexorablemente en el mismo punto. El objetivo no era otro que la obtención de las ansiadas especias cuyo acceso había sido cortado por el Mediterráneo al haber caído Constantinopla en poder de los turcos.