Desde la antigüedad se ha venido generando legislación relacionada con el mar, siendo que el 1 de diciembre de 1283 y en el Reino de Aragón fue creado por Pedro III el primer tribunal mercantil de los reinos de las Españas, el Tribunal del Consolat del Mar, cuya misión sería atender y juzgar los asuntos que pudiesen surgir entre mercaderes y hombres de mar. Luego, ese ejemplo fue seguido por Sevilla, Bilbao, Burgos, San Sebastián o Málaga, y ya en la Edad Moderna, con motivo del descubrimiento de América, con las oportunas variaciones motivadas por el tiempo y por la nueva situación económica y política, se creó en Sevilla el nuevo Consulado de Comercio destinado a regular el tráfico comercial, y tras Sevilla vendría México de forma destacada, para posteriormente ejercer funciones similares los Consulados de Veracruz, Guadalajara (de Nueva España), Lima, Buenos Aires, Cartagena de Indias o Santa Fe.