Cesáreo Jarabo Jordán
Participación política según el artículo 23 de la declaración de los derechos humanos en el islam, proclamados en El Cairo por la Conferencia Islámica celebrada del 31-7 al 5-8 de 1990:
Artículo 19d: No hay crimen ni castigo sino según
los preceptos de la sharia.
Artículo 23-b: Todo ser humano tiene derecho a
participar directa o indirectamente en los asuntos políticos de su país, así
como el derecho a asumir funciones políticas según estipulen los preceptos de
la sharia.
Artículo 24.- Todos los derechos y deberes
estipulados están sujetos a los preceptos de la sharia.
Art. 25.- Idem
Etc.
Si tuviésemos que
hablar del pensamiento político en los Evangelios, acabaríamos hablando de
extremos cuya referencia a los Evangelios sería colateral, y ello estaría
basado en los mismos Evangelios, ya que Jesucristo nos manifiesta que hay que dar a
Dios lo que es de Dios y al César lo que
es del César.
Mientras el cristianismo sólo exige coherencia a
los cristianos a la hora de conformar su pensamiento político, y sólo exige la
salvaguarda de los principìos teológicos (y humanistas) que emanan de la
doctrina y que coinciden con el derecho natural, y da libertad en cuanto a todo
lo demás, pretender buscar en el Islam algo similar es tarea condenada al
fracaso.
Encontrar en el islam una expresión que quiera parecerse, aunque sea de
muy lejos a lo que encierra la sentencia de Nuestro Señor, es tarea harto
complicada, porque si bien es cierto que el cristianismo pone a Dios como cima
de todas las cosas, no es desdeñable en absoluto el camino que nos marca
Jesucristo en lo relativo a las cosas terrenas, y en concreto a las cosas
políticas.
En base a esa premisa, queda manifiesto que cada miembro de la sociedad tiene un conjunto
de opiniones y de actuaciones que no tienen por qué interferir con Dios. Son
cuestiones de cada quién.
Con el Islam no sucede lo mismo. En principio no
parece que en el Islam se reproduzca ese mismo precepto de independencia, donde
todo está férreamente supeditado a lo dictado en el Corán; con una
particularidad: Es francamente difícil separar en el Islam los derechos civiles
de los derechos religiosos, ya que los derechos de cualquier miembro de la
sociedad civil no son iguales a los demás, sobre todo si se trata de un no islamista.
Sin embargo, algo llevan por delante los islamistas
sobre los cristianos: No secularizan la religión, sino que impregnan con su fe
el orden social. El Islam se mantiene como orden de vida, mientras los
cristianos somos incapaces de hacer lo propio con el cristianismo, siendo que
el cristianismo da libertad absoluta mientras que en el islam todo es
esclavitud; todo está regulado bajo las leyes del Corán y de la sharia (que
está compuesta por el corán y la Sunna del profeta), que controlan hasta lo más
nimio, hasta aspectos de higiene o de mal gusto… y en esos casos no siempre
imponiendo lo que podemos entender como más correcto.
En el Islam,
lo que podríamos entender como parlamentarios está reservado a los “ulemas”, y
los ulemas son personas poseedoras de conocimiento de la ley. Bajo este
concepto, hay pensadores musulmanes que defienden que un físico, un químico, un
economista… son ulemas, y como tales, dotados para conformar algo que podemos
entender como parlamento… siempre y cuando se muestre sometido a la sharia.
No seré yo
quién critique que los aspectos políticos deban someterse a los aspectos
morales. Hay que dar a Dios lo que es de Dios, y en eso, personalmente, tengo
plena coincidencia con la teoría del islam…
Pero es que,
además, hay conceptos como el referido de dar al César lo que es del César, que
quedan reiteradamente suprimidos, y con ellos el menor atisbo de autonomía
personal, y ahí, como cristiano, me rebelo. Así, si no es reprobable que el
Corán anime a comer con moderación (Sura 7: aleya 31) o a guardar la buena
apariencia (7:32), también las tradiciones del profeta señalan otros aspectos
menos comprensibles como “que un
creyente fuerte es más amado por Alá que un creyente débil” (Tradiciones del
profeta o “Hadiz” relatado por Muslim, Ahmad, Ibn Mayah y Al Baihaqui),
y señala obligaciones que entran más en el ámbito de la autonomía personal,
como el
baño corporal, que es obligatorio al asistir a las oraciones de los viernes (“Hadiz”
transmitido por Bujari.) así como el uso de perfume, cortarse las uñas, afeitarse el pubis y
depilarse las axilas (“Hadiz” relatado por Bujari y Muslim), o no recriminar
a nadie porque se lance una ventosidad...
Y
es que los “Hadiz” tienen gran importancia, porque hay cuestiones que no quedan
reflejadas en el Corán, y que sin embargo son tenidas en cuenta para la ley
islámica porque han sido transmitidas como tradiciones del profeta; cuestiones
sobre las que Mahoma actuó u opinó de forma tácita. Para dar valor a estos
“Hadiz”,que alcanzan valor de ley, se recurre a quienes los han relatado.
Cuanto mayor sea la lista, mejor.
El
Islam es meticuloso en asuntos que nos pueden llegar a parecer extremadamente
curiosos, pero es que, según el Islam, el hombre debe someterse completamente a
la voluntad de Dios. Por eso Islam significa “someterse” y sus devotos, los
musulmanes, son “aquellos que se someten”. Pero… ¿Es realmente por eso?, porque
como cristianos debemos estar totalmente de acuerdo con la idea de someterse
completamente a la voluntad de Dios… Y sin embargo, el cristianismo no hace
especial hincapié en el concepto de sometimiento, sino más bien en el de
filiación, dando lugar a la autonomía. Ahí, parece, radica el principio
diferencial entre una ideología sincretista como la musulmana y una religión
como la cristiana.
Y es que, si
algo destaca en el Corán es el concepto de sometimiento, manifiesto en
afirmaciones como la siguiente “Y entre Sus signos está el haberos creado
esposas nacidas entre vosotros, para que os sirvan de quietud”, si bien
también anima al hombre a ser afectuoso y bondadoso. Corán Sura 30:21;
en concreto es obligatorio que el hombre mantenga a su esposa y a sus hijos,
proporcionando alimento, vestido y vivienda; es su protector y debe darle buen
trato…. Prácticamente el musulmán está obligado a dar a su mujer y a sus hijos
el mismo trato que a los animales de carga.
Sometimiento
que se representa, lógicamente, hasta en el último eslabón social. Según la tradición islámica (o hadiz)
dijo
Mahoma que el mejor consuelo en este mundo es una mujer piadosa,[82] por lo
tanto debe mostrar respeto y obediencia siempre que no sea pecado; no le está
permitido admitir la entrada en la casa a alguien que desagrade a su marido,
obedecer a alguien en contra de éste y acudir a su lecho cuando éste la
requiera.[83]
A los ojos de una mente occidental y cristiana, este asunto chirría,
puesto que, si por un lado es cierto que para un hombre occidental y cristiano
el mejor consuelo es una mujer piadosa, no es menos cierto que para una mujer
occidental y cristiana el mejor consuelo es un hombre piadoso; por supuesto,
para personas occidentales y cristianas, el respeto también debe ser mutuo, y
la obediencia, ¡por qué no!, también mutua para aquellas cuestiones que uno
domine mejor que el otro.
Otro asunto que también chirría es que, siendo aceptable de todo punto
la idea de no admitir la entrada en la casa de alguien que desagrade al marido,
nada diga de hacer lo mismo con alguien que desagrade a la esposa… Y no
hablemos ya de la obligación que tiene la mujer de acudir al lecho cuando sea
requerida, sin tener en cuenta su libre voluntad.
Y volviendo al tema de los hijos, éstos tienen el deber de
fidelidad y obediencia a los padres que sólo cesa en el caso de que estos
quisieran alejar a sus hijos de la fe musulmana.
No obstante, debemos convenir que, aunque observemos en el Corán el más
puro y duro sometimiento, no por ello vamos a encontrar permanentemente
consejos perversos. En absoluto. Hay consejos que son positivos, y no son
pocos. Debemos convenir que, en definitiva, la voluntad manifiesta es el bien.
Otra cosa es que los caminos que se marcan para el bien sean exactamente los
que corresponde a una mente libre.
Si hemos dado
una pincelada en lo relativo a la relación de familia, en cuanto a la relación
con los vecinos, el Corán prescribe continuamente tratarlos bien,[86] y prohíbe
incomodarlos o perjudicarlos,[87] comer
hasta saciarse mientras el vecino tiene hambre,[88] y cuenta
la tradición que Mahoma dijo que aquél cuyo vecino no esté a salvo de su maldad
no entrará al Paraíso.[80
Debemos
convenir que los mandatos del Corán en este sentido son positivos, y en algún
punto encomiables, como la citada prohibición de saciarse mientras el vecino
tiene hambre.
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Al intentar
profundizar en el asunto titular de esta exposición nos encontramos con que algunos
eruditos musulmanes dicen que una nación islámica se basa en cuatro pilares:[53] La ley de Ala, la Ciudadanía, el Territorio y la Autoridad.
Veamos cómo se desarrolla cada uno de
estos aspectos:
La ley de Alá,
es una legislación que caracteriza a la nación islámica y el Corán ordena que
se juzgue con ella.,[54] De la
misma manera reprende a quien no legisle con ella describiéndolo como impío,[55] perverso[56] o infiel.[57]
Pero
hay que ver qué entiende el Islam por “piedad”, siendo que la ley abarca todos
los aspectos de la vida; desde las cuestiones económicas hasta las cuestiones
penales, y tiene una fuerte base en la ley del talión. Así, la sura 5 aleya 45
reza: “Les hemos prescrito en ella:
«Vida por vida, ojo por ojo, nariz por nariz, oreja por oreja, diente por
diente y la ley del talión por las heridas». Y si uno renuncia a ello, le
servirá de expiación“.
Algunos
de los delitos que son castigados con la muerte en aplicación de la sharia (o
camino al manantial) son: violación de niños, (la violación de mujeres es de
probanza casi imposible, y quien termina ejecutada suele ser la mujer violada
por adulterio), brujería, tráfico de drogas, asalto a mano armada y
homosexualidad.
Ordena flagelación contra el fornicador y la fornicadora (sin distinción)
(sura 24 aleya 2ª). Y sentencia que el fornicador no podrá casarse más que con
una fornicadora o con una asociadora.[1] La
fornicadora no podrá casarse más que con un fornicador o con un asociador. (sura
24 aleya 3)En la sura 24 aleya 4ª ordena el castigo de quienes difamen a las mujeres honestas sin poder presentar cuatro testigos. No obstante, el testimonio de un hombre equivale al testimonio de dos mujeres. Además, la supeditación de la mujer queda manifiesta nuevamente en la aleya 6, donde afirma que quienes difamen a sus propias esposas sin poder presentar a más testigos que a sí mismos, deberán testificar jurando por Alá cuatro veces que dicen la verdad. Evidentemente, la mujer, aunque jure cuarenta veces, y aunque aporte testigos, no le resultan válidos.
Eso sí, en la aleya 8 de la misma sura se da a la mujer una vía de escape al castigo si jura por Alá cuatro veces que el esposo miente. Y en la Aleya 23 lanza una maldición a quienes difamen a las mujeres honestas.
Pero la sharia no se limita
a las relaciones personales. Y es que el Islam, como el cristianismo, es una
religión total, que pretende estar en todos los ámbitos de la vida; por lo
mismo no entienden que se pueda separar la religión de la economía , y como el
cristianismo, no prohíbe que la sociedad crezca económicamente, todo lo
contrario, promueve que haya un desarrollo económico igualitario y justo para
todo; por ello, establece como principio básico en las transacciones que se
realizan entre la gente, el Iman (la fe), la Taqwa (el temor a Alá, la
complacencia de Alá) y la moral, aspectos sobre los que debe prosperar todo
sistema económico y financiero.
Estos principios pueden
coincidir con los principios cristianos, incluso el Corán se manifiesta
abiertamente contrario al préstamo con intereses (2:275)
(30:39)
Pero al fin estos aspectos, que son importantes, acaban teniendo una
importancia menor ante otras cuestiones que prevalecen; por ejemplo, en la
aleya 19 se marca algo preocupante, cuando menos: “Quienes deseen que se
extienda la torpeza entre los creyentes, tendrán un castigo doloroso en la vida
de acá y en la otra. Alá sabe, mientras que vosotros no sabéis.”¿Y qué es la torpeza? Ahí estriba el asunto de la cuestión, porque el castigo doloroso será infligido sobre quienes sean torpes, y son torpes, sobre todo… los infieles…, pero no sólo los infieles.
Dejamos por el momento el primero de los pilares de la nación islámica, o lo que puede ser lo mismo, del pensamiento político islámico.
Pasemos pues al segundo pilar.
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La ciudadanía:
La sharia, o
ley de Alá señala que los ciudadanos deben ser musulmanes, aunque también
pueden ser no musulmanes. Esta aceptación es una muestra de benevolencia; no es
el reconocimiento de ningún derecho, sino la concesión de un privilegio cargado
de cortapisas.
En el caso de
los ciudadanos no musulmanes, manifiestamente ciudadanos de tercera categoría, se
dividen en dos tipos: Ahlu-dimah y musta´minun. Los Ahlu-dimah son los judíos y cristianos
que acceden a un acuerdo con el gobierno
para que su religión no sea perseguida a sangre y fuego (la sharia, al respecto
habla de protección de la religión) y sus bienes no sean incautados; entre sus
obligaciones está el pagar la "yizia", no vender cosas
prohibidas en el islam y no prohibir que si alguien de sus familiares quisiera
convertirse al islam lo haga. Por su parte tienen prohibido hacer acólitos, y
la apostasía del islam está sancionada con la muerte (Sura XVI,
106) . Por su parte, los musta´minun
son de cuatro tipos: mensajeros, comerciantes, arrendatarios y turistas o
quienes tienen alguna necesidad en la nación; no tienen la obligación de pagar
la "yizia" debido a que residen en el territorio sólo por un
tiempo determinado, y por supuesto no pueden dar ninguna muestra externa de
pertenencia a otra religión que no sea el Islam.
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El tercer pilar es el Territorio: es donde
vive la ciudadanía; los alfaquíes dividen los territorios en dos: territorio
islámico y territorio no islámico.
En el
territorio islámico será de aplicación la sharia, y en territorio no islámico,
los islamistas deberán seguir las instrucciones emanadas del Corán: “Que
no tomen los creyentes como amigos a los infieles” (3:28) (4:144). Y más “Los
infieles son para vosotros un enemigo declarado” (4:101) Y más: “para los
infieles tenemos preparado un castigo humillante” (2:90) ideas idénticas:
(2:104) (4:151) (1:161) (9:3) (39:71) (41:27) (41:50) (42:26) (48:25)
(58:4)(58:5) (67:29) ¡Que no crean los infieles que van a escapar! ¡No podrán!
(8:59). Combate contra los infieles (9:73) (9:123) No obedezcas, pues, a los
infieles y lucha esforzadamente contra ellos (25:52) (33:1) (33:48) Cuando
sostengáis, pues, un encuentro con los infieles, descargad los golpes en el
cuello hasta someterlos. Entonces, atadlos fuertemente. Luego, devolvedles la
libertad, de gracia o mediante rescate, para que cese la guerra (47:4) ¡Combate
contra los infieles y los hipócritas! ¡Muéstrate duro con ellos! (66:9) Para
los infieles hemos preparado cadenas, argollas y fuego de gehena. (76:4) Ese
día, los creyentes se reirán de los infieles (83:34)
La
relación de aleyas es de aquellas que el Corán indica una acción concreta; una
orden de actuar a los musulmanes. Hay muchas más referencias condenatorias,
vejatorias y demostrativas de odio; literalmente demostrativas del odio que
lleva implícito el Corán; odio que con esa misma palabra es manifestado de
manera reiterada como sentimiento de Alá en concreto hacia los infieles.
No
es que los infieles se encuentren discriminados políticamente de los fieles; es
otra cosa.
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El cuarto
pilar es la autoridad. En cuanto al asunto de la autoridad se adopta un
concepto más cercano a la aristocracia que a la democracia, aunque con el
añadido del sometimiento absoluto, la figura del mandatario, y desde los
concepto clásicos, el sistema de gobierno más que aristocrático bien puede
entenderse como tiránico.
Históricamente,
tras la muerte de Mahoma el 8 de Junio del año 632, En el territorio islámico, es nombrado califa Abu Bakr y a la muerte
de éste, en 634 es nombrado Umar, que junto a su sucesor Utman constituyen el grupo
de califas ortodoxos, y es a ellos, al emir y al imam a quién debe obedecer el pueblo musulmán;
el Corán encomienda que se les obedezca,[58] siempre y
cuando no contradigan las leyes del islam. Así, la sura 4, aleya 59
señala: “¡Creyentes! Obedeced a Alá, obedeced al Enviado y a aquéllos de
vosotros que tengan autoridad. Y, si discutís por algo, referidlo a Alá y al Enviado, si es que
creéis en Alá y en el último Día. Es lo mejor y la solución más apropiada.”
La forma en
que son elegidos son tres: por consulta o elecciones entre los eruditos de la
ley (de ahí mi afirmación primera de gobierno aristocrático), si bien la
costumbre es que el emir elige a su
sucesor, o a través de un golpe de Estado, y estas son las formas históricas
más asentadas (motivo por el que señalo que es tiranía).
La autoridad
político-religiosa máxima en el islam es el califa, elegido entre los creyentes.
El último califato, el otomano, desapareció en 1924. En segundo lugar se sitúan
los emires, que son los distintos príncipes islamistas (pensemos en los
emiratos árabes), y a continuación le siguen el jeque, que es un título
aplicado a líderes religiosos o políticos a nivel local , el alcalde y el imán, que en principìo
puede ser cualquiera que dirija bien la oración, y que lo será sólo mientras
dirija la oración, aunque en la práctica no es exactamente así. En la mente de
todos está la existencia de Imanes que se han significado en otro sentido; de
hecho, para los chiíes, el Iman sí es un personaje dirigente, un guía religioso
que generalmente es nombrado por la propia comunidad. Existe de todos modos una
serie de sabios, los ulama y alfaquíes, que tienen el mismo tipo de
autoridad social y religiosa que el clero en otras religiones.
¿Y dónde queda la “Consulta” que últimamente es destacada
por algunos?. Respecto a este asunto la Sura 42 aleya 38 dice: Escuchan a su
Señor, hacen la azalá, se consultan mutuamente… Pero así como otras cuestiones
son remarcadas en el Corán hasta en centenares de ocasiones, ésta tiene sólo
esta única referencia.
Sí, una única referencia en el Corán. No obstante es digna
de ser tenida en cuenta por la importancia que la misma está teniendo en los
últimos tiempos. Es en esta única referencia en la que se basan los “hermanos
musulmanes” para decidir que un gobierno islámico es una democracia
representativa limitada por la “sharia”[2]. Pero
es el caso que aplican condiciones sumamente interesantes, como es el hecho de
que las campañas no las puede dirigir cada candidato, sino que son expuestas
por un ente neutral, lo cual garantiza igualar las posibilidades de los
candidatos, a quienes se les exige integridad moral (integridad moral musulmana,
por supuesto). Pero es la forma la que quiero reseñar como novedosa.
Cuatro
pilares de representación, que, en principio, parecen de una lógica más
aceptable que otros conceptos representativos que se nos presentan como
inamovibles.
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Pero sigue resultando
difícil determinar estrictamente un pensamiento político, porque al fin y al
cabo, El Corán es el producto literario de una mente no cultivada en exceso; de
una persona implicada directísimamente en luchas armadas tribales, sangrientas,
vengativas, en no pocas ocasiones profundamente injustas y cargadas de odio.
Mahoma no
conoció otra estructura social que la de la tribu; el pensamiento político,
así, se enmarcaba estrictamente en el concepto de tribu, y por supuesto, si
Mahoma acabó siendo la cabeza visible de un gran y terrorífico imperio fue
gracias a varias cuestiones:
- La estructura mental de un pueblo
acostumbrado al sometimiento.
- La extrema violencia aplicada sobre
quién no se sometía.
- Los éxitos obtenidos en sus razzias
militares
Así,
la religión que inventó acabó siendo impuesta tan sólo porque se había hecho
temer, y como consecuencia, el Corán parece encajar más en la concepción
estrictamente política que en cualquier concepción religiosa. Y en una
concepción de política estrictamente tribal, que en ocasiones guarda cierta
compostura y humanidad, pero en muchas ocasiones muestra crueldad, rencor,
venganza, engaño, asesinato.
A los oídos occidentales suena muy fuerte la última aseveración, pero para
corroborar lo afirmado no hace falta otra cosa que acudir a la lectura del
Corán y la Sunna. Así, la sura 3, aleya
169 dice “Y no penséis que quienes han caído por Alá hayan muerto. ¡Al
contrario! Están vivos y sustentados junto a su Señor. 3:170 Contentos por el
favor que Alá les ha hecho y alegres por quienes aún no les han seguido, porque
no tienen que temer y no estarán tristes, 3:171Alegres por una gracia y favor
de Alá y porque Alá no deja de remunerar a los creyentes.3:172A quienes
escucharon a Alá y al Enviado, luego de la herida recibida, a quienes, entre
ellos, hicieron el bien y temieron a Alá, se les reserva una magnífica
recompensa”.Es una clara llamada al atentado personal, con premio celestial para el que se inmola. Una clara llamada al terrorismo. Una llamada al asesinato que se realiza a lo largo del Corán; así, en la sura 5:33 Retribución de quienes hacen la guerra a Alá y a Su Enviado y se dan a corromper en la tierra: serán muertos sin piedad, o crucificados, o amputados de manos y pies opuestos, o desterrados del país. Sufrirán ignominia en la vida de acá y terrible castigo en la otra., y en la Sura 8:12: ¡Cortadles del cuello, pegadles en todos los dedos!»… y en la Sura 47:4 Cuando sostengáis, pues, un encuentro con los infieles, descargad los golpes en el cuello hasta someterlos. Entonces, atadlos fuertemente. Luego, devolvedles la libertad, de gracia o mediante rescate, para que cese la guerra.
Y sólo un ejemplo más: Sura 9:5 Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los asociadores (los idólatras, los cristianos)[3] dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes!
No es que no haya más ejemplos; es que resulta tedioso continuar con ellos. Pasemos a ver el ejemplo, no ya literario, sino físico de Mahoma: Resulta que, tras la batalla de Badr, donde se produjo tal matanza que el propio Mahoma tuvo que intervenir a fin y efecto de que la misma no le impidiese hacerse con esclavos, manifestó su deseo de que lo librasen de Asmä bint Marwan que componía versos que le desagradaban. Un acólito se encargó de asesinarla y no dudó en presentarse ante su amo para comunicárselo, a lo que Mahoma le respondió: <¡Tú has ayudado a Alá y a su Enviado, oh Omayr>".
Más ejemplos singulares han pasado a la historia, como el asesinado del poeta Abú Àfak o el de Kaab ibn 'Áshraf que fueron condenados a muerte por Mahoma por haber manifestado diferencia de criterio. La biografía que de Mahoma escribió Ibn Is´háq, trata ampliamente las campañas y expediciones de los musulmanes en la época del profeta. Entre las expediciones cuenta numerosos asesinatos políticos.
Eso es la génesis de la doctrina musulmana. Más adelante, en el siglo VIII, los califas abasíes harían de Mahoma un profeta rodeado de toda perfección y convirtiendo su violencia en mística religiosa.
Y pensamos… ¿No hablábamos del pensamiento político en el Corán? Seguimos.
Mahoma,
a los 49 años, casó con una niña de 6 años, a la que respetó… hasta que cumplió
nueve… y para celebrarlo realizó la Hégira, por la cual acaba controlando la
ciudad de Medina.
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Analizando
más aspectos del Islam podemos descubrir algunas otras diferencias sustanciales
con la concepción cristiana de la vida.
Ya hemos
señalado alguna diferencia en el trato de la mujer… y de los hijos... y de los
enemigos… y de…
¿Y de la
esclavitud?, ¿qué opina el Corán sobre la esclavitud?
El Corán
asume como un hecho normal la esclavitud, si bien ordena tratar con humanidad a
los esclavos. En ese aspecto, todo parece semejante al derecho romano, y si
fuese así, debemos reconocer que, en algunos aspectos, llevarían ventaja a las
relaciones laborales existentes en el mundo liberal capitalista, con los
sindicatos incluidos. Pero no vamos a introducirnos en este tema, que daría
para largas disputas.
Lo importante
en el islam es la concepción de la esclavitud, que a pesar de lo expresado habría
que compararla con la concepción de la esclavitud en el Imperio Romano, aspecto
que tampoco vamos a abordar en este momento.
Pero para
ubicarse en estos conceptos dentro del ámbito islámico, podemos preguntarnos
si, por ejemplo entenderíamos que Cristóbal Colón o Hernán Cortés, por poner
dos ejemplos, hubiesen actuado como esclavos de un señor determinado, llámese
Reyes Católicos, llámese Carlos I, o llámese como se llame. Si no tuviésemos
capacidad para entender ese extremo, entonces, difícilmente seríamos capaces de
comprender la concepción islámica a este respecto; al respecto de la
esclavitud.
Y me temo que
es el caso. Porque, por poner un ejemplo, Tárik, el artífice de la conquista de
España, no era sino un esclavo de Muza Ibn Nusair. Un esclavo que acabó traicionándolo y que no
acabó siendo castigado por su amo gracias a que el califa Sulayman le privó de
ese derecho como consecuencia de que a su vez él le perdonó la vida.
Pero la esclavitud… ¿qué límite tiene la esclavitud?, ¿puede la mujer
considerarse libre en el Islam? «Vuestras mujeres son un campo para
vosotros. Id a ellas como os parezca», dice en el sura 2, v. 223. El
hombre puede forzarla a obedecer, puede mandarle e incluso puede pegarle (sura
4, v. 38/34)… Y puede repudiarla, mientras ella no; ya hemos visto que el
testimonio de la mujer vale exactamente la mitad del hombre, y en las herencias
pasa otro tanto….
Pero
hay más… La mujer no puede orar cuando tiene la menstruación, y siempre lo hará
totalmente tapada. La mujer no tiene obligación de acudir a la mezquita, y
cuando lo hace se queda detrás de los hombres.
A la
hora de rezar la mujer debe hablar en tono más bajo que el hombre, y se situará
detrás de él.
Y aún así, el Islam representa una ventaja jurídica para la mujer árabe.Para finalizar: Pensamiento político es todo el Corán, ya que difícilmente puede ser considerado religioso un texto que destila odio y más parece un tratado de terrorismo que una doctrina religiosa. Cierto es que a lo largo de la obra, que tiene un total de 127136 palabras se cita 1650 veces a Alá; 104 veces la palabra “dios”…y 167 veces la palabra “perdón”… pero relativa a la negación del mismo se repite hasta en 19 ocasiones, siendo la reiteración de ideas, en ocasiones hasta con las mismas palabras, en torno a cincuenta.
Es de señalar que en los textos cristianos que he utilizado, compuestos por cinco autores (los cuatro evangelistas y San Pablo), en un texto que consta de 128827 palabras, el nombre de Dios es citado en su conjunto, en 958 ocasiones. Me permito al respecto recordar el segundo mandamiento de la ley de Dios.
Como última muestra, consideremos la Sura 9 Aleya 80: Da lo mismo que pidas o no que se les perdone. Aunque lo pidieras setenta veces, Alá no les perdonaría, porque no han creído en Alá y en Su Enviado. Alá no dirige al pueblo perverso. (De remarcar es la cifra que da de setenta veces que se pida perdón y que Alá no perdonará. Recordemos que Jesús dice que hay que perdonar no ya siete veces, sino setenta veces siete),
Podríamos seguir desmenuzando el texto del Corán, y personalmente aconsejo que se haga a nivel individual. Es francamente aleccionador, y lamentablemente, la gente no lee, cuando el peor enemigo que puede encontrar el Corán es, precisamente, que sea leído.
[1] asociar, según la doctrina
islámica, es un falseamiento de la realidad por miedo o debilidad. Asociar
sería equivalente a aferrarse a falsos ídolos, falsos dioses, falsas promesas,
falsas esperanzas, falsos protectores y falsos refugios. El asociador difiere
del idólatra y del politeísta, pues asocia a un dios principal uno a más dioses
menores o secundarios (Corán 15-96).
[2] Política e Islamismo.
Ferrán Izquierdo . http://www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/n%BA65%20Nov.08/PoliticaIslamismo.htm
[3] asociar, según la doctrina
islámica, es un falseamiento de la realidad por miedo o debilidad. Asociar
sería equivalente a aferrarse a falsos ídolos, falsos dioses, falsas promesas,
falsas esperanzas, falsos protectores y falsos refugios. El asociador difiere
del idólatra y del politeísta, pues asocia a un dios principal uno a más dioses
menores o secundarios (Corán 15-96).
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