domingo, noviembre 01, 2015

LA REBELIÓN DE PAULO

 


Cesáreo Jarabo Jordán
pensahispa@gmail.com





ÍNDICE:


A MODO DE INTRODUCCIÓN: LOS JUDÍOS……Pag. 2


EL ENTORNO SOCIO-POLÍTICO Y LA DERROTA DE PAULO…Pag. 11


TRAS LA VICTORIA SOBRE PAULO………………………………Pag. 22


TRAS LA DEFENESTRACIÓN DE WAMBA……………………….Pag. 27


BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………….Pag. 30


 










A MODO DE INTRODUCCIÓN:

LOS JUDÍOS

Entiendo indispensable para procurar el entendimiento de un momento y de unas actuaciones históricas que intentemos aclarar la situación del llamado problema judío en la España Visigoda. Puede parecer algo extraño, como extraño le pareció al autor de este artículo encontrarse con este asunto en el estudio de una sublevación, pero resulta de vital importancia para comprender la misma.

Se ha hablado mucho de la marginación que ha sufrido el pueblo judío, y en ocasiones se ha hablado de forma equívoca. Intentaremos ser prudentes y procuraremos ajustarnos al máximo a los hechos. También procuraremos averiguar si existe el pueblo judío.

La verdad es que, en España, y hasta momentos concretos de la historia, “Los judíos no estaban confinados en un barrio reservado. Es verdad que habían conservado la costumbre de agruparse alrededor de la sinagoga. Existían por lo tanto barrios judíos, pero aparecieron tardíamente hacia el fin del siglo X.” 1

Como vemos, es un autor judío militante quién nos señala el camino para lograr comprender la situación de lo que conocemos como “gueto”. Se agrupaban alrededor de la sinagoga. Para entendernos en términos modernos, el “gueto” sería algo así como un barrio exclusivo de un sector social con un poder adquisitivo alto, que se agrupa, relativamente apartado de los demás, en base justamente a ese poder económico. Hoy podríamos pensar en las urbanizaciones que están ubicadas alrededor de las ciudades.

Si de ahí surgen algunas otras cuestiones es algo que también habrá que dilucidar. Al respecto, algunos historiadores destacan que “al hablarnos del problema judío en el reino visigodo, y ello de una manera más o menos clara y tajante, que los judíos constituían una minoría social inasimilada; que eran diferentes y “no encajaban en la organización social del momento”… que constituían una raza aparte… ¿pudieron actuar los celos económicos de toda la sociedad hispanovisigoda hacia una minoría escandalosamente rica?”2

Esta es una pregunta que escapa al ámbito de este artículo… y a la voluntad de su autor. No obstante, ahí queda la cuestión.

Y en lo relativo a otros aspectos; ¿cómo queda el hecho de la libertad humana de los judíos dentro del mundo visigodo? Decididamente, los judíos “Eran más libres que los siervos y que muchos burgueses. Además, y esto era lo importante, la situación jurídica de los judíos no los rebajaba. No eran tratados a modo de parias; no estando cargados de ningún menoscabo civil o profesional, no quedaban excluidos de la sociedad. A los ojos de sus contemporáneos aparecían como uno de los múltiples engranajes de la sociedad.” 3

Vamos, poco más hay que decir… Sencillamente eran un engranaje más de la sociedad.
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“La diferencia primaria entre judíos y cristianos estriba en el reconocimiento de Cristo como el Mesías y su carácter divino como hijo de Dios y concebido por una virgen, y además en que los judíos siguen los preceptos de la Torá sin los cambios introducidos por los Evangelios.” 4

“No constituían una raza definida, con una situación jurídicamente inferior a la de los godos y los hispanorromanos. Conviene insistir en ello. Hablar de una raza judía sería como referirse a una raza cristiana. ¿Qué podría quedar de su sangre semítica en gentes dispersas desde siglos, que no excluían, incumpliendo las leyes, el matrimonio mixto y dedicadas además al proselitismo?... De la raza no es posible salir, y los judíos podían hacerlo de su condición judía con un acto de voluntad y un rito; es decir, con sólo hacerse cristianos.”5

“Desde muchos puntos de vista, los judíos eran vistos y admitidos como hombres de la misma manera que los demás hombres. No eran objeto de ninguna verdadera discriminación social o económica.” 6

Sin embargo, hay algo que no se oculta a nadie: En el reino visigodo… y hasta el siglo XVI, se sufrió un gran problema en España; un problema que, al estudiar la rebelión del Dux Paulo brilla con luz propia: el problema judío. ¿Y qué es el problema judío? Creo que como tal se puede entender la voluntad de un grupo de personas por no comprometerse con una sociedad de la que por naturaleza forma parte. El orgullo de sentirse diferentes a los demás, que les lleva a tener el estatuto de extranjero aún siendo naturales del lugar; que prefieren pagar un impuesto especial por el hecho de ser residentes extranjeros antes que sentirse igual que los vecinos con quienes conviven y de los que no les diferencia nada, ni la sangre, ni la raza, porque la raza se halla diluida después de generaciones de cruce racial. Sólo les diferencia del resto de la sociedad su voluntad de ser diferentes, de mantenerse al margen, de influir sobre la vida social sin que ello les reporte obligaciones a ellos… porque ellos tienen sus particularidades.

El problema judío, así, no existe; existe el problema creado por un grupo de personas privilegiadas y en busca de privilegios, que exige la existencia de dos varas de medir: una para ellos y otra para los demás. Es la imposición de una oligarquía sobre la generalidad de la población.

“En la época visigoda la presencia de los judíos en la vida peninsular adquiere un relieve inusitado. Sus riquezas y sus ocupaciones les atraen el odio del pueblo. Por otro lado, a partir de la conversión de Recaredo al Catolicismo la Monarquía visigoda emprende un camino de unificación religiosa que necesariamente había de tropezar con la resistencia de los judíos. El punto culminante de esta política es el edicto de Sisebuto (612-613) que pone a los judíos ante e1 dilema de abrazar el Cristianismo o emigrar.”7

Lugar común es afirmar que las riquezas y ocupaciones atraen el odio del pueblo. Afirmación que personalmente no llego a asumir, porque romanos ricos existieron… y como existieron romanos ricos, también existieron ricos de otras razas. ¿Que la concentración de esa cualidad con la de recaudadores de impuestos y con la de usureros diese lugar a recelos y enemistades? Ahí sí lo entiendo, pero… ¿qué similitudes podemos encontrar entre los “judíos” de la edad media y los banqueros de hoy? 

En todas estas cuestiones, en la Edad Media y en la Edad Moderna, se identificaba al judío como responsable. Al judío, no como raza, sino como banquero.

Personalmente siento gran admiración por un personaje que vivió los peores momentos del desencuentro con el “pueblo” judío; “Ni ser romano, ni recibir una educación clásica, ni haber nacido en España ni, mucho menos, ser cristiano implicaron en Prudencio un volcarse hacia posturas anti-judías. Todo lo contrario. Como muchos otros hispanos, en él vibró la admiración y la gratitud por el legado pasado de Israel, latió la preocupación por su actual dispersión y por el proceso —aparentemente inevitable— de la asimilación de sus hijos con todo lo que ello implicaba de renuncia a su peculiaridad cultural y espiritual y sonó también la condena de cualquier actitud de violencia hacia los judíos por el hecho de serlo. Esa no era sino una conducta que sólo podía merecer, a ojos del creyente, una repulsa moral sancionada por el Creador.”8

El devenir de la historia enfrentó en España a los godos con los hispano-romanos; siglos de lucha llevaron a entroncarse como un solo pueblo, como siglos de historia hicieron entroncarse a las diversas razas que vinieron a España. Mientras tanto, una clase social, tan mezclada racialmente como las otras, se mantenía ahí, ajena, sin comprometerse en empresas que implicasen riesgo, alejados de la agricultura, de la ganadería, ocupándose de tareas que permitiesen abandonar el lugar si venían mal dadas.

Esa situación debía abocar, inexorablemente, a una toma de medidas por parte de la sociedad; medidas que quedaron plasmadas en los Concilios de Toledo… Como hoy mismo, en el siglo XXI, habrá que hacer en algún momento con la actuación de la banca y de las grandes corporaciones en relación con sus “clientes”, o siervos.

Unas leyes como las reflejadas en los Concilios no surgen porque sí. La cuestión es que estamos tocando un momento histórico particularmente oscurantista en el que sólo capítulos como los concilios de Toledo dan algo de luz.

Debemos notar que la Edad Media, que en tantísimas cosas se parece al tiempo que ahora mismo estamos viviendo, adolecía de lo que hoy mismo se adolece: cultura, transparencia, claridad en las exposiciones…, y en el tratamiento de la libertad, el parecido tampoco es precisamente pequeño.

Como muestra de la situación que tiene la Edad Media con relación a otras épocas donde brillan otros conceptos, podemos observar el hecho que ahora nos ocupa: La rebelión de Paulo, y compararlo con el hecho que le precede en este estudio que estoy realizando sobre los movimientos centrífugos: Sertorio.

Resulta que Sertorio fue protagonista de unos hechos acaecidos siete siglos antes que Paulo, y hoy resulta mucho más fácil estudiar a Sertorio que a Paulo. Hay muchos más datos registrados; investigaciones realizadas por historiadores, en los momentos cercanos a los hechos protagonizados por Sertorio, ochenta años antes de Cristo, que en los relacionados con Paulo, 673 años después de Cristo.

En ese oscurantismo, estamos faltos de datos para saber qué fue lo que provocó las medidas antijudías plasmadas en los Concilios de Toledo. Podemos entrever… podemos suponer… pero no podemos afirmar. Por eso, es muy arriesgado también afirmar que  “el rey Sisebuto ha pasado a la historia como uno de los exponentes de la intransigencia católica con su intento de que toda la población de su reino fuera de esa confesión.”9

Nos parecen duras las medidas, sí; también nos parecerán inaceptables otras medidas ordenadas por los concilios en las que se ordenan hechos inhumanos como retirar los niños judíos de la custodia de sus padres (por cierto, retirar los hijos a sus padres es una medida que hoy se está aplicando por parte de los servicios sociales sobre un sector desprotegido de la población). Medidas inaceptables, sin duda, pero que nunca deben cerrarnos los ojos para la observación de la totalidad, ni deben anularnos para juzgar con inteligencia las actuaciones que con tales medidas se quieren reconducir.

Lo que quiero señalar, insisto, es que el rechazo de medidas tan reprochables como las que estamos comentando, no tienen por qué avalar las actuaciones que tales medidas pretenden cortar. Admitir que las medidas tomadas sean inaceptables no debe comportar aprobar lo que éstas combaten.

Lo que a más de milenio y medio de distancia se deduce es que el Concilio III de Toledo, es esencial para España, aunque la ideología judaica (recuerdo que no es raza) lo vea desde otro ángulo y señale que “El catolicismo se convierte en el único credo. Con ello se ha abierto el camino para el desarrollo futuro. Fue el golpe del destino más duro que cayó sobre los judíos de Europa.” 10 Pero la verdad es que no se trata de una legislación estrictamente antijudía, porque “Se inicia una política dura, dirigida contra los paganos, los arrianos y los fieles a la religión judía. Debe crearse una España católica unida en la que no haya lugar para los disidentes.” 11

Ahí si, parece, vamos dando un poco de luz al asunto. La del Concilio III de Toledo no es una legislación antijudía, sino la búsqueda de una España unida, que a tenor de los tiempos, debe ser de signo católico.

Once de los concilios de Toledo tratan del problema judío, pero no es un asunto que pueda ser considerado estrictamente visigodo, ya que el Concilio de Elvira, de los años 303 a 309, ya se ocupa del asunto, que también tiene reflejo en el Código Teodosiano (438) y en el Breviario de Alarico (506).

Pasando el tiempo, en el reinado de Sisebuto (612-621) se puede fechar lo que ha sido calificado como “persecución religiosa contra los judíos” en el reino visigodo, un hecho que podemos señalar como forzado por Heraclio, emperador de Constantinopla. El año 612 se comenzó por prohibirles tener esclavos, así como los matrimonios mixtos. Como consecuencia de estas medidas hubo exilio de “judíos” a la Galia.

Las medidas represivas se produjeron porque“Los judíos, según declaración del nuevo rey, lejos de haber manumitido o vendido en sazón los siervos cristianos; lejos de renunciar al proselitismo mosaico que arrebataba a la Iglesia no pocos fieles; lejos, en fin, de renunciar a todo consorcio con mujer cristiana,—merced a los disturbios que ensangrientan el reino visigodo a la muerte de Recaredo, — habían vuelto con mayor ahínco a sus antiguos hábitos y costumbres, no sin obtener también de la corona algunas donaciones y aun cargos públicos, de aquellos que por los PP. del Concilio les habían sido vedados.”12

Y todo tenía una base que se expresa en el Canon 7 del Concilio X, donde se señala que las ordenanzas judías les ordenan que “sí redimieres á tu hermano hebreo, te servirá siete años, y después le permitirás que marche libre; lo que sin duda alguna sabemos que se cumple por ellos”… Y acaba el razonamiento señalando que ¿Y que cosa peor ni mas ruinosa existirá para nosotros como la de que los enemigos de Dios quieran mas bien cumplir con sus preceptos, que no los eluden por ninguna razón, cuando nosotros que nos congratulamos de haber sido redimidos por el precio de su sagrada sangre no los cumplimos?”

Medidas que, parece, respondían a “las constantes denuncias de corrupción de nobles, obispos o sacerdotes pagados por judíos y su prohibición tanto en la legislación civil (LV., 12, 3, lO) como en la conciliar, han llevado a numerosos autores a considerar que fueron fundamentalmente comerciantes de medio o gran alcance, sobretodo de esclavos o mercancías.”13

Sisebuto “mandaba que fuesen restituidas a la corona todas las rentas, beneficios o donaciones, obtenidas con engaño de los reyes que le habían precedido: en cambio declaraba una y otra vez que los judíos conversos, no solo tenían la aptitud legal para heredar a sus mayores, sino que debían conservar íntegramente todos sus bienes, admitidos ya en la comunión católica.” 14

Afirmaciones como la precedente vienen a señalar que, efectivamente, la legislación contra los judíos no era una legislación racista, sino una legislación tendente a cortar el poder de las oligarquías, entre las que evidentemente, la oligarquía judía jugaba un papel preponderante. Si sustituimos la palabra “judío” por la palabra “usurero”, o “sectario” obtendremos una legislación que ya no podrá ser catalogada de racista ni antisemita, y sin embargo será de aplicación a las mismas personas. El hecho de que se señale específicamente que los judíos conversos quedaban libres de esa ley parece prueba suficiente de lo afirmado.

 “Los reyes visigodos gobernaron en un escenario en el cual la capacidad de dominación efectiva careció de estabilidad… batallas contra los vascones, astures, cántabros, suevos, francos, bizantinos y musulmanes, y del mismo modo, los levantamientos aristocráticos domésticos lograron quebrar el sistema de dominación regio, cuestionando así la legitimidad del monarca reinante, y produciendo un desgaste de energía y recursos por parte de la corona.”15

La monarquía visigoda se resquebrajaba; “el resentimiento de la nobleza y del obispado hacia el rey era muy grande, y a inicios del reinado de Recesvinto estalló una revuelta de grandes dimensiones que se extendió por el valle del Ebro. Protagonizada por exiliados (refugiae) tuvieron como jefe a Froya, contando con la colaboración de la gens vasconum que cayeron, según Tajón (sucesor de San Braulio), sobre las tierras del Valle Medio del Ebro y las devastaron, tomaron cautivos, saquearon iglesias, consiguieron un rico botín y pusieron sitio a Zaragoza. Chindasvinto sofocó la rebelión rápidamente rompiendo el cerco y dando muerte a Froya, con la ayuda de una nobleza que comenzaba a demandar y a exigir una revisión de las medidas tomadas por Chindasvinto,”16 que había ejercido de rey con características de tirano.

Al ascender Recesvinto, fue convocado el Concilio VIII de Toledo el año 653, en que por primera vez las actas son firmadas por los nobles. En este concilio se amnistió a los replesaliados por Chindasvinto, a quienes se les devolvieron los bienes que les habían sido confiscados.

El Concilio VIII es abierto por Recesvinto el 16 de Noviembre de 691 (era hispánica, que comienza el año 38 a. C.), por lo que estamos hablando del año 653. En la apertura, si bien lo hace a título y potestad de rey, como venía sucediendo desde el III Concilio de Toledo, las expresiones utilizadas son efectuadas con sumisión a la voluntad del concilio. Así dice: “tomad lo escrito en este tomo, en donde podéis conocerlo leyéndolo repetidas veces; y todas aquellas cosas que a su tenor imprimió nuestra potestad, la gravedad de vuestra beatitud efectúe con tanta prontitud y misericordia, con cuanta la serenidad de nuestra mansedumbre os recomienda que las cumpláis.”17 Esa misma sumisión al concilio sería asumida por Wamba cuando ocurrió la sublevación de Paulo y el rey se manifestó como primum inter pares.

Ese mismo espíritu, con ámbito más amplio se refleja en el preámbulo del IX concilio de Toledo, donde  reza: “Pero como que es imposible que juzgue rectamente á los súbditos el que primero no se castiga á si mismo con la censura de la justicia, nos ha parecido apto y conveniente corregir ante todo nuestros excesos, y después pasar á enmendar los de los súbditos.”18

Recesvinto se llamaba en realidad Flavio Recesvinto.19 En la inauguración del concilio señalaba que “denuncio la vida y costumbres de los judíos, de los cuales solos sé que por esta peste está profanada la tierra de mi mando; pues habiendo el Dios omnipotente exterminado de raíz todas las herejías de este reino, se sabe que solo ha quedado esta deshonra de sacrilegio, el que ó corregirá la instancia de nuestra devoción, ó perderá la venganza de su castigo,” 20siendo que lo que pedía a Dios era que  “me conceda obtener la conversión de los infieles”. 21

Hace referencia a la sublevación de Froya: “No hace mucho tiempo que habiéndose movido una sedición tumultuosa por algunos tránsfugas, la que ha destruido con frecuencia la tierra, y ha escandalizado á los pueblos con graves pérdidas, de modo que no puede reducir ningún conato las bandas de cautivos, ni reparar las desolaciones de la tierra, que con tal peste se han originado, se nos exigió mas bien por la fuerza de la necesidad que por un juicio deliberado, que contra estos y otros semejantes, juráramos en unión de casi todo el pueblo su exterminio; y atendida la condición de semejante juramento hecho por el nombre divino no puede ser dispensado según la autoridad dé la Escritura, pues se lee en el Exodo: no tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano.” 22

Pero hablan de más cuestiones. Primero tratan temas morales, considerando las malas actuaciones de los obispos y de los sacerdotes, donde hablan de “sus mugeres propias ó con la inmunda y execrable sociedad de otras.” 23

De donde podemos entrever que el clero no era lo que podemos entender como ejemplar. Falta de ejemplaridad que fue permanente objeto de los concilios, que aplicaban severas penas a los infractores. Así, en el canon I del concilio III de Toledo se dice que ningún indigno aspire á los honores eclesiásticos, y que los contraventores sean castigados con la severidad de los cánones primitivos. 

Se señaló que “que no solo los pontífices, sino los presbíteros y diáconos observen la santa castidad; y que el que la violare, sea el último de su grado, que en adelante no ministre, y que quede á elección de su sacerdote el claustro en que ha de recluirle, para que sirva de ejemplo y escarmiento a los demás, y se corrija; en donde se ve que los presbíteros y diáconos eran depuestos perpetuamente por los crímenes carnales.”24

“Sobre la cuestión judía, Recesvinto recordaba en el discurso de apertura del concilio que el judaísmo era la única creencia sacrílega existente en el reino; el rey pedía a los padres conciliares que tratasen a judíos y renegados con severidad, recordando que había muchos conversos que renegaban del catolicismo después de ser bautizados.”25

Recordemos que, desde el 413, año en que Ataulfo llegó con sus visigodos a Hispania, el principal conflicto no había sido con el judaísmo, sino entre el arrianismo y el catolicismo. Todas las cicatrices eran arrianas o católicas. La cuestión judía se mantenía al margen. Finalmente, arrianos y católicos se fundieron en un abrazo en el catolicismo.

¿Por qué, entonces, las referencias que los concilios de Toledo hacen a los judíos?

Sobre esa cuestión, el doctor Ch. J. Hefele, “en la notable obra que bajo el titulo de El Cardenal Cisneros y la Iglesia española, etc., dio a luz en 1844, atribuye todo el odio que el pueblo español abriga y despliega contra el israelita, desde los tiempos mas remotos, al anhelo de proselitismo que aquel muestra y al espíritu de dominación que le aqueja; móviles de toda su vida que le hicieron siempre incompatible con la nación ibérica.”26

Insisto y remarco mi personal opinión sobre el asunto: No se trata del pueblo judío, sino de una oligarquía que nada tiene que ver, o sí, con la raza judía. Del mismo modo, quienes promulgan leyes previniéndose contra “los judíos”, son, en cierta medida, racialmente descendientes de judíos.

No sería el caso de Recesvinto, que realizó una importante labor jurídica, recopilando leyes en el conocido Liber Iudiciorum, que luego será conocido como Fuero Juzgo, pero desde luego si sería el caso de otras personas, colaboradoras suyas que, como Julián de Toledo, eran hijos de conversos judíos.

Para los cristianos, “Los judíos eran ingratos, díscolos, vanagloriosos, falsarios, pérfidos, hipócritas, contumaces y traidores, extremándose todos estos rasgos de su iniquidad en la incalificable tiranía, con que habían humillado a los cristianos, al verse levantados por reyes, príncipes o magnates al poder, las honras y las distinciones, en que aspiraron a ser respetados como ídolos. Sin número eran asimismo las acusaciones que contra ellos habían lanzado conversos y cristianos viejos. Partiendo de las fábulas de Nabucodonosor y de la suposición de sus antiquísimas colonias en el suelo de Iberia, asegurábase que los judíos españoles habían no solo aprobado sino aconsejado la muerte de Jesús, echando, como los de Jerusalem, sobre si y sobre sus hijos la sangre del Ungido.” 27

¿Para qué cristianos?, ¿para los que no tenían sangre judía?, ¿o para todos, incluidos los conversos? Manifiestamente no se trata de un alegato racista, sino ideológico. Veamos cómo se reafirma este aserto; nótese en el canon referido a continuación cómo se hace especial referencia a “mientras permanezcan en la obstinación de su infidelidad”, en cuya expresión queda marcada la exactitud del castigo, no sobre una raza, sino sobre una actuación y sobre una voluntad de actuación. 

El Canon VIII del XVII Concilio de Toledo, celebrado el año 694, señala: “se sabe que el pueblo judío fue salpicado con la feísima nota de sacrilegio, y manchado con el cruento derramamiento de la sangre de Cristo y la repetida profanación del juramento, del mismo modo que son numerosos sus crímenes, así también es necesario que lloren al haber incurrido en tan terribles castigos los que, mediante otros crímenes propios, no sólo pretendieron perturbar la seguridad de la Iglesia, sino que también se esforzaron con atrevimiento tiránico por arruinar a la patria y a todo el pueblo, de tal modo que gozosos por creer llegada ya su hora han causado diversos estragos entre los católicos… Y habiendo sabido esta nuestra asamblea con todo detalle este crimen infausto por sus mismas confesiones, decretamos que en fuerza de este nuestro decreto sufran un castigo irrevocable, a saber: Que según el mandato del piadosísimo y religiosísimo príncipe nuestro, el rey Egica,... privados de todos sus bienes y confiscadas todas sus cosas, aún la más mínima, tanto las mismas personas de los traidores, como sus esposas y los demás de su descendencia, arrancados de sus propios lugares, serán dispersados por todas las partes a través de todas las provincias de España, sometidos a perpetua servidumbre, entregándolas al servicio de aquellos a los que el rey ordenare, y no podrán bajo ningún pretexto recuperar de ningún modo su estado de hombres libres, mientras permanezcan en la obstinación de su infidelidad, los que fueron completamente infamados con la mancha de sus abundantes crímenes.”





































EL ENTORNO SOCIO-POLÍTICO Y LA DERROTA DE PAULO

En estas alturas del siglo VII era mayúsculo desorden del clero; así, el concilio IX de Toledo, entre otras decisiones de importancia, señala que “Habiéndose promulgado muchos cánones para contener la incontinencia de los clérigos, y no habiéndose conseguido de modo alguno, ha parecido, que en adelante no solo se ha de castigar á los que cometen las maldades, sino también, á su descendencia. Y por lo tanto, cualquiera desde el obispo hasta el subdiácono, constituidos en el honor, que en adelante engendraren hijos de comercio detestable ó con mujer sierva ó con Ingenua, serán condenados á sufrir las censuras canónicas; y la prole de semejante profanación, no solo no recibirá jamás la herencia de sus padres, sino que permanecerá siempre sierva de aquella iglesia en que servia su padre de sacerdote ó ministro para ignominia propia.” 28

La insistencia de los concilios, los castigos que se aplicaban a quienes profanaban su estatuto religioso, no bastaban para controlar los desmanes de los clérigos, que en alta proporción vivían amancebados.

Se eriza el vello al leer las conclusiones de los concilios toledanos sobre el clero, pero la situación de la nobleza no era mejor. Se estaba gestando el feudalismo, que en España, como consecuencia de la invasión de los bárbaros del sur, tendría poco efecto, pero el signo de los tiempos era 3evidente en este siglo VI; así, “En los primeros años del reinado de Recesvinto se pusieron de manifiesto las debilidades estructurales de este sistema. Los intereses de los grupos nobiliarios privilegiados eran opuestos al aumento económico de los del rey. Añadiéndose dos factores nuevos de desequilibrio:
* La gran concentración de poder tras las reformas administrativas en ciertos cargos, como el de dux provinciae.
* La persistencia de algunos grupos nobiliarios marginados por Chisdasvinto, pero que aún seguían teniendo fuerza.”29

Dos elementos que resultan letales para la integridad nacional.

“Los antiguos dux provinciae de tiempos de Leovigildo, ahora 6 (Galicia, Bética, Lusitania, Cartaginense, Tarraconense y Narbonense) pasaron a desempeñar todas las funciones atribuidas a los gobernadores provinciales, como jueces supremos y recaudadores de ciertos tributos... Las causas de tal reorganización hay que buscarlas en el estado de inseguridad, por el poder central debilitado y por la avanzada feudalización de las estructuras sociales y políticas del reino visigodo a mediados del siglo VII. Era necesario reestructurar la administración de carácter militar y más simplificada para controlar la nobleza.” 30

Los cargos, que eran de designación real, estaban comenzando a considerarse hereditarios, lo que ocasionaría no pocos inconvenientes a la estructura de la monarquía hispánica.

“La primera dignidad de los Palatinos fue siempre entre los Godos la de Dux (Duque), á la que Justiniano da el nombre de spectabilis dignitas: y su principal cargo consistía en dirigir las operaciones militares en las provincias: por lo cual los Germanos elegían los Duques de entre los nobles y de los valerosos, encomendándoles el cuidado de la provincia á que los enviaban de gobernadores.”31

Observemos que a estas alturas de la Historia, los duques, que eran los gobernadores de un territorio, eran elegidos en la corte para desempeñar una función determinada… por un tiempo determinado o sin determinar, pero la designación era personal e intransferible, no hereditaria. La dación en herencia de estos títulos se produciría al compás de la feudalización.
En este estado de cosas, el uno de septiembre del año 672 fallecía Recesvinto dejando una España unida jurídica y religiosamente, y habiendo superado las diferencias que durante siglos habían separado a los godos de los hispano-romanos.
 “A la muerte de Recesvinto se reunió  la  Asamblea de electores en el lugar del fallecimiento, en Géricos (Salamanca) y, aunque había hijos legítimos del difunto, los concurrentes se fijaron en  uno de los nobles presentes, Wamba, hombre de reconocido prestigio y ya entrado en años, que en realidad no deseaba la corona, pero el 20 de octubre de 672 fue ungido en la iglesia de Santa María de Toledo.”32

El hecho de que no se eligiese a un hijo de Recesvinto no es extraño, ya que el nombramiento del rey, nominalmente era de carácter electivo. No obstante, lo normal era que el rey se hiciese acompañar de quién le sucedería; aspecto que con Leovigildo se centró al asociar al trono, primero  a Hermenegildo, y luego a Recaredo. Así, aunque la monarquía no era de carácter hereditario, tuvo sus salvedades.

El caso es que a la muerte de Recesvinto es elegido rey Wamba, que en principio se niega a ser coronado.

Sobre la coronación de Wamba existe una gran leyenda que resulta difícil desentrañar de la historia. Estamos tratando un momento histórico, la Edad Media, que carece de la luz existente en los tiempos romanos; luz que ha sido sustituida por leyendas incontrastables, y por la falta de relato histórico. En este caso sólo contamos con el relato de Julián de Toledo, que calla los antecedentes de Wamba, y con los Concilios.

Es justo este aspecto el que puede dar luz al respecto, puesto que, contra lo que se viene diciendo en relación a que Wamba no sale reflejado en los concilios, mientras Pablo sí, hay que señalar que en el segundo decreto del concilio X se hace mención del “ilustre Vamba”, que presentaba el testamento de San Martin, obispo de la Iglesia de Braga.

Wamba ha sido presentado como rústico que había sido elegido más o menos al azar, lo que no resulta plausible. Con toda seguridad era miembro destacado del oficio palatino; si se quiere suponer un alto funcionario con capacidad pero sin mando, que en un momento determinado se vio como salida en un momento de crisis producida con la muerte de Recesvinto.

¿Es cierto que Wamba no quería ser coronado?, ¿es verdad que aceptó tras ser amenazado de muerte si no lo hacía?... También es posible que, sabiéndose la mejor de las salidas se hiciese de rogar para conseguir con ello comprometer a los electores. Una jugada política que, en principio, y dada la situación convulsa del reino podía resultar conveniente.

Si Wamba no quería ser coronado podría ser por una amplia gama de motivos. Debemos tener en cuenta que en esos momentos las convulsiones políticas estaban a la orden del día; se producían movimientos tendentes a la feudalización, y la presión musulmana comenzaba a sentirse ya en España. Debemos tener en cuenta que, desde que Wamba fue coronado hasta que se produjo la asonada árabe pasaron tan sólo 39 años, y ya Wamba derrotó a una armada sarracena.
Venía siendo tradicional en el reino visigodo que a cada nueva coronación, que se sucedía con harta frecuencia dado el “morbus gothorum” que hizo que existiesen reyes por siete días, se produjesen alzamientos de los vascones. Así, “en abril de ese año, Wamba encabezó una expedición contra los vascones en respuesta a una de las tradicionales incursiones de saqueo con que los montañeses saludaban el cambio de monarca en Toledo. Al ordenar la leva para la campaña, Wamba tropezó con el mismo problema que había experimentado Recesvinto 7 años atrás: los godos libres escaseaban, y los nobles enviaban una parte ridícula de sus siervos, normalmente castigados, e insuficientemente armados; algunos de ellos directamente ignoraban la orden real. Sobre el disgusto que algunos nobles sentirían por el arreglo de Gérticos, lo cierto es que la aristocracia acentuaba cada vez más su tendencia egoísta en sus obligaciones hacia el estado.”33
No obstante, esa aseveración: “tropezó con el mismo problema que había experimentado Recesvinto 7 años atrás”, parece ser, al cabo, incierta. Cierto es que los nobles iban a su aire; cierto que el apoyo era manifiestamente mejorable, pero sin embargo, de los resultados parece deducirse que las argucias de Wamba surtieron el efecto deseado, al menos momentáneamente, lo que le dio capacidad para solventar dos asuntos de envergadura, la rebelión de los vascones y la sublevación de Paulo, de un plumazo. Otro asunto es lo que vino después, pero evidentemente supo parar el golpe, y antes supo prepararse para los acontecimientos que eran previsibles y que efectivamente ocurrieron.
“En la primavera del año 673 en plena campaña contra los vascos, el viejo guerrero coronado rey de los visigodos por la presión de los militares recibió la noticia de la revuelta contra su poder en la provincia gala de Septimania. Ilderico, comes de Nimes encabezaba la rebelión con el propósito de independizar esas tierras del reino visigodo. Los rebeldes llegaron a controlar gran parte de la provincia excepto la capital, Narbona. A las faldas de las montañas cántabras el rey Wamba meditaba junto a sus hombres de confianza la estrategia a seguir. Desde la gran ciudad de Nimes la rebelión se extendía rápidamente, varios obispos se unieron al traidor y el pueblo galo empezaba a tributar a Ilderico y sus hombres.”34

“Septimania era el nombre dado a la zona marítima de la antigua Gallia Narbonense que quedó en manos visigodas tras la batalla de Vouillé; el nombre de Septimania proviene de las 7 principales ciudades de la región: Elna, Agde, Narbona, Lodève, Beziers, Nimes y Maguelona.”35

Wamba envió al duque Paulo a resolver el conflicto, al mando de un ejército compuesto por dos mil caballeros, pero “éste, emparentado con la familia de Chindasvinto, en vez de acabar con la rebelión se unió a ella y se convirtió en su líder.”36

Comenzaba a perfilarse la honda separación que acabaría con el reino visigodo y que estaba perfilada en el clan de Chindasvinto, enfrentado a Wamba.

“Los hechos ocurrieron de esta manera: Hilderico, conde de la ciudad de Nimes, se había levantado contra el rey apoyado por el obispo de Maguelonne, y había ordenado deponer y entregar a los francos al obispo de Nimes, que se había negado a unirse a ellos, nombrando en su puesto el abad Ranimiro. No obstante, ni la capital, Narbona, ni toda la parte occidental de la provincia se sumaron a esta conjura. Wamba no consideró la rebelión de importancia y prosiguió su itinerario, sencillamente desgajando una porción del ejército real al mando del duque Paulo (probablemente duque de la provincia rebelada), con orden de sofocarla.”37

“El conde Ilderico de Nimes y el obispo Gumildo de Maguelonne, junto con un abad llamado Ranimir, habían fraguado una conspiración. Dado que a Ilderico nunca se le ha atribuido el título de rey, puede que esta conspiración no fuera tanto un intento de usurpación como un complot para que aquellas importantes regiones fronterizas del extremo oeste de la Narbonense pasaran a estar bajo el control de los francos.”38

Y es que, desde la llegada de Ataulfo el año 413, los enfrentamientos con los galos por la posesión de la Galia Narbonense habían estado presentes en la actividad cotidiana. No es extraño que los francos tomasen parte decidida, aunque llegase a ser de forma encubierta, para detraer la región de la órbita hispánica.

“Apenas, pues, había subido Wamba al solio de Recaredo, cuando tuvo noticia de que Hilderico, conde gobernador de la Galia gótica, se había alzado con toda la tierra, robándola y talándola, y dando entrada en ella á algunos judíos que habían sido desterrados de los dominios de los godos. El nuevo rey juntó un grueso ejército, y nombrando por general á Paulo, griego de nación y capitán muy experto y entendido, le mandó á la Galia gótica, con título y nombre de procurador de Aquitania, para que recobrase el señorío del país y castigase á los rebeldes.”39

“Este Paulo es casi con toda seguridad el que aparece como «Paulo, conde los notarios», que fue uno de los dieciocho funcionarios cortesanos que en 653 firmaron las actas del VIII Concilio de Toledo, y con el mismo título figura uno de los cuatro magnates que dieron fe con su firma en las actas del IX Concilio de Toledo en 655.” 40 (693 de la era Hispánica, conforme reza el concilio). 

Era pues, un hombre del oficio palatino cuya actuación nos demuestra el nivel de degradación de la nobleza visigoda; “Paulo maquina utilizar la revuelta narbonense en su propio beneficio, se gana a Ranosindo, dux de la Tarraconense, al gardingo Hildigiso que probablemente le acompañaba comandando una parte de las tropas de élite del ejército y con ellos enseguida consigue que una parte de la Tarraconense acabe sumándose a los sediciosos. Parecen asumir el liderazgo de Paulo quien, para reforzar su posición, recluta contingentes vascones y llama en su apoyo a los francos que envían un importante cuerpo de guerreros”41

“Marchó a Zaragoza y luego a Narbona. Allí se le unieron el dux de la Tarraconense, Ranosindo, y otros rebeldes y le proclamaron rey. No se trataba sólo de un rival de Wamba. Paulo y los suyos buscaban la secesión de Septimania y Tarraconense para constituir un nuevo reino, y de hecho Paulo le envió a Wamba negociadores que llegasen a un arreglo sobre esta base. Este hecho no tenía precedentes en la historia visigoda, porque para los visigodos el reino era patrimonio del pueblo, no un patrimonio personal que pudiera dividirse a la muerte de su dueño.”42

Llama profundamente la atención que Ilderico, principal iniciador de la secesión, queda relegado tras la llegada de Paulo. La historia no nos aclara el motivo. Lo que nos aclara la historia, callando, es que el movimiento separatista tuvo poco apoyo de la población, y la campaña militar de Wamba acabó siendo un paseo militar.

Es el caso que, siendo que los signos son importantes a la hora de acometer una acción, Paulo no se quedó con ellos. Al parecer apostató del catolicismo, y con el apoyo de los judíos que se habían exiliado a la Galia, “Al llegar á Tarragona, hizo de su partido á Ranosindo, general en jefe de la provincia tarraconense, y á Hildigisio, á cuyo cargo estaba la administración de justicia en la misma provincia, y los cuales le prometieron su favor, y se concertó el modo de poner en ejecución tamaña villanía.” 43 “tomó del santuario del bienaventurado Félix de Gerona la corona votiva donada por Recaredo 70 años atrás, y entrando en Narbona forzó al metropolitano Argebado (que se había resistido inicialmente) a consagrarle con ella en la iglesia catedral. Hilderico y los suyos le reconocieron, como casi todos los condes y magnates de Septimania y la parte marítima de la Tarraconense (incluyendo algunos miembros de la Corte o Aula Regia), y Paulo les exigió un juramento de fidelidad hasta la muerte similar al que la ley obligaba a prestar al rey.”44 El sacrilegio llevado a cabo con la corona de San Félix era ante todo un signo.

“ En breve prestaron obediencia al rebelde Paulo las ciudades de Tarragona, Barcelona, Gerona, Vich y Perpiñán.” 45.

“Los acontecimientos constituyen evidentemente una profanación, no sólo hay que tener en cuenta el hecho de la rebelión contra un monarca legítimo, que constituía acto de tiranía, además se había profanado una corona votiva, ofrecida a san Félix, la función de esta corona no era desde luego ser empleada como corona terrenal. El momento culminante del episodio de la rebelión del dux Paulo, cuando éste roba la corona del mártir Félix, y se la ciñe en la sien, no constituye sino la anticipación dramática de la propia perdición de Paulo, doblemente condenado, por haberse alzado contra el rey legítimo (por lo tanto es un tirano) y por haber tomado la corona ofrecida a Félix (lo cual constituye un acto de impiedad). Lo esencial de esta historia —que, no lo olvidemos, sigue el esquema común de la historiografía cristiana pecado/castigo de honda inspiración bíblica— es el hecho de que se haya robado la corona de un mártir. Paulo hace lo contrario que un rey legítimo haría, simula no aspirar al trono mientras conspira para conseguirlo, y roba una corona que no le han ofrecido para coronarse a sí mismo, no es indiferente que se trate de un corona votiva, a la que Paulo le habría dado un uso distinto del que le correspondería, cometiendo con ello un sacrilegio. Como era de esperar, la rebelión acaba con la perdición de Paulo y la devolución de todos los objetos sagrados robados.”46

Esta proclamación, lógicamente, tenía un sustrato;“entre los partidarios de Paulus destaca la figura de Hildigisio, un gardingo de Wamba; por tanto, dentro de la oligarquía visigoda existía una facción contraria al rey coronado que, sin embargo, había mantenido hasta aquel entonces las apariencias y había gozado de la confianza del rey, como el propio Paulus.”47

Nos faltan muchos más datos, recordemos que ya el Imperio Romano no existía; estamos en plena Edad Media, donde la incultura y la falta de información ocupan lugar preeminente y dan lugar al surgir de los movimientos feudales, centrífugos, donde los enanos se unen para derribar al gigante

 “El avanzado proceso de fragmentación territorial que estaba padeciendo el 
Estado visigodo unitario era significativo. Todo ello por la presión de grupos nobiliarios arraigados socioeconómicamente y ahora de forma política al ocupar puestos de gobierno territorial.”48

 En esos momentos de la historia, que tan cercanos nos suenan hoy, “pocos eran los que conocían las verdaderas intenciones de Paulus, pero de alguna manera, a través de espías, el obispo Argebad de Narbona se enteró de las maquinaciones de Paulus y Ranosindo y envió un emisario al rey Wamba de las intenciones de Paulus; aquello precipitó los acontecimientos: Paulus, que se encontraba ya cerca de Narbona, forzó la marcha de sus fuerzas para apoderarse de la ciudad amurallada; sus soldados llegaron a tiempo de bloquear las puertas de la ciudad antes que la guardia de Argebad pudiese cerrarlas.” 49

¿Representó la sublevación de Paulo un antecedente de lo que hoy mismo está padeciendo Cataluña?... Lo que caracterizó el levantamiento de Paulo es la división que creó en la sociedad civil, creando dos bandos donde el peso de los partidarios de Wamba fue manifiestamente superior. 

No obstante, y a pesar de que la falta de noticia histórica nos haga tener noción clara de las cosas, dado el desarrollo de los hechos, parece evidente que el apoyo secesonista acabó siendo muy pobre. Noobsrtante, tenemos manifestaciones claras de apoyo a Paulo. Parece que la Seo de Urgel “ se puso al lado del general sublevado, pues al perseguir el rey á este, uno de los cuerpos de ejército que bajo las órdenes de su sobrino penetró por la Cerdaña á Francia, encontró gran resistencia en los de este país, opuesta por el Obispo Jacinto, de la Seo, que sin duda ayudaba á Acisclo, general de Paulo. El ejército pasó el Pirineo es de suponer después de vencida la oposición que halló en la comarca.”50

Al amparo de Paulo,“los judíos, que en tiempo de Sisebuto habían emigrado a la tierra de los francos, volvieron en gran número a la Narbonense” 51. La Galia Narbonense se había vuelto, según relata Julián de Toledo, un prostíbulo de judíos, que se extendían por toda la geografía nacional. La zona de mayor densidad poblacional judía era la del valle del Guadalquivir y el Genil junto con la Bética: Gades, Lebrija, Ilipa, Peijaflor, Corduba, Cabra, Baeza, Jaén, Hispalis e Iliberris o Mérida. En Tarragona, Tortosa, Ampurias y Barcelona.52

 “El origen de la rebelión de Paulus se basarían en la no aceptación de la designación de Wamba por parte de la nobleza de Septimania, que o bien buscaba el beneficio de su propio candidato, o consideraba que la elección no se ajustaba a los requerimientos de la región mediterránea.”53 Siendo esto así, el ardid usado por Wamba, negándose a ser coronado, con la esperanza de que la negativa produjese adictos a su causa entre quienes se presumía contrarios, resultó fallido. Y no sólo resultó fallido a corto plazo. Tampoco resultaría a largo plazo, cuando tras vencer a los rebeldes y no aplicarles las penas que les hubieran correspondido, fue finalmente marginado, y los rebeldes repuestos de las cortapisas impuestas por Wamba.

Y es que, antes incluso de producirse la rebelión de Paulo, Wamba era consciente que algo similar podía ocurrir en el reino, dada la debilidad existente en el poder central y el creciente deseo de autonomía de las noblezas locales. 

Es el caso que “Wamba, al ver el peligro, convocó el “Aula Regia”, pidiendo acción inmediata. Efectivamente en siete días se sometieron los vascones, y en un avance incontenible tomó Barcelona, Gerona y Narbona, y se situó ante Nimes, que asaltó.54

Teniendo el ejército reclutado supo acelerar la resolución del conflicto en Navarra, y mostró una gran pericia en trasladar la fuerza militar hasta Narbona. Debemos tener en cuenta que, tras llevar las tropas desde Toledo a Vitoria, y tras aplastar la sublevación, sin descanso partió hacia Barcelona, y de ahí a Narbona. Estamos hablando de un total de más de 1000 Km, a uña de caballo, con un ejército importante compuesto en un estado en disolución. La hazaña de Wamba estuvo a la altura de su espíritu. Tuvo que saber conjugar las necesidades de un gran ejército compuesto no sólo de caballería sino también de infantería, y todo en un tiempo tasado.

“Tras la toma de Gerona, Wamba dividió sus fuerzas en tres columnas que atravesaron los Pirineos por los puertos de Llivia, Perthus y la Junquera, concentrándose sobre las llanuras de Perpiñán para caer el conjunto sobre Narbona y Nimes logrando la rendición de los rebeldes.”55

En este ínterin, Paulo pretendió dar legalidad a su acto, remitiendo una carta a Wamba, a quién calificaba como rey del Sur, mientras él mismo se calificaba de rey del este. “Esto indicaría que no intentaba desafiar la legitimidad de Wamba, sino más bien proponer la división del reino siguiendo las líneas fronterizas que se habían establecido entre los territorios de Liuva I y Leovigildo en 569. En Toledo se rechazó tajantemente esta solución, y los fundamentos ilegítimos de la reclamación de autoridad real por parte de Paulo fueron un aspecto importante en la diatriba que lanzó Julián contra él y sus partidarios.”56

La carta dice lo siguiente: “En nombre del Señor: Flavio Paulo, supremo rey del Oriente, á Wamba, rey del Mediodía. Dime, oh guerrero, dime enhorabuena, oh señor de los bosques y amigo de las peñas, si has penetrado por las asperezas de los montes inhabitables; si has roto con tu pecho, como fuerte león, las espesuras y troncos de las selvas; si has vencido á los ciervos y venados en lijereza; si has domado á los jabalíes y acabado con los osos devoradores; si vomitaste porfia el veneno chupado á las víboras y serpientes. Si has llevado á cabo todas estas hazañas, ven, oh cantor gilguerillo, á cercar nuestros campos; ven, oh hombre grande y de gran pecho, hasta la garganta de los Pirineos, que aquí está el terrible destructor de todos los malos con quien podrás pelear sin desdoro de tus fuerzas.”57

La Historia Wambae de Julián de Toledo relata que “Ante la inesperada noticia del levantamiento de la Galia, hubo disparidad de opciones sobre si procedía emprender de inmediato la marcha hacia la provincia rebelde o si sería más prudente retornar a sus bases, reforzar el ejército en hombres y pertrechos e iniciar entonces la campaña en mejores condiciones. Wamba se declaró partidario de marchar contra los rebeldes sin demora ni descanso. Julián de Toledo ha recogido algunas arengas pronunciadas por Wamba y por el cabecilla de los rebeldes, que constituyen una interesante muestra de la retórica militar de la época de la Tardía Antigüedad: Ya tenéis noticias, jóvenes —comenzó diciendo Wamba—de la calamidad que ha caído sobre nosotros y de cual es el propósito que persigue el autor de esta sedición. Es preciso tomar la delantera al enemigo y combatirle antes de que el incendio se propague todavía más. Sería vergonzoso no correr inmediatamente a la lucha y regresar a nuestros hogares sin haber acabado con el... Sería ignominioso que el adversario nos tenga por débiles y afeminados, como ocurriría si no somos capaces de hacerle frente con todas nuestras fuerzas. Y refiriéndose al papel que los francos pudieran tener en la rebelión de Paulo, el monarca añadía: No es con mujeres sino contra hombre que hay que combatir; de sobra es sabido que jamás los francos fueron capaces de resistir a los godos. La conclusión a que Wamba llegó era terminante:  ¡Asestemos sin demora un duro golpe a los vascones y marchemos veloces contra los sediciosos, para acabar con ellos de una vez para siempre“58

“Wamba y su columna alcanzaron Barcelona, que fue rápidamente conquistada, capturando a los cabecillas de la rebelión en la ciudad: Eured, Pompedio, Gundefred, Neufred y el diácono Hunulf; el siguiente paso era la captura de Gerona; durante el recorrido algunos soldados saquearon fincas y violaron mujeres, pero el rey castigó con severidad a los saqueadores y ordenó circuncidar a los violadores. Al cabo de pocos días el ejército real alcanzó los muros de aquella ciudad, pero el obispo Amator rindió la plaza sin derramamiento de sangre.”59

La campaña, hasta llegar a Narbona, había sido un paseo.

Cuando Wamba se aproximaba a Narbona recibió una misiva de Paulo: "Si habéis atravesado ya las afiladas e inhabitables peñas de estas montañas; si habéis derribado con vuestro pecho, como el león, los densos matorrales del bosque; si habéis conseguido dominar los senderos de cabras, los saltos de los ciervos, los lugares donde hay jabalíes salvajes y osos...., enviad entonces un armiger –término que significa escudero–, mi señor, amigo de bosques y peñascos....., descended a las Clausuras; pues en ellas encontraréis un Oppopumbeum grandem –se desconoce el significado exacto del término, pero por el contexto se puede colegir que se refiere al propio Paulus, que se califica a sí mismo con un nombre grandilocuente y el adjetivo “grandem”–, con quien podréis legítimamente negociar".60

Pero la triste realidad se impuso a Paulo: “mientras el ejército real permanecía expectante a la espera de la orden de asalto, los partidarios de Paulus se enzarzaron en una matanza entre ellos, mientras Paulus contemplaba horrorizado el final de su reinado: delante de él son ajusticiados por los francos y por los galorromanos varios familiares y personas de su séquito, sin que él pueda oponerse. Al tercer día del asedio del anfiteatro, y mientras los suyos se seguían matando entre ellos, el general rebelde comprendió que su causa estaba irremediablemente perdida, y envió al obispo de Narbona, Argebad, a pedir clemencia al rey. Wamba recibió al obispo, aceptando la rendición de los rebeldes y el cese de hostilidades, perdonándoles la vida ante un eventual saqueo, pero en modo alguno acepta conceder clemencia: los rebeldes serían juzgados y recibirían su castigo.”.61

Una vez capturado no demostró tanta arrogancia, llegando a declarar ante Wamba: “Protesto ante Dios, que lejos de hacerme daño alguno, me habéis colmado de bienes y mercedes deque yo era indigno; y confieso que en cuanto he tenido la temeridad de emprender contra vos, he obrado por sola instigación del espíritu maléfico.” 62

Pero Wamba, siempre magnánimo, no solo no condenó a muerte a Paulo; ni tan siquiera le sacó los ojos, como era costumbre al mostrar misericordia y no aplicar la pena capital. 

“Fueron juzgados 53 jefes, de los cuales 28 se entregaron en Nimes y el resto fue 
capturado. El juicio fue una asamblea judicial dirigida por Wamba, en el que además participaron el ejército y la nobleza no militar. En el juicio fue acusado de:
Haber violado el juramento de fidelidad hacia Wamba.
Haber incitado al pueblo visigodo a la rebelión.
Reconocida la culpabilidad de Paulo y los otros, la pena se estipuló en función al canon nº 75 del IV Concilio y a dos leyes de Chindasvinto, en las que se culpaba a los que ponían la vida del rey en peligro. Todos los acusados fueron excomulgados en función a las leyes eclesiástica. Además fueron condenados a muerte por las leyes laicas, pero Wamba respetó la vida de Paulo y los rebeldes como había prometido. Se devuelven todos los bienes requisados por los rebeldes y se renueva una serie de cargos en la administración de la zona. También se expulsa a los judíos de esa zona, ya que habían participado en la rebelión. A los seis meses Wamba vuelve a Toledo con los rebeldes rapados y con una espina de pescado en la cabeza.”63

“Wamba aseguró Septimania colocando tropas en las principales ciudades, en previsión de un nuevo rebrote rebelde y para asegurar la frontera frente a cualquier intentona intervencionista de los francos. También expulsó a la comunidad judía de Narbona –de ahí mayor fundamento que los judíos habían apoyado a Paulus en su aventura–. Pacificada la provincia, licenció al grueso de su ejército en Canaba, al sur de Narbona.”64

Julián de Toledo, hijo de dos judíos conversos, en su “historia Wambae regis” señala la importancia de la participación gala en el conflicto del duque Pablo.65

“Este acontecimiento, de haber tenido éxito, podría haber derrumbado el reino visigodo hasta sus cimientos; las reacciones y movimientos realizados por los antagonistas pusieron de manifiesto tanto las potencialidades como limitaciones de la maquinara bélica visigoda.”66

“El obispo Jacint de Urgell (672-80) es encarcelado en Llívia por su participación en la rebelión y también es represaliado el obispo Wilesindo de Agde.”67

Por su parte, Julián de Toledo trata a los revoltosos como cobardes, inclinados a todo género de desmanes, incapaces de luchar por ellos mismos, acudiendo a la ayuda de bárbaros y mercenarios extranjeros, conformadores de una verdadera sociedad del mal.68



































TRAS LA VICTORIA SOBRE PAULO




Tras la campaña de sometimiento de Septimania, “se celebra el juicio contra el dux Paulo y cincuenta y tres jefes locales69 que habían secundado el movimiento secesionista. Corría el año 673.

La grandeza espiritual de Wamba, que había dado una lección de entereza militar, patriótica y humana, sufriría una merma a la hora de dictar la sentencia contra los culpables, al no haber conseguido que la misma fuese entendida como generosa, sino como forzada por las circunstancias.

Es el caso que las penas no sólo no fueron muy duras sino que se pueden calificar de injustas por la levedad de las mismas. 

También procedió a dictar una ley de asistencia militar que le permitiese maniobrar en defensa de la Nación en caso de amenaza por parte de los enemigos, cuestión que había ido decayendo a la par que avanzaba la feudalización, siendo que los señores locales acaparaban un  poder que sólo cuando les convenía era puesto al servicio de la monarquía. De hecho, en la sublevación de Paulo se detectaron actuaciones que rozaban la traición.

Debemos considerar que el gravísimo problema se seguridad y de integridad nacionales planteado por Paulo no era sino una expresión del nacimiento del feudalismo.
El ejército no dependía de la corona, sino de los señores.

“La nobleza visigoda se había convertido en una nobleza terrateniente. Los visigodos pobres (el “estamento llano” visigodo, podríamos decir) se ocupaban de la agricultura y no del servicio de armas. El pueblo visigodo ya no era un pueblo de guerreros. Por otro lado, los nobles tenían su comitiva de fieles militares, que eran realmente la fuerza militar que podía defender al reino, pero al estar pagados por los nobles y no por el rey, ya no obedecían al rey visigodo en tanto que líder del pueblo visigodo, sino a sus propios patrones, que a fin de cuentas eran los que les pagaban las soldadas. Si a estos dos factores añadimos los males del sistema monárquico electivo, con sus trapicheos, sus componendas y sus puñaladas traperas, es fácil imaginarse en qué empleaban los nobles godos sus fuerzas militares mejor que en la defensa del reino.”70

Este desorden creciente es el que Wamba se planteó cortar de raíz. Primeramente, y a pesar de las cortapisas planteadas por los emergentes señores feudales, supo cortar con talento y rapidez la sublevación de los vascones y la más peligrosa sublevación de Paulo. A partir de aquí, eludió la necesaria ejecución de los traidores, y depositó toda su fe en la creación de leyes que fortaleciesen el estado, pero esa era cuestión que, dada la posición de los afectados, nobleza civil y nobleza religiosa, acabaría costándole el reino.

 “La nación goda, naturalmente ruda y belicosa en los primeros tiempos de su dominación en España, confiaba una parte del gobierno á su aristocrácia militar, y otra parte la retenía el pueblo. Pacífica poseedora del territorio conquistado, la nobleza cambió de asiento, reemplazando al grado en la milicia el principio de la propiedad. Entonces pasaron las instituciones nobiliarias á ser permanentes como la tierra misma en que se fundaban, miéntras que el pueblo ocupado en la labranza se
acomodaba á la nueva gerarquía territorial, se sometía al órden civil sustituido á la disciplina de la hueste, y prestaba obediencia, no al caudillo sino al magistrado.”71

En el mismo sentido, el clero se encontraba al margen de las obligaciones de defensa nacional, por lo que “La ley militar que promulgó Wamba tras la revuelta de Paulus obligaba a los eclesiásticos a sumarse al ejército en defensa del reino, so pena de destierro y confiscación de bienes. Además, Wamba creó nuevos obispados, tal y como aparece en la Hitación72 de Wamba, documento promulgado en el año 676, sobre la delimitación territorial de las diócesis obispales, en los que puso al frente a miembros afines, cosa que originó más tensiones con la poderosa jerarquía eclesiástica.“73

Esta actuación, probablemente, motivaría varias cosas; la primera, la desafección del clero, que tuvo una muestra evidente en el mismo que escribió el panegírico de la “Historia Wambae”, Julián de Toledo, que acabaría siendo cómplice principal en la defenestración de Wamba y en la redacción del canon II del Concilio XII de Toledo, en el que quedaba justificado el evidente golpe de estado que acabó con el reinado del último gran rey visigodo.

Y es que, con la idea de cortar esos excesos, el año 673 dictó “una ley de obligaciones militares para la reorganización del ejército, pero que también tendría un evidente alcance político... Se dictaminaba en ella la ayuda y participación en la defensa del reino que debían prestar tanto nobles como clérigos de rango superior, en caso de ataque exterior o de rebeliones internas. Asimismo, se regulaban los castigos por el incumplimiento de estas obligaciones; es significativo que las mayores penas se refirieran a la falta de asistencia en caso de rebelión interna.”74

Lógicamente, esa circunstancia viene marcada por lo que venimos señalando que estaba sucediendo en el ámbito de la nobleza. Ya los cargos habían pasado de ser de designación regia a hereditarios. Curiosamente, un conde ya no era nombrado por el rey, sino que daba en herencia su circunscripción, mientras el rey era elegido por los nobles.

La situación de la monarquía, que salvo en contados reinados no fue precisamente ejemplar, como ya hemos señalado más arriba tenía dificultades para reclutar el ejército real, precisamente por el poder local que poseían los nobles “Así, una de las primeras medidas de Wamba fue evitar este inconveniente. Con su “Ley militar” estipula, en caso de invasión del exterior, como en caso de rebelión interna, la obligatoriedad de todos los que se encontrasen a no más de 100 millas de distancia, de acudir con sus fuerzas. En caso de incumplimiento se pagaría con el destierro, la confiscación de sus bienes y la pérdida de capacidad de testificar. Esta ley revela que el ejercito real en esta época estaba protofeudalizado (al constituirse por contingentes armados de grandes propietarios feudarios) y representaba un esfuerzo de controlar esa estructura protofeudal por parte del Estado.”75

Sin duda esa protofeudalización sería la que acabaría con el reinado de Wamba, que a toda costa procuraba el predominio del interés general nacional sobre los particularismos locales. Era un enfrentamiento que tendría consecuencias, que acabaría imponiendo el poder de la corona, o al revés, como sucedió, acabaría con la vida de quién intentase poner freno a los abusos localistas. “El más que patente distanciamiento de la nobleza y el clero respecto del Estado, induce a Wamba a dictar una ley…  que obliga a ambos estamentos a movilizar los recursos necesarios, económicos o militares, en caso de necesidad por parte del Estado, poniendo a todos los ejércitos particulares a las órdenes del rey”76 Pero este es un ideal que no sería conseguido sino… por los Reyes Católicos, ocho siglos más tarde.

La capacidad de la nobleza para eludir las leyes no conocía límite. “Lo más grave era que aún habían sido muchos más los que, vulnerando el cumplimiento de las leyes que regulaban la movilización en caso de guerra o sedición, alegando razones más o menos dignas de crédito se habían abstenido de acudir en ayuda del rey cuando éste lo había ordenado, con el encubierto propósito de no definirse claramente hasta que no se viese el cariz que iba a tomar el curso de la sublevación. Ello había puesto de relieve claramente el poco arraigo que entre la nobleza tenían las leyes dictadas en el seno de los concilios.”77 Era evidente la necesidad de reestructurar el ejército.

Luego, junto a la reestructuración del ejército era necesario efectuar la reestructuración de la organización de la Iglesia nacional. “El control del episcopado y el inmenso patrimonio eclesiástico se realiza creando nuevas sedes episcopales. Dictó leyes para impedir la rapacidad de algunos obispos que se apropiaban para su provecho personal de los bines de las iglesias y monasterios rurales. ”78 Y ello le acarrearía la enemistad de la cúpula religiosa, que acabaría, primero, traicionándolo a él, y décadas más tarde, traicionando a España.

“Por otra ley puso freno al aumento de la fuerza del trabajo dependiente de los fondos 
eclesiásticos mediante la costumbre de hacer contraer matrimonio a personas de condición libre con libertos de la iglesia, así los hijos pasaban a estar bajo el patrocinio de la iglesia. Esta política, contraria a la jerarquía de la Iglesia visigoda se refleja también en la ausencia en su reinado de un concilio general.” 79 

A ese respecto señalado de la ausencia de concilio nacional, remarcar el hecho que durante el reinado de Wamba tan sólo se celebró un concilio, dando lugar a un largo periodo sin que éstos actos legislativos se produjesen. El motivo no puede ser otro que la enemistad del alto clero con Wamba, que legislaba en perjuicio de los intereses espurios de ese alto clero.

Wamba lo tenía prácticamente todo en contra; sus victorias militares, obtenidas inmediatamente después de ser coronado, no le garantizaron un reino tranquilo. Era tal la marcha de la descomposición nacional; tal la evolución de los intereses de los señores locales, que la aureola de la victoria acabó en nada, y con la rehabilitación de los traidores.

La nobleza feudalizante, en connivencia con la nobleza eclesiástica, que veía cómo el rey que antes había apoyado procedía a cortar privilegios de los sectores acomodaticios del clero, acabaría de forma poco decorosa con un reinado llamado a mejores logros.

 “Una conjura encabezada por el conde Ervigio y el obispo metropolitano de Toledo, Julián, por tanto, con participación de sectores de la aristocracia y la Iglesia, puso fin al reinado de Wamba en el 680. Los motivos de esta conjura hay que buscarlos en el rigor y aplicación de los castigos a nobles y alto clero de la ley de obligaciones militares y, por tanto, en el intento de Wamba de reforzar la autoridad real. ”80

La conjura se llevó a cabo del siguiente modo: “Tuvo forma {el rey Ervigio} de hacer que diesen al Rey a beber cierta agua en que había estado esparto en remojo, que es bebida ponzoñosa. 
Adoleció luego el Rey, y quedó privado de su sentido súbitamente, tanto que a la primera hora de la noche juzgaban quería rendir el alma. Cortáronle el cabello, luciéronle la barba y la corona á manera de sacerdote: vistiéronle un hábito de monge, ceremonia que se usaba con los que morían, á propósito de alcanzar perdón de sus pecados. 
Todo esto se entiende tramó Ervigio con intento que aunque mejorase, no pudiese mas ser Rey conforme á lo que en el concilio Toledano VI estaba determinado.”81

Y es que, conforme a lo que marca el canon XVII del citado concilio, no era necesaria la voluntad de quién vestía el hábito, sino el mero hecho de haber sido visto vestido con el mismo por personas ajenas a su familia, para ser considerado religioso, situación que, una vez constatada públicamente, no podía ser abandonada.

Pero además, el concilio XII, en su segundo canon, dice al respecto: “En efecto la vida de los infantes párvulos manchada con el pecado original; cuando no está en disposición, á causa de su edad, de discernir, ni de pedir sino por medio de sus padrinos, recibe el sacramento del bautismo sin saberlo, ni discernir lo que se la dá. Por lo que así como el bautismo que reciben en su ignorancia los párvulos se administra sin desprecio alguno, descansando en la fe de los prógimos; del mismo modo el don de la penitencia que se aplica á los que no están en sí debe ser inviolablemente y sin repugnancia alguna observado por aquellos que le han recibido.”82

Así se las gastaba el obispo Julián, el mismo que había escrito un panegírico de Wamba en su campaña contra Paulo.

“El reinado de Wamba se caracterizó por ser prácticamente el último durante el cual se asistió al engrandecimiento del Estado; a lo largo de los reinados siguientes se va a asistir a una serie continuada de discordias internas que acabarán, a la larga, por facilitar la caída del aparato estatal visigodo en manos de los musulmanes. La primera de estas conspiraciones internas sería la que iba a provocar la deposición de Wamba.”83










































TRAS LA DEFENESTRACIÓN DE WAMBA

El Concilio XII de Toledo fue convocado para dar carta de naturaleza legal al golpe de estado que acabó con el reinado de Wamba y colocó en su lugar a Ervigio, actor principal de la conjura, con la colaboración del obispo Julián, otrora vocero de Wamba.

La justificación queda reflejada el principio del concilio, cuando se afirma: “Hemos visto con claridad y examinado en juicio contradictorio el contenido de las escrituras, esto es, la firma puesta por los palatinos, ante quienes el precedente príncipe se hizo religioso, y se tonsuró; y también el pliego en que desea que se consagre para sucederle en el reino al glorioso Señor nuestro, Ervigio; ó igualmente otra información del referido varón en nombre del honorable y santísimo hermano nuestro, Julián, obispo de la sede toledana, en que separadamente le instruyó para que cuidara de ungir por rey al referido Señor nuestro Ervigio; y que esta ceremonia se hiciese con toda diligencia: en las cuales escrituras reconocimos con claridad la firma del mismo príncipe Wamba, y nos persuadimos de su legitimidad con toda evidencia.”84 

La ascensión de Ervigio tiene todas las pintas de un golpe de estado llevado a cabo por el oficio palatino; de ahí el texto de la cita anterior, y de la que sigue: “Y por lo tanto, absuelto el pueblo del juramento de fidelidad que habia prestado al referido Wamba mientras fué rey, debe servirse con gusto á este solo serenísimo príncipe Ervigio, á quien el juicio divino eligió  para el reino, y el anterior principe instituyó para que le sucediera; y ademas de todo esto, á quien la amabilidad de todo el pueblo buscó. Conocido y sabido de antemano esto, debe servirse después del Dios del cielo al referido príncipe nuestro, rey Ervigio, con piadosa devoción; obedecerle también con voluntad pronta, y hacer y procurar todo lo que conduzca á su salud, y cuanto convenga a la nación ó á la utilidad de su patria. Por lo tanto, en adelante será anatematizado, y de seguro castigado con la animadversión divina, cualquiera que levantare la voz soberbiamente contra su salud, incitare para su muerte, ó buscare cualquier ocasión de hacerle daño.” 85

Treta sumamente extraña la de señalar a Ervigio como elegido de Wamba, porque en el mejor de los casos, ¿quién era Wamba para elegir a su sucesor, cuando la monarquía era electiva?

También en este concilio señalaba Ervigio los pasos que debía seguir para cumplir con los pagos debidos a sus necesarios colaboradores en la conjura: “que corrijais la ley de nuestro predecesor que mandaba que todo el que no hubiera acompañado al ejército, ó se hubiere huido de él , fuese privado irrevocablemente del testimonio de su dignidad; cuya severa determinación vigente en toda España, hizo perder la nobleza casi á la mitad del pueblo; porque con su observancia ha sucedido que en algunas villas, territorios ó aldeas sus habitantes han degenerado con esta infamia; pues como que se les ha privado de testificar, no puede averiguárse la verdad, lo que acarrea dos males, uno la nota infame de la plebe, y otro el de no haber medios de hallar la verdad.”

Evidentemente, ya en el Concilio XII se abría la puerta para la total amnistía de los traidores, y la inculpación de quienes habían actuado en defensa de los intereses de la Patria. El Concilio XIII los encumbraba.

Historiadores más prudentes que este aficionado, señalan que“Probablemente Ervigio está pagando el apoyo recibido en su propia conjura contra el referido Wamba por parte del sector que había apoyado y animado a Paulo, y para ello no solo se preocupa por la reparación del honor de los condenados, también de sus hijos y de todos aquellos que desde tiempo de Chintila cargaban con esa infamationis nota, lo que era una manera de aparentar que, como anota el preámbulo del canon, se ejercía un acto de caridad. Pero lo que a continuación se demanda reparar es el daño económico causado, pues quia incassum a servitute exuitur qui spoliis premitur.”86

Tan sólo diez años después de haber sido vencidos, decalvados y paseados con infamia por toda España, los condenados por sus responsabilidades en la sublevación de Paulo, incluido Paulo, fueron rehabilitados mientras Wamba se encontraba condenado a retiro forzoso. “El canon segundo del Concilio de Toledo XIII, …/… decretó que aquellos acusados de algún delito no sean despojados de las prerrogativas de su categoría de forma brutal, sino que en pública deliberación de los sacerdotes, de los señores y de los gardingos sean interrogados con toda justicia, y si se hallara culpable sufra las penas que las leyes señalan, y si fuese inocente sea así declarado por el juicio de todos.”87

“Como en el año 653, la restitución de las propiedades a los rebeldes de 672 en virtud de las actas del concilio de 683 sugería la idea de que se había ejercido contra ellos una violencia indebida y que se había empleado la coerción para obtener confesiones, todo lo cual dio como resultado unas injustas sentencias de expropiación.”88

Y todo dirigido por el obispo Julián, judío de raza que de adalid de Wamba se convirtió en verdugo del mismo. Con él se fortaleció la ley antijudía, no sin antes conceder inusitados privilegios a los judíos realmente convertidos, a quienes da título nobiliario y los exime de capitación. Menéndez Pelayo afirma que “Deseosos de acelerar la difusión del cristianismo y la paz entre ambas razas, los concilios XII y XIII de Toledo conceden inusitados privilegios a los conversos de veras (plena mentis intentione), haciéndolos nobles y exentos de la capitación. Pero todo fue en vano: los judaizantes, que eran ricos y numerosos en tiempo y de Egica, conspiraron contra la seguridad del Estado, quizá de acuerdo con los musulmanes de África. El peligro era inminente. Aquel rey y el concilio XVII de Toledo apelaron a un recurso extremo y durísimo, confiscando los bienes de los judíos, declarándolos siervos y quitándoles los hijos para que fuesen educados en el cristianismo.”89

Que los judíos cooperaron con los invasores musulmanes es una cuestión de sobras sabida. Lo que no deja de llamar la atención es que el obispo Julián y el mismo Ervigio dieran pasos en ese sentido.

Que la feudalización avanzaba a marchas aceleradas ya ha sido apuntado más arriba, pero hay autores que señalan que “cuando el XII Concilio de Toledo se reunió en enero de 681, los obispos y los nobles más poderosos de la corte parecieran haberse puesto de acuerdo una vez más, como en 653, para intentar restringir la autoridad de los reyes, y para sugerir que éstos podrían haber abusado de su poder en el trato dado a sus oponentes políticos. Era una alianza que ya había salido a la luz durante los acontecimientos de octubre de 680, en el transcurso de los cuales se puso fin al reinado de Wamba.” 90

El reinado de Ervigio fomentó la legislación antijudía, solidificó la preeminencia de los señores prefeudales, y dejó España a 24 años de la asonada árabe. El devenir del reinado en esos años, lubricó el momento.
“En consecuencia, el reinado de Ervigio, un instrumento de los nobles descontentos con una monarquía lo suficientemente fuerte como para atentar contra sus privilegios, supuso una serie de concesiones al alto clero y a la nobleza que dejaron al país en manos de las distintas facciones de ésta y, en todo caso, desprovisto de un órgano de poder eficaz frente al exterior. En adelante, la historia del Estado visigodo será la historia de las luchas entre las distintas familias nobles rivales.”91





























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1 comentarios :

Aingeru Daóiz Velarde dijo...

Estimado amigo, tuve en su momento el honor de recibir un cometario suyo en un artículo que publiqué sobre Malinche que tuve la mala suerte de borrar por error y torpeza de mi parte, y me gustaría poder conservarlos, ya que para mi era todo un honor y por el cual me sentía muy honrado. El enlace es el siguiente http://navegandoenelrecuerdo.blogspot.com.es/2015/12/malinalli-malinche-dona-marina-o-el.html.

Reciba mi más cordial saludo y agradecimiento.

 
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