Cesáreo Jarabo Jordán
pensahispa@gmail.com
pensahispa@gmail.com
De unos años a ésta parte, los políticos españoles se han empeñado en que España es Europa… y en Europa nos han metido.
Geográficamente, la evidencia es aplastante… España es Europa. ¿Y políticamente?… España es Europa por la voluntad de los europeos y de los políticos europeos que gobiernan España. ¿Y culturalmente?. ¿Qué tiene en común el ser y la esencia de lo español con el ser y la esencia de lo europeo?
Desde mi modesto punto de vista, la batalla de San Quintín, los Tercios de Flandes, la rendición de Breda, la Armada Invencible, la división del Imperio efectuada por el magno rey Carlos I… y los Pirineos, que están por medio. Nada más.
Pero el asunto no es tan sencillo. Hay que determinar qué es Europa en el continente europeo, y qué no es Europa.
No sólo España y Portugal no es Europa.
Debemos atenernos esencialmente al principio cultural que marca nuestras diferencias insalvables con Europa, y en ese principio cultural descubrimos que nuestras semejanzas se ven plasmadas en aquellas naciones de honda raigambre romana, cristiana, católica y ortodoxa.
Nosotros creemos en el hombre. Ellos, y sólo ahora, porque antes tampoco, creen en el racismo. Son racistas.
En España, y por razones más que justificadas, se decretó la expulsión de judíos (por cierto, en varios países europeos, también), moros y gitanos, y ese hecho es injustamente calificado de racista, sin caer en la cuenta que santa española por excelencia es Santa Teresa de Jesús, de raza judía; y el maestro de la Hispanidad, Jesús, de raza judía…
El mundo hispánico es integrador y libre; romano. El mundo europeo (incluido en este concepto el mundo estadounidense) es esclavo de los vicios y de la irracionalidad; desconocedor del bien y del mal; liberal, ateo, hedonista.
Lógicamente, y como nuestro gran Carlos I, una mente cultivada e hispánica no puede sentirse nunca europeo.
Y ahora, artificialmente incrustados en la Europa política, pretenden anular la historia y la idiosincrasia de nuestra Patria; pretenden anular de un plumazo el cristianismo y la libertad, imponiendo definitivamente el espíritu de la Ilustración.
Así, en el preámbulo al proyecto de Constitución europea afirman cosas tan peregrinas como que “Inspirándose en las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa, que alimentadas inicialmente por las civilizaciones griega y romana, marcadas por el impulso espiritual que la ha venido alentando y sigue presente en su patrimonio, y más tarde por las corrientes filosóficas de la Ilustración, han implantado en la vida de la sociedad su visión del valor primordial de la persona y de sus derechos inviolables e inalienables, así como del respeto del derecho”
Lo único real de semejante afirmación es lo relativo a las corrientes filosóficas de la Ilustración, cuya realidad es tan radicalmente opuesta a la Historia de España y a la historia de la Cristiandad.
Corrientes filosóficas que, caso de no haber existido España, con su poder militar, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, hubiese significado, sin lugar a dudas, la desaparición de razas enteras en América, así como la destrucción de los pocos valores que perviven en nuestro mundo.
El espíritu de la Ilustración, y nunca el espíritu greco-romano, y por supuesto siempre en contra del espíritu cristiano ha sido la constante en la actuación europea, como mínimo desde Trento.
Ese mismo espíritu fue el que propició el exterminio del cristiano Imperio Austro Húngaro; el mismo que produjo la Revolución Francesa y el que propició el bolchevismo, con una colaboración más que decidida por parte de la Masonería, en sus versiones francesa e inglesa, contra la cristiana Rusia en 1917.
La instauración de la monarquía borbónica en España fue otro hito en el avance de la Ilustración, del europeísmo, y el declive de lo hispánico y lo cristiano.
Finalmente, el siglo XX y lo que va del siglo XXI no es sino el siglo del fortalecimiento e instauración, a nivel mundial, del liberalismo, de la Ilustración, del europeísmo, y un permanente debilitamiento de lo Hispánico, Romano, Cristiano y Humanista.
También afirman “que la Europa ahora reunida va a seguir por esta senda de civilización, progreso y prosperidad en bien de todos sus habitantes, incluidos los más frágiles y desfavorecidos”. Pero habría que determinar lo que entienden por civilización (no precisamente la civilización cristiana), sino una “civilización” donde los más bajos vicios se manifiestan como derechos inalienables, y donde los valores humanos, desde el mismo derecho a la vida, que ya en el derecho romano se le reconocía al nasciturus, son entendidos arbitrariamente y transmitidos, no a los sujetos de derecho, sino a quienes debieran tener la obligación de preservarlos.
En su artículo I-2, afirma que “La Unión se fundamenta en el respeto de la dignidad humana, la libertad, la democracia, el Estado de Derecho y el respeto de los derechos humanos”, y yo me pregunto si ese respeto a la dignidad y a los derechos humanos es continuación de la actividad que, a lo largo de los siglos, han desarrollado los estados europeos a lo largo y ancho del mundo; En América, en Asia, en África, en Oceanía o en Europa.
Cuando los conquistadores españoles pisaron el Nuevo Mundo, escribieron a los Reyes Católicos diciendo: Aquí todo es diferente, plantas y animales; sólo los hombres son iguales a nosotros.
Esa es la esencia de la Hispanidad; tan contraria a la máxima europea aplicada en Norteamérica, donde “el mejor indio es el indio muerto”, o en Oceanía, donde a mediados del Siglo XX, tuvieron a bien tratar a los aborígenes fuera del punto de vista zoológico.
En el mismo artículo, refiriéndose a sí mismos señalan sin rubor que “en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la tolerancia, la justicia, la igualdad, la solidaridad y la no discriminación…”.
Un pluralismo y una tolerancia que condena al más completo de los ostracismos a toda persona que cometa la felonía de pensar por sí mismo, independiente del pensamiento único; una tolerancia y un pluralismo que debe estar inexorablemente circunscrito al dirigentismo obligado de los partidos políticos ( y de los medios de “comunicación” de los que dependen); auténticos grupos de opresión de los ciudadanos, que se dividen la sociedad para manipularla mejor.
Justicia, igualdad y solidaridad, que inexorablemente están enmarcadas en los presupuestos que ellos mismos, a espaldas de la Justicia, la Igualdad y la Solidaridad, dictan en contra de las personas, promulgando leyes criminales que atacan directamente la vida del nasciturus, del enfermo y del anciano.
En su artículo I-3-2, afirman que “La Unión ofrecerá a sus ciudadanos un espacio de libertad, seguridad y justicia sin fronteras interiores y un mercado único en el que la competencia sea libre y no esté falseada.”
Las palabras son muy bonitas, pero hay que ver lo que ocultan, y para ello no hay más que analizar la trayectoria del sistema que dicta este presupuesto de ley.
La Libertad es algo más que palabras. La Libertad son hechos, y el sistema, manifiestamente, se limita a jalear tales conceptos amparando tras los mismos la libertad de los opresores, que inexorablemente anula la libertad de las demás personas.
Todos somos libres, por ejemplo, de crear una cadena de televisión, de radio o de prensa, que promulgue la Libertad y la Justicia, pero para ello hace falta un considerable número de millones de euros que, casualmente, no está a disposición de todos… Entonces, da la casualidad que, quién los tiene, se dedica a emitir basura televisiva, radiofónica o literaria disfrazada de libertad de expresión. ¿Dónde quedan tan bonitos conceptos?… En una sola realidad… El mercado único; pero un mercado único que obedece tan sólo a la libre competencia de quienes tienes capacidad de oprimir.
A los demás, a la inmensa mayoría, le queda la satisfacción de saberse libre a la hora de elegir la basura ofrecida por uno o la basura ofrecida por otro. ¡Bonita libertad!.
En el mismo artículo señala que “En sus relaciones con el resto del mundo, la Unión afirmará y promoverá sus valores e intereses”
Pero, ¿Sus valores e intereses son acaso compatibles con los valores e intereses de España?. ¿Son acaso compatibles con los valores e intereses de la Hispanidad?.
Me temo que a lo largo de los siglos ha quedado manifiesto que no.
El mundo europeo es de clara raigambre protestante, calvinista, luterana…
Pero no es sólo una cuestión de religión; es una cuestión de idiosincrasia; es una cuestión de entendimiento de la vida, de la persona, de la sociedad.
Del mismo modo que el mundo árabe es inconsustancial con el mundo hispánico por multitud de razones que parten del entendimiento de la persona, el mundo europeo también es inconsustancial con el mundo hispánico por la misma razón.
Ocho siglos de dominación árabe de España no sirvieron sino para constatar el hecho del abismo existente entre el pensamiento hispánico y el pensamiento árabe. Sencillamente, el cruce de sangre entre los invasores árabes y los invadidos españoles no va más allá de lo testimonial. Los árabes no conquistaron España, sino que la invadieron.
Con el mundo europeo pasa prácticamente lo mismo.
Roma, nuestra madre, conquistó la mayor parte del mundo conocido; lo culturizó; lo liberó.
Posteriormente, con la invasión de los pueblos bárbaros, los pueblos romanizados fueron reculando hasta sucumbir o quedar relegados a las penínsulas mediterráneas. Europa fue conquistada por una mentalidad que podemos calificar de anti-romana, anticivilizada… Ése es el sustrato de Europa, mientras el sustrato de las penínsulas del sur de Europa es el de la civilización romana, cristianizada.
Avanzando en la historia, los europeos iniciaron unas “cruzadas” contra Tierra Santa. Cruzadas que tuvieron, como casi todas las cosas de la vida, cosas buenas, pero sobre todo tuvieron cosas malas.
Así, la primera cruzada, anterior a la primera cruzada, la conocida como “cruzada popular” (cuánta semejanza dialéctica con momentos más cercanos), arrasó literalmente el este de Europa, y sólo la inteligencia de Bizancio impidió que arrasase Constantinopla.
Mientras tanto, los europeos no participaban en la expulsión de los moros invasores de España. Eso no les preocupaba.
Pero no acabó ahí el dislate de los europeos. Las “cruzadas”, en principio dirigidas a liberar Tierra Santa, fueron un cúmulo de atentados contra la romanidad del Imperio de Oriente; hasta el extremo que llegaron a arrasar Constantinopla… y se ocasionó el Cisma de Oriente en la Iglesia.
Esa actuación europea que sufrió el Imperio Romano de Oriente; ese hostigamiento por parte del mundo hedonista europeo, es el mismo que desde hace cinco siglos ha venido sufriendo España (y el conjunto de la Hispanidad) por parte del mismo enemigo.
Sí, ciertamente tropas europeas tomaron partida en ocasiones en la lucha contra los moros en España, pero sólo los templarios lo hicieron de una manera decidida y con espíritu cristiano.
La norma, en cualquier caso, era diametralmente opuesta al espíritu de la Cruzada española. Hasta el extremo que la Batalla de las Navas de Tolosa, hecho de primordial importancia en el desarrollo de la Reconquista, se vio libre de la intromisión europea, aunque se hallaban presentes en el terreno.
Sencillamente la voluntad de los europeos no coincidía con la filosofía de la Reconquista, y se automarginaron. La batalla de las Navas de Tolosa fue el primer hecho histórico, tras la asonada árabe, donde todos los reinos hispánicos plantaron cara al invasor… Y lo hicieron sin los europeos, como siempre.
Mientras tanto, la mezcla de sangre era el síntoma esencial del pueblo español. Sólo dejaba de mezclarse quien se automarginaba… la inmensa mayoría de los judíos; la inmensa mayoría de los moros…la inmensa mayoría de los europeos…
España expulsó al moro, y su ímpetu la lanzó al Atlántico, a África y a Europa, pero ni en África ni en Europa tuvo éxito; hasta el extremo que en el apogeo de la Historia, uno de los mejores reyes que jamás han sido en la historia de la humanidad (por cierto, medio europeo de sangre), Carlos I, se vio en la obligación de dividir su imperio, separando definitivamente Europa de la Hispanidad. Y es que tuvo que comprobar la imposible comunión entre una y otra.
La Hispanidad, desde siempre, es diametralmente opuesta al mundo europeo.
Indios araucanos durmieron en el fuerte Santiago la noche en que fueron vencidos militarmente, y sólo el pensamiento humanista y cristiano, hispánico, puede ser capaz de crear la figura del “defensor universal del indio”, encarnado nada menos que en un fraile, Fray Bartolomé de las Casas, cuya “Brevísima noticia histórica de la destrucción de las Indias” no es sino una sarta de majaderías; eso sí, emitidas con la noble voluntad de defender la Justicia.
A los diez años de que el gran Hernán Cortés conquistara México, existían diccionarios quechua-español; escuelas… Y a los cien años, universidades distribuidas en toda América. Y las relaciones con los nativos, de guerra y de amor.
El mismo Hernán Cortés tuvo unas relaciones más que íntimas con Malinche desde el primer momento de pisar tierra mexicana.
Igualito que los europeos en Norteamérica, donde la primera escuela primaria se constituyó en el siglo XIX, para los hijos de los conquistadores, y donde a los indios se les trató peor que a animales.
¿Muertes?, ¿guerras?. Naturalmente que hubo muertes y hubo guerras; como en la conquista de España por parte de Roma, pero en ambos casos, con Roma y con España, la guerra terminó con integración, con reconocimiento de los mismos derechos y libertad… O más. Hasta el extremo que en algunos lugares, especialmente en Bolivia y Perú existieron amargas quejas por parte de los conquistadores, al ser severamente castigados tras haber sido acusados injustamente de malos tratos a los indios.
Las mayores mortandades eran ocasionadas por las enfermedades que cruzaron el Atlántico. El sarampión y otras enfermedades acabaron con la vida de tribus indígenas enteras, pero también las enfermedades de América acabaron con tanta gente española que la población se quejaba, y hasta sectores de la población llegaron a exigir el abandono de la Conquista.
La Conquista significó un intercambio total (para acá trajeron la patata, el oro… y la sífilis), y para allá se llevó la cultura y el cristianismo. Puro intercambio amistoso, como anteriormente sucedió con Roma y sus conquistas. Y hoy, a Dios gracias, somos hijos de Roma.
Los europeos no son hijos de Roma, sino de los pueblos bárbaros que aniquilaron Roma.
Ciertamente, la superior cultura romana siguió impregnando el mundo europeo, pero así como en España, en Italia, en Polonia, en Rumanía, en el mundo ortodoxo… caló hasta el tuétano en el ser social y personal, en el mundo europeo quedó en la superficie; quedó en los acueductos; quedó en las calzadas…, pero a pasos acelerados, en lo espiritual, el pensamiento fue derivando hacia el materialismo, hacia el hedonismo, hacia el utilitarismo.
Y no podía ser de otra manera, porque los pueblos invasores, cuyos descendientes son los actuales europeos, acabaron con todo y dieron lugar a la oscura Edad Media, que tan poco tiene en común con el mismo periodo de Reconquista en que se vio sumida España.
Nuestro Románico es muestra evidente de lo dicho, como es muestra evidente las ciudades americanas hispánicas, cuyas construcciones les dan un carácter de solera y de historia que ninguna ciudad euroamericana puede, ni por mientes, igualar.
Y no hablemos de lo importante, de las personas. ¿Hablamos del Inca Garcilaso de la Vega?…
El contrapunto lo tenemos en la Patagonia, donde lo inhóspito del terreno impidió una colonización en condiciones, y sólo fue ocupada por temor a incursiones de los ingleses. Pero, ¿qué sucedió en Patagonia cuando en el siglo XIX fue roturada para la crianza de ganado? El peor de los males; una situación tan desastrosa y tan de vergüenza; tan poco hispánica como la descolonización del Sahara Occidental.
Una y otro fue vendida a los extranjeros. Centrándonos en Patagonia, grandes capitalistas alemanes y británicos adquirieron inmensas extensiones de terreno con el beneplácito de gobiernos títeres, y aplicaron árnica a los pacíficos habitantes del lugar. ¿Dónde están hoy los patagones?; ¿mezclados racialmente con los alemanes y los ingleses?. El exterminio llevado a cabo por los europeos fue similar al que siglos atrás llevaron a cabo con los pueblos indígenas de Norteamérica.
¿Acaso es equiparable la Conquista llevada a cabo por España con el exterminio llevado a cabo por los europeos?
Ahí radica nuestra gran diferencia con los europeos. Y siendo así, ¿qué valores deben prevalecer?
En su artículo I-10 dice que “La Constitución y el Derecho adoptado por las instituciones de la Unión en el ejercicio de las competencias que les son atribuidas primarán sobre el Derecho de los Estados miembros”.
Este principio, así como lo afirmado en el I-11 (Cuando la Constitución atribuya a la Unión una competencia exclusiva en un ámbito determinado, sólo ésta podrá legislar y adoptar actos jurídicamente vinculantes, mientras que los Estados miembros, en cuanto tales, sólo podrán hacerlo si la Unión los autoriza a ello o para aplicar los actos adoptados por ésta) atenta directamente al ser de España y de la Hispanidad, pretendiendo prevalecer sobre la propia naturaleza de nuestra Patria, que no puede circunscribirse a la geografía, mero accidente, sino que se extiende por los cinco continentes con una idiosincrasia que nos es común y que nos enfrenta a la idiosincrasia y a los intereses europeos.
Para colmo, en el artículo II-181, se incluyen en la unión europea “Los países y territorios no europeos que mantienen relaciones especiales con Dinamarca, Francia,
los Países Bajos y el Reino Unido”, y por supuesto no se hace mención a la Hispanidad, siendo que la mención a las colonias europeas se hace por meros asuntos mercantilistas. “Las importaciones de mercancías originarias de los países y territorios se beneficiarán, a su entrada en los Estados miembros, de la prohibición de los derechos de aduana entre Estados miembros prevista en la Constitución.”( Artículo III-183).
“Los [antiguos artículos 182 a 187] serán aplicables a Groenlandia sin perjuicio de las disposiciones específicas para Groenlandia que figuran en el Protocolo sobre el régimen particular aplicable a Groenlandia.” Artículo III-187, pero no a Cuba, Filipinas o Argentina, por ejemplo.
En el artículo I-13 se afirma que “En los ámbitos de la investigación, el desarrollo tecnológico y el espacio, la Unión tendrá competencia para llevar a cabo acciones, en particular la definición y realización de programas, sin que el ejercicio de esta competencia pueda tener por efecto impedir a los Estados miembros ejercer la suya”, todo lo cual y en el ámbito filosófico que impregna el espíritu europeo, la Ilustración, condena al Humanismo y condena al Cristianismo a perecer sin derecho a réplica.
Las acciones de que habla dan lugar a la investigación con seres humanos; a la consideración del ser humano como un objeto de investigación donde no se respeta su dignidad (clonación, etc).
En el Artículo I-4 afirma que “La Unión adoptará medidas para garantizar la coordinación de las políticas económicas de los Estados miembros, en particular adoptando las orientaciones generales de dichas políticas”
Políticas que inexorablemente se circunscriben a políticas económicas liberales, desentendidas de la libertad humana y que tan sólo obedecen a la ley del máximo provecho económico, y que supeditan al hombre, a la familia y a la sociedad a esas mismas leyes. Para un cristiano, son las leyes las que deben someterse a los intereses humanos y de la sociedad. Nunca al contrario.
En cuanto a política exterior y seguridad común, en su artículo I-15 y siguientes afirma que todo estado miembro “se abstendrán de toda acción contraria a los intereses de la Unión o que pueda perjudicar su eficacia”
Parece manifiesto que los intereses de la Hispanidad son en gran medida contrarios a los intereses europeos, y España no puede ser entendida en la Historia sin la Hispanidad, con lo cual, este principio es contrario a los intereses de España.
En su artículo I-51, afirma que “La Unión respeta y no prejuzga el estatuto reconocido, en virtud del Derecho nacional, a las iglesias y las asociaciones o comunidades religiosas en los Estados miembros”
Para nada cita la inequívoca importancia que en todos lo ámbitos ha desarrollado a lo largo de los siglos la Iglesia Católica. No cita ni aquí ni en ninguno otra ocasión, la importancia del Cristianismo, lo que reafirma la inconsistencia moral e ideológica de un sistema político como el que auspicia.
En el artículo II-2 se reconoce el derecho a la vida, pero nada indica del aborto y de la eutanasia, dos atentados contra la vida que los partidos que auspician la unión europea están imponiendo sin respetar esos principios que dicen defender.
En el artículo II-3, afirman que “1. Toda persona tiene derecho a su integridad física y psíquica”, sin hacer mención a los constantes ataques psíquicos que los medios de comunicación emanan a diario.
En el artículo II-5, afirman que “Nadie podrá ser sometido a esclavitud o servidumbre.”, pero no hacen mención a la situación actual de esclavitud a que se ve sometida la sociedad; una esclavitud que es presentada como un acuerdo libre entre los trabajadores, que carecen de fuerza legal, y un sistema capitalista de producción que exige dedicación completa mucho más allá de lo que permite la ley natural, que impide la construcción de una familia normal y la atención a la misma.
En su artículo II-11 se proclama la libertad de expresión y de información
“1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o de comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber injerencia de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.
2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo”, cuando la verdad es que todo hace indicar que tal afirmación es un escarnio, dado que los medios de comunicación, verdaderos controladores de la vida pública, están en manos de pocas personas, y donde emitir un juicio queda supeditado a la “corrección política”
En su artículo II-21, “Se prohibe toda discriminación, y en particular la ejercida por … orientación sexual.”
Con esta afirmación se discrimina directamente a toda persona que no sea homosexual o practique el bestialismo.
La Familia recibe un ataque frontal al ser equiparada con situaciones que requieren una discriminación positiva, como los homosexuales, quienes debían tener derecho a recibir una adecuada asistencia médica que atienda y corrija su desviación.
En el articulo II-24, afirma que “. Los menores tienen derecho a la protección y a los cuidados necesarios para su bienestar.
Podrán expresar su opinión libremente. Ésta será tenida en cuenta en relación con los asuntos que les afecten, en función de su edad y de su madurez.”
Este extremo, que sí es asumible por un pensamiento humanista, no atiende, sin embargo, el derecho de los menores a ejercitar el voto, siendo, como son, destinatarios de numerosas e importantes medidas que, afectándoles directamente, son dictadas sin su concurso.
Otra cosa sería concederles derecho a voto, que sería ejercido por sus padres.
En su artículo II-34, en lo relativo a seguridad social y ayuda social
“La Unión reconoce y respeta el derecho de acceso a las prestaciones de seguridad social y a los servicios sociales que garantizan una protección en casos como la maternidad, la enfermedad, los accidentes laborales, la dependencia o la vejez”
Pero no habla para nada de los costos del mantenimiento de la citada Seguridad Social.
Parece indicar que todos tienen los mismos derechos, pero sucede que quienes no tienen hijos acaban resultando parásitos de quienes sí los tienen, y de éstos propios hijos, ya que no se atiende una debida atención a la familia, que a la postre es quién aporta nuevos cotizantes, y sin embargo se ve privada de todo apoyo, social, fiscal, económico…
En su artículo II-40, indica que “Todo ciudadano de la Unión tiene derecho a ser elector y elegible”, cuando todo hace indicar que tal afirmación, en los estados que la constituyen, no se cumple.
Para ser elegible se ha de ser miembro de un partido político, que además tiene a su disposición medios económicos públicos que ninguna persona posee.
Si una persona no se encuentra representada por ninguno de los partidos en liza, no puede presentarse a las elecciones, con lo que la afirmación es una nueva falacia.
En el artículo II-181, se incluyen en la unión europea “Los países y territorios no europeos que mantienen relaciones especiales con Dinamarca, Francia,
los Países Bajos y el Reino Unido”, pero “el Tratado por el que se instituye la Constitución no se aplicará a las zonas de soberanía del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en Chipre” (¿)
Resumiendo: Los gobiernos y estamentos contemplados en la Constitución europea son directamente atentatorios contra la integridad española y atacan directamente el hecho incuestionable de una cuestión histórica, moral y universal como es la Hispanidad
La Hispanidad, con España o sin España. deberá ser competencia directa, humana, cristiana y libre contra una Europa mercantilista, hedonista, atea y sin principios morales. Esperemos que sea con España.
Cesáreo Jarabo
0 comentarios :
Publicar un comentario