TRES ESPAÑOLES EN LA INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS
La independencia de los Estados Unidos de América habría sido imposible sin la ayuda española a las Trece Colonias.
A principios de 1777 llegaron desde Cádiz, La Coruña y Bilbao a Boston, Newbury, Marblehead y Salem varios buques cargados con mantas, botas, fusiles, quinina, telas para uniformes y otros usos. Sería el principio de un tráfico que no cesaría. Su beneficiario: el ejército de las Trece Colonias.
El 7 de septiembre de 1779, Bernardo de Gálvez tomaba por asalto el fuerte Bute de Manchak. Su beneficiario: el ejército de las Trece Colonias.
El 9 de agosto de 1780, Luis de Córdova deshacía una armada inglesa de 51 naves.La presa, que significó el mayor golpe logístico sufrido por la Pérfida Albión, fondeó en Cádiz el 20 de agosto, portaba 294 cañones, 1692 hombres de equipajes, 1159 hombres de la tropa de transporte y 244 pasajeros, entre ellos algunos importantes. De las fragatas había algunas de 700 toneladas, muchas de 400, más de 10 de 200 y el resto de 300 toneladas. Su beneficiario: el ejército de las Trece Colonias.
El 30 de abril de 1780, el cadáver de Juan Miralles Trayllón recibía honores de estado por parte del gobierno de Jorge Washington.
El 19 de octubre de 1781, en el desfile de la victoria de los ejércitos usenses, Bernardo de Gálvez cabalgaba a la derecha de Jorge Washington.
¿Y después?
Veamos una reseña de las actuaciones de tres de los personajes más significativos y que sólo han merecido el olvido por parte de sus beneficiados.
Juan Miralles Trayllon
Los relatos de Historia nos tienen acostumbrados a personajes que han tenido un gran significado en la guerra o en la política, pero el entorno histórico abarca todos los ámbitos; hay personajes que son desconocidos, sin cuyo concurso las cosas no hubiesen acontecido del modo que conocemos… o que desconocemos.
Tal es el caso de Juan de Miralles y Trayllon, nacido en Petrel (Alicante) el 23 de julio de 1713, y fallecido en Morristown, Nueva Jersey el 30 de abril de 1780.
De oficio comerciante con actividad que abarcaba todo el Caribe, y vecino de La Habana, desarrolló su actividad como espía, siendo que el 9 de mayo de 1762 emitió un informe en el que anunciaba la expedición inglesa que se dirigiría contra la Habana. Las comunicaciones del momento no eran como hoy, y el 7 de junio desembarcaban los ingleses en la isla sin que la información hubiese llegado a destino.
Por estas fechas estaba en curso la Guerra de los Siete Años, en la que España había entrado en 1761. En 1763 se firmó el tratado de París y España recuperó La Habana y Manila, que también había sido ocupada, y perdió la Florida a favor de Gran Bretaña. Pero las consecuencias enormemente negativas de esta ocupación son cuestión aparte de lo que ahora nos ocupa.
Quedó manifiesta la actuación de Miralles, que a partir de entonces iniciaría una importante labor comercial a partir de Nueva Orleans que lo llevaría a iniciar importantes transacciones con la Florida y con los puertos ingleses de Charleston, Filadelfia, Nueva York y Boston, lo que le posibilitaría conformar un servicio secreto auspiciado por el capitán general de Cuba, Diego José Navarro, que lo nombró embajador para negociar con las Trece Colonias y que desde Filadelfia sería el centro de espionaje extendido por los dominios británicos en el Caribe.
El 5 de septiembre de 1774 se reunió el primer Congreso continental en Filadelfia, que acordó la formación de un ejército propio y el bloqueo comercial entre las Trece Colonias y las posesiones británicas en el Caribe. El comercio de aquellas pasaría a desarrollarse con La Habana, donde Juan de Miralles ejercía su control.
El cometido de Miralles sería tomar posiciones en las colonias británicas y establecer relaciones con el movimiento independentista, lo que le llevaría a tomar contacto directo con Jorge Washington a quién se le ofrecería todo tipo de ayudas… con el objetivo de reconquistar la Florida, lo que inequívocamente hubiese tenido que hacerse si la ayuda de España se hubiese hecho pública.
Para llevar a cabo esta acción, Miralles llevó a cabo una acción de distracción. A finales de 1777 embarcó para la península, pero simulando el barco dificultades de navegación, recaló en Charleston, donde desembarcó y, haciéndose pasar por comerciante, al fin lo que era, tomó contacto con los miembros del Congreso de Filadelfia, de los que ya era conocido de antiguo a través de sus agentes. Desde este momento, y hasta el año 1783, las 13 colonias no pararon de recibir ayuda española de todo tipo: política, militar y económica.
Bernardo de Gálvez, gobernador de Luisiana controlaba directamente estas donaciones secretas recibidas a través del conde de Aranda, embajador español en París, lo que ha hecho que en no pocas ocasiones se haya interpretado este aporte como apoyo francés.
Otras ayudas, generalmente canalizadas por Juan Miralles, no son conocidas. Pero, para comprender la importancia de la ayuda financiera española, debemos considerar que en estos momentos la economía de las Trece Colonias giraba en torno a los conocidos como «Spanish milled dollars», siendo que los billetes emitidos en Filadelfia en 1776, se garantizaba al portador recibir cuatro reales de a 8 españoles, o su valor equivalente en oro o plata.
El Congreso Continental, en mayo de 1775 ordenó la emisión de tres millones de reales de a ocho, en billetes, y el real de a ocho español circuló sin resellar en los Estados Unidos hasta el año 1857.
Y es que tampoco el sistema monetario estadounidense hubiese podido crearse sin el real de a ocho, conocido también como peso fuerte o duro.
Al mismo tiempo, Miralles, como delegado de la corte de Madrid, encauzó grandes donaciones de ropa de abrigo, pólvora, armas, medicinas, etc. hacia las tropas de Washington, a través de la española ciudad de Nueva Orleans.
El 21 de enero de 1778 fue nombrado por España “observador y representante en Estados Unidos”, con una asignación de 39.000 pesos para desarrollar su labor como espía. Fue acogido por Edward Rutledge, firmante de la declaración de independencia y gobernador de Carolina del Sur, y a su amparo hizo acopio de informaciones de valor estratégico sobre posiciones y movimientos del ejército británico.
Era el primer diplomático español adelantado en los nacientes Estados Unidos de Norteamérica.
Francia se une el 6 de febrero a la guerra con el tratado de alianza que de facto reconoce la independencia de las Trece Colonias… y Miralles asiste como representante oficial de España a la celebración del reconocimiento.
En marzo de 1778 el ejército estadounidense recibía de España una donación consistente en nueve mil varas de paño azul, dieciocho mil varas de paño tinto de lana, mil setecientas varas de paño blanco y casi tres mil varas de estameña blanca provenientes todas ellas de las fábricas de Alcoy, lo que significaba que toda la ropa de los uniformes del ejército de George Washington procedía de Alicante, así como otros envíos españoles consistentes en docenas de cajas y barriles con medicina, pólvora y fusiles, pero era necesario guardar las apariencias con Gran Bretaña hasta que Madrid decidiese unirse oficialmente a la guerra.
Franklin agradeció al conde de Aranda el suministro, gestionado por Miralles, de doce mil fusiles que fueron puestos en manos de las tropas del general Washington en Morristown, cuyo ejército no llegaba a los cinco mil hombres. Pero la ayuda no se limitaba a eso, ya que se llevaban a efecto actuaciones militares en el valle del Misisipi y en la Florida, lo que imposibilitó el agrupamiento de las tropas inglesas.
El 31 de diciembre de 1778, Miralles ofreció una fiesta en honor de Jorge Washington a la que asistieron, entre otros, La Fayette, Friedrich Wilhelm von Steuben y Johann von Robais. Sería el inicio de una entrañable amistad que uniría las vidas de Miralles y de Washington.
La actividad de Miralles no cesaba. Consiguió, con el apoyo de otros comerciantes cubanos, aportar para la causa de Washington importantes cantidades de dinero que a valor actual se estiman en 300 millones de dólares. Dinero que nunca ha sido devuelto.
Finalmente España declaró la guerra a Inglaterra el 12 de abril de 1779, cuando la actuación de Bernardo de Gálvez sería decisiva para el triunfo de los insurgentes.
El desarrollo de los acontecimientos llevó a Miralles a la localidad de Morristown, en Nueva Jersey, donde el mal tiempo, su edad y su estado de salud le hizo adquirir una pulmonía que lo condujo a la muerte el 30 de abril de 1780. Tenía 67 años.
Fue atendido de la enfermedad en la casa de Jorge Washington por la esposa y por el médico particular de éste, y se le ofició un funeral militar del Ejército de los Estados Unidos al que asistió el Congreso estadounidense en pleno.
La Royal Gazette de New York, describe la ceremonia:
La procesión doliente ocupa una milla. Para el féretro, seis oficiales de campo y cuatro de artillería en completo uniforme. Un cura español oficia los servicios en el rito católico romano. La tumba está junto a la iglesia de Morristown.
Por su parte, Washington dejó escrito:
Las atenciones y los honores rendidos al Sr. Miralles fueron dictados por la sincera estimación que siempre le tuve.
Con el mayor placer hice todo lo que un amigo podría hacer por él durante su enfermedad. Debe ser de algún consuelo a sus familiares saber que en este país se le estimaba universalmente y del mismo modo será lamentada su muerte
Y dirigiéndose a su viuda:
Todas las atenciones que me fue posible dedicar a su fallecido esposo fueron dictadas por la amistad que sus dignas cualidades me habían inspirado.
Sin la actuación de Juan Miralles Trayllon el éxito de la campaña de Washington hubiese sido, al menos, cuestionable, pero al fin, los Estados Unidos son anglosajones, y en ellos, el agradecimiento es un sentimiento que forzosamente les debe ser prestado por los demás y nunca al revés; así, Alexander Hamilton, el secretario del general Washington, ocultó para la posteridad tanto la trascendencia de la ayuda española a la causa usense como el respeto y amistad existente entre Washington y Miralles, algo que le era sobradamente conocido.
Todas estas actuaciones de España, las de Miralles y otras como las del general Gálvez fueron debidamente compensadas un cuarto de siglo después…
Antes de finalizar el siglo, las relaciones con Inglaterra se restablecieron. En 1791 intercambiaron embajadores. En 1794 firmaron un tratado comercial y de paz que sería roto por la guerra en 1812, pero las disputas, de menor entidad, acabarían disolviéndose en beneficio común con el reparto de la España americana.
Estados Unidos olvidaría pronto sus compromisos con España y pesaría más su espíritu anglosajón. Así, juntos Inglaterra y los Estados Unidos se volcarían al unísono contra España.
Pero si España prestó todas esas ayudas a fondo perdido, no sucedería a la recíproca… Y si España ayudó a la separación de unas colonias, Inglaterra y los Estados Unidos no hicieron lo mismo, sino que promovieron la ruptura de una nación.
España, que estaba en guerra con Inglaterra, facilitó bienes, armas, dinero, ejército… a fondo perdido. Y su agradecimiento se circunscribe a haber dado el nombre del general Gálvez a una ciudad… de cuyo hecho incluso se olvidaron…
La contrapartida en el mundo hispánico fue de otro color… En la Catedral de Quito está la tumba de Sucre… En ella figura una placa de agradecimiento por parte del ejército británico… ¿Qué tiene que agradecer el ejército británico? Supuestamente, ¿no debía ir el agradecimiento en sentido contrario?
Inglaterra, que nominalmente era aliada de España, primero prestó dinero, armas y ejército a una agrupación de oligarcas que, previamente adoctrinados en las logias masónicas de Londres abrieron camino para que el ejército y la marina británicos actuasen. Y esos préstamos conllevaban una hipoteca sobre todos los bienes raíces de América. Inglaterra se apropió de los tesoros acumulados durante siglos en los Virreinatos… Se habla de hasta dos billones de euros a valor actual… Y los nuevos “estados independientes” se hipotecaron hasta el extremo que algunas deudas llegaron hasta el siglo XXI.
En la guerra de independencia de los Estados Unidos los indios permanecieron al margen; en las guerras separatistas de la España americana, participaron, cierto que tanto en un bando como en otro, pero mayoritariamente en el ejército español.
En la guerra de independencia de los Estados Unidos, el ejército inglés estaba compuesto muy mayoritariamente por ingleses europeos; en las guerras separatistas de Hispanoamérica, el ejército español estaba compuesto en su inmensa mayoría por criollos, indios y negros.
En la guerra de independencia de los Estados Unidos, el ejército independentista estaba compuesto mayoritariamente por criollos. En el caso de Hispanoamerica, el aporte de tropas inglesas era abrumador…
De esta actuación debe extraerse alguna lección… Y la Historia no ha acabado, aunque los medios, al servicio de los intereses británicos, se obstinen en demostrarnos lo contrario.
Bernardo de Gálvez y Madrid
Nació en Macharaviaya (Málaga) el 23 de julio de 1746.
Contando dieciséis años participó como voluntario en la guerra contra Portugal, aliada de Gran Bretaña.
En 1765, alcanzado el grado de capitán, fue destinado al virreinato de Nueva España, y en 1770 fue nombrado comandante en Chihuahua, donde se distinguió en los numerosos combates mantenidos contra los indios apaches.
El 22 de mayo de 1776 fue nombrado coronel en la Luisiana, que desde 1763, y como consecuencia del Tratado de París, había sido cedida a España. El 19 de julio de ese mismo año sería nombrado gobernador interino de la provincia.
La guerra de independencia de los Estados Unidos había dado inicio el año 1775, y España, que estaba implicada subrepticiamente y colaboraba desde 1763 a través de agentes especiales, concretamente Juan Miralles Trayllon, envió numerosos cargamentos, Mississippi arriba, con armas, municiones, medicamentos y otros pertrechos destinados a los ejércitos independentistas, en gran parte suministradas justamente por Miralles, y que serían decisivos para la victoria de los partidarios de Jorge Washington, aspecto que reiteradamente fue proclamado ante el mundo por el propio general.
Si Miralles era el proveedor, Galvez fue el diligente suministrador de la ingente ayuda demandada, siendo el general Lee, jefe de los ejércitos del Sur, Patrick Henry, gobernador de Virginia, y George Morgan, de Ford Pitt, los primeros en recibirla.
Las ingentes cantidades de numerario aportadas por España se vieron incrementadas con las que personalmente prestaban Miralles y el propio Gálvez, quienes a su propia costa avituallaron el ejército de Washington, y gracias a la misma, los colonos en guerra pudieron mantener el control en los territorios al oeste de los montes Alleghany.
En el Misisipi, George Rogers Clark mantenía unas perentorias posiciones que sólo pudieron mantenerse gracias a la acción de Bernardo de Gálvez.
Pero no sería sólo la ayuda económica sin fondo la que recibirían los usenses por parte de España. En mayo de 1779, el Ejército Español sólo tenía presente en la Luisiana el Regimiento Fijo, compuesto por 14 oficiales y 439 suboficiales y soldados. No tardó Gálvez, recién nombrado gobernador en propiedad de Luisiana, en formar un segundo batallón con voluntarios canarios y novohispanos.
La guerra ya duraba cuatro años cuando el 21 de junio de 1779 España declaró la guerra a Inglaterra. Fue entonces cuando Gálvez, contando sólo con las fuerzas que había organizado, atacó a los ingleses sin esperar los refuerzos provenientes de La Habana atendiendo las órdenes llegadas de Madrid relativas a que los ingleses fuesen expulsados de Pensacola, la Mobila y demás puestos que ocupaban sobre el río Mississippi.
Con 650 hombres a su mando, el 27 de agosto de 1779 partía Gálvez hacia el fuerte Manchac, a orillas del Misisipi. El 7 de septiembre tomaba por asalto el fuerte Bute de Manchak. Dos semanas después era neutralizado el fuerte New Richmond de Baton Rouge. Y para redondear la campaña, tomó los puertos de Tompson y Smith.
Quedaban a los ingleses dos puestos importantes: las plazas fuertes de Mobila y Pensacola, llaves del dominio británico en el golfo de México. Y a ellas se dirigió, siendo que en enero de 1780 tomó Mobila, el fuerte Panmure de Natchez y los puestos situados en el río Amite y en Thomson’s Creek, debiendo refugiarse los ingleses en Pensacola, cuya defensa estaba bajo el mando del general inglés John Campbell.
Estas acciones comportaron el abandono de los planes militares ingleses preparados sobre territorio español, y a Gálvez le reportaron los galones de mariscal de campo.
Pensacola era un nido de piratas que amenazaba constantemente la seguridad y el comercio de Luisiana y del virreinato de Nueva España, y a su neutralización se lanzó Bernardo de Gálvez el 16 de octubre de 1780.
Con 1300 hombres a sus órdenes desembarcó en la isla de Santa Rosa, en la bahía de Pensacola, el 9 de marzo de 1781. Nueve días después, en medio de grandes discusiones por lo arriesgado de la empresa, y enfrentándose a parte de su estado mayor, decidió lanzarse en solitario con la tripulación de una pequeña embarcación, que en medio del fuego enemigo logró pasar la bahía, tras lo cual el grueso de la armada siguió el ejemplo.
La campaña fue difícil. Dos meses después, el 9 de mayo, era tomada Pensacola, quedando prisioneros unos 14.000 ingleses, y recuperada la Florida Occidental. Esta acción le reportaría el grado de teniente general y el nombramiento de caballero pensionado de la Real Orden de Carlos III.
Le fue concedido el título de Conde de Gálvez, incluyendo en sus armas el lema: “Yo solo”, en reconocimiento a la toma de Pensacola.
Cinco meses después, el 19 de octubre de 1781, era vencido en Yorktown el ejército británico, dando fin a la guerra. En el desfile de la victoria, Bernardo de Gálvez cabalgaba a la derecha de Washington. Era el reconocimiento oficial de los Estados Unidos a la importante ayuda que los españoles habían aportado a su independencia.
Seguidamente fue nombrado capitán general de Cuba, manteniendo el mando de Luisiana y las Floridas, y en 1785 fue nombrado virrey de Nueva España.
El 30 de noviembre de 1786 murió en el palacio arzobispal de Tacubaya, a la edad de cuarenta años.
Un militar ejemplar cuya acción en pro de los Estados Unidos sólo ha sido valorada en 2014, cuando le fue concedida la ciudadanía honoraria de los Estados Unidos, en reconocimiento de su contribución a la independencia del país.
Luis de Córdova y Córdova, el alter ego de Bernardo de Galvez
Luis de Córdova y Córdova nació en Segovia el cuatro de diciembre de 1706.
a los 11 años comenzó su vida marinera acompañando a su padre, capitán de navío. En 1721sentó plaza de guardiamarina en Cádiz. Falleció en San Fernando (Cádiz) el 29 de septiembre de 1796.
Contando 17 años ascendió a alférez de fragata, destacando en los servicios que le eran encomendados.
Con una carrera brillante, en diciembre de 1774 ascendió a teniente general y en 1778, mandó una fuerte escuadra combinada, hispano-francesa, compuesta de sesenta y ocho navíos.
Entre 1775 y 1781 se desarrolló la guerra de independencia de los Estados Unidos. En 1779 se declaró la guerra a Inglaterra, y Luis de Córdova fue nombrado comandante de la escuadra española que combatiría, merced al pacto de familia, junto a la escuadra francesa de Orvilliers.
La escuadra combinada, que sumaba 68 navíos , inició ese año un intento de invasión de de las Islas Británicas, ante cuya acción los buques ingleses se refugiaron en sus puertos, siendo apresado el navío inglés Aardent, de 74 cañones. El hecho ocasionó el colapso del comercio británico y el abandono de las costas por parte de la población.
Pero esa situación fue consecuencia de las desavenencias existentes en el combinado hispano francés. El objetivo de Córdova era mucho más ambicioso y plausible. Orvilliers quería destruir la armada británica, y Córdova, invadir Inglaterra, destacando que la escuadra enemiga no era suficientemente poderosa para evitarlo.
Esas dilaciones acabaron en que, llegada la época de tempestades, la armada combinada hubo de retirarse sin haber conseguido objetivos más importantes.
A pesar de todo, la actuación de Luis de Córdova fue significativa, siendo obsequiado por Luis XVI con una caja de oro con la dedicatoria: “Luis a Luis”, mientras en España era condecorado con la Gran Cruz de Carlos III.
No sería ésta la única ni la más importante acción del almirante, que desarrollaría una actividad de primer orden cuyo principal beneficiario sería el movimiento independentista de las Trece Colonias.
La colaboración española con Jorge Wasington, que estaba teniendo lugar a través de Juan Miralles Trayllon con el suministro generoso de todo tipo de avituallamiento, y con la actuación de Bernardo de Gálvez que había desalojado las tropas británicas de gran parte del territorio americano, no iba a ser menor en el mar con la participación de Luis de Córdova.
El 29 de julio de 1780, los espías españoles en Inglaterra consiguieron averiguar la fecha de salida de un importante convoy destinado a Norteamérica y a la India.
Once días después, el 9 de agosto, Luis de Córdova, que contaba 74 años y era director general de la Armada, partió en campaña al mando de 27 navíos y algunas fragatas, en una acción que acabaría infligiendo a Inglaterra una derrota de características similares a la sufrida por el pirata Vernon en Cartagena de Indias en 1741 a manos de Blas de Lezo.
A las 5 de la mañana del siguiente día comenzó la cacería de buques ingleses. Al anochecer habían apresado 41 naves. Al finalizar la jornada fueron contabilizadas 51 naves capturadas. Solo se escaparon siete naves pequeñas así como el navío y las dos fragatas que daban escolta a la expedición. De aquellas, después, se daría caza a una.
La presa, que significó el mayor golpe logístico sufrido por la Pérfida Albión, fondeó en Cádiz el 20 de agosto, portaba 294 cañones, 1692 hombres de equipajes, 1159 hombres de la tropa de transporte y 244 pasajeros, entre ellos algunos importantes. De las fragatas había algunas de 700 toneladas, muchas de 400, más de 10 de 200 y el resto de 300 toneladas. Tres de ellas pasaron a la Armada española con los nombres de “Colón”, “Santa Balbina” y “Santa Paula”. Su carga, armamento, uniformes y vituallas, más lingotes de oro.
Las noticias de la captura hicieron caer la bolsa de Londres, y la crisis financiera se generalizó, lo que acabó impidiendo que Inglaterra pudiese mantener las guerras en que estaba implicada, y de forma concatenada fue decisivo para que la guerra de independencia de los Estados Unidos tomase el curso favorable a los intereses independentistas.
Firmada la paz la paz con la Gran Bretaña el treinta de enero de 1783, Menorca y La Florida volvían nuevamente a España, y Luis de Córdova era nombrado director general de la Armada el siete de febrero de 1783 y luego capitán general.
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