La familia Banu Qasi, teniendo
claras referencias históricas, no deja de rozar la leyenda en algunas
cuestiones. Y todo empieza cuando Alfonso III alude en su crónica a Musa
citándolo como “godo de nación”, aunque de rito mahometano.
Llegaron a ser la dinastía hegemónica en la zona del alto Ebro a mediados del siglo IX, siendo que su deriva empezó el año 713 cuando Casius, comes gobernador de la zona, se convirtió al islam y se hizo vasallo de los Omeya, creando un reino muladí que jugaría importantes papeles en el devenir histórico; unas veces apoyando al invasor, otras veces apoyando a quienes reconquistaban, y que llevó a los Banu Qasi a titularse “terceros reyes de España”… Una posición ambivalente que unas veces hacía surgir el valor de lo hispánico, y otras recordaba más a los hijos de Witiza.
Parece ser que Casio ya tenía un
hijo en ese momento, Fortún, que siguió ostentando el nombre español. Otros
cuatro ostentarían nombre árabe. Fortún sería el padre de Musa ibn Fortun, y
abuelo de Musa ibn Musa.
Para 788, Musa ibn Fortun se apoderó
de Zaragoza, y en el cambio de siglo ya se trataba de una familia poderosa
cuyas relaciones con Córdoba eran de tensión y de cercanía relativa.
El año 802 se subleva Musa ibn
Fortún y se alía con los cristianos de Pamplona, con quienes crecerán las
relaciones, siendo que en el 803, en un acto conjunto, consiguen que la familia
Iñigo se instale en Pamplona. Y es que los Banu Qasi estaban emparentados con
los Arista; juntos habían combatido la
batalla de Roncesvalles y juntos se defendieron de los francos y de los moros.
Las relaciones entre el reino de Pamplona y el de Zaragoza eran, evidentemente,
de primer grado; tanto que para esas fechas, el hijo de Musa ibn Fortún, Musa
ibn Musa, que sería conocido como “el grande”, que había nacido en Arnedo y
contaba diecisiete años, era hijo de Oneca, la madre de Iñigo Arista, que ya
viuda, había desposado con Musa ibn Fortun.
Juntos tomarán Tudela y juntos
sufrirán derrotas que finalmente, para el año 806 significaría el sometimiento
de los Banu Qasi a Al-Hakam I y de Pamplona al poder franco, lo que pudo
producirse merced a los acuerdos pactados por los monarcas franco y andalusí en
los que se repartían los territorios de influencia, lo que posibilitaría que en
812 Ludovido Pío tomase Pamplona.
Pero en 824 fracasó el último
intento franco por someter a los vascones y se dio paso al nacimiento del reino
de Pamplona.
Y la noticia de los Banu Qasi había
desaparecido en medio de estos movimientos geopolíticos, reapareciendo en 839 y
enfrentándose Alfonso II. Pero este enfrentamiento, a tenor de lo acaecido
posteriormente, no puede enmarcarse en el enfrentamiento entre España y el
moro. El motivo lo encontramos en que en estas fechas Musa se enfrentó al emir,
que atacó las posesiones de Iñigo Arista, hermano de madre de Musa ibn Musa.
El año 842 Abderramán II lanzó una
aceifa contra los Banu Qasi, quienes, aliados con García Iñíguez, vencieron a
los invasores en el rio Cidacos, lo que ocasionó nuevas aceifas para en
843-844, en esta ocasión encabezadas por el propio emir, que atacó primero el
reino de Pamplona y luego arrastró a los Banu Qasi a la lucha contra la
invasión normanda que se estaba produciendo en esos momentos.
Pero en 845 se produjo un nuevo
levantamiento que ocasionó una nueva aceifa que produjo la traición de Lubb ibn
Musa y de Galindo Iñiguez.
Pero en 847 Musa volvió a rebelarse
contra Abderraman, y lo haría otra vez en 850. Y en 851 moría Abderraman y
moría Iñigo Arista. Entonces se expandió el poder de los Banu Qasi, que
dominaron Zaragoza, Tudela, Huesca… y Toledo, iniciando una doble lucha contra
los francos y contra los moros, con un marcado predominio que lo llevó a auto
titularse “Tercer rey de España” tras su victoria en la batalla de Albelda del
año 851.
A partir de este momento vieron
confirmado su estatus cuando en 852
Mohamed I lo nombró gobernador de Arnedo, ciudad desde la que se
trasladó a Zaragoza desde donde la familia ejerció un poder político y militar
sobre la zona, lo que comportó enfrentamientos con sus familiares del reino de
Navarra así como alianzas con Córdoba, si bien Lope ben Musa, que gobernaba
Toledo, se unió a Ordoño, rey de Asturias que había combatido a su padre.
Cuando en 859 llegaron los normandos
a Pamplona y secuestraron a García Iñíguez, el rescate que pidieron fue
atendido a duras penas, y se produjo una alianza entre Asturias, Pamplona y
Lope ibn Musa, que acabó infligiendo una dura derrota a Musa ibn Musa, tras lo
cual le sería retirado por el emir el título de gobernador de la Marca
Superior.
Para 861, el poder de los Banu Qasi
se halla bajo mínimos, y en 862 muere Musa ibn Musa en campaña hacia
Guadalajara mientras la sumisión a Córdoba se hace evidente, si bien Lope ben
Musa seguía junto a Ordoño I, a quien le fue fiel hasta la muerte, tras lo cual
se embarca a dominar el valle del Ebro, con la amistad del heredero de Ordoño,
Alfonso III, y con relaciones cercanas con el caudillo muladí Omar ben Hafsun.
La muerte de Musa ibn Musa es un
punto de inflexión de esta familia y de la situación de poder en el norte
peninsular; desde este momento y a lo largo de diez años el poder de la familia
Banu Qasi conoce un permanente deterioro, mientras se muestra fiel a Córdoba,
los reinos cristianos pirenaicos se sacuden definitivamente la sumisión al
Islam.
Y el asunto afecta también a la
definición familiar; los Banu Qasi pasaron a ser conocidos como Banu Musa. Eran
cinco hermanos que continuaron manteniendo su señorío en un creciente
enfrentamiento con Córdoba que llegó a su cénit diez años después de muerte de
Musa, pero los cuatro hermanos fallecerían antes de mediana la década de los
70, recayendo el cetro en Mohamed, hijo de Lope, quién aguantaría en el trono
durante un cuarto de siglo, no sin sellar nuevas alianzas con Córdoba al tiempo
que llevaba a cabo otras alianzas; así, en 870 se alió con García Iñiguez de
Navarra, con quién se apoderó de
Zaragoza, donde llevaron a cabo una matanza de árabes. También tomaron Tudela y
otras plazas. Zaragoza cambió varias veces de mano, y acabaría siendo vendida
en 884 al conde Raimundo de Pallars, que nuevamente acabó perdiéndola.
Lope moriría en 908 y Sancho Garcés
de Pamplona avanzaba a su costa. En 916 los enfrentamientos intrafamiliares
eran manifiestos y los avances de los reinos cristianos imparables, y en esta
situación Los Banu Qasi seguían nominalmente sometidos a Córdoba, de la que por
otra parte no podían recibir ayuda alguna.
El año 919 Sancho asedió
especialmente las posesiones de los Banu Qasi, que en 920 acompañaban a
Abderraman en la campaña militar. Tres años después, en 923, Ordoño de Asturias
y a Sancho Garcés I de Pamplona tomaban importantes plazas y ocasionaban una
aceifa de Abderramán que causó estragos, si bien no pudo romper la resistencia de
Sancho Garcés.
Pero esta aceifa sí significó el
final de la dinastía Banu Qasi. Abderramán III saqueó Pamplona en 924 y sometió
a los Banu Qasi.
BIBLIOGRAFÍA:
Cañada
Juste, Alberto. Los Banu Qasi (714-924) En Internet
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=15651 Visita 4-7-2024
Cervera
Fras, M. J. LOS BANU QASI (SIGLO XI). En
Internet https://ifc.dpz.es/webs/atlash/indice_epocas/islamica/23.htm Visita
4-7-2024
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