sábado, octubre 01, 2022

Las Capitulaciones de Santa Fe



Las Capitulaciones de Santa Fe

En 1470 arribó a Lisboa Cristóbal Colón. Contaba 34 años. casó con la hija de un antiguo navegante portugués, ya fallecido, cuyos mapas estudió con todo el interés que puede suponerse. Cristóbal Colón seguía con sus estudios; si era desconocida la ley de gravitación universal, eran conocidos los escritos de la Grecia antigua donde se relata la esfericidad de la tierra, y hasta las dimensiones de la misma relatados por Plinio el Viejo con errores que en la distancia parecen ridículos y que a la postre permitieron que entre el imaginario y la realidad se colase todo un continente desconocido.

Se descubrió la aplicación del astrolabio a la navegación, y este hecho, unido a la fama que ya había adquirido con la copia de mapas náuticos, le animó a acercarse a la corte de Juan II de Portugal, ofreciéndose a llegar a la India siguiendo la ruta de occidente, extremo que fue desechado por ridículo por parte de la corte portuguesa, por lo que en 1845, habiendo fallecido su esposa, emigró a Castilla acompañado de su hijo Diego.

Llegó al convento de franciscanos de la Rábida, donde pidió pan y agua, pero el padre Marchena, que había sido confesor de la reina, detectó algo en los mendicantes; se ofreció a protegerles y a introducirlos en la corte.

Traía el viajero un proyecto que requería, además de una buena dosis de ilusión y espíritu aventurero, una buena dosis de conocimientos científicos, por lo que el proyecto fue sometido a una asamblea de hombres ilustrados que se reunió en Salamanca bajo la presidencia de Fray Fernando de Talavera. Colón tuvo que escuchar de todo; desde hereje hasta tonto por pensar que podía existir un lugar donde la gente caminase cabeza abajo.

Tuvo que salir en su favor el dominico Diego de Deza, inquisidor general, que se convirtió en su protector junto a los duques de Medina Sidonia y de Medinaceli, que veían en las exposiciones del aventurero una posibilidad real. Pero no eran ellos solos; los mismos Reyes Católicos, que dadas sus prioridades del momento no podían atender como debían a Colón, procuraban que estuviese a su lado; así, con ellos estuvo en el sitio de Málaga y en el de Granada.

Entre tanto, Colón exigía de los Reyes una respuesta definitiva a sus propuestas, mientras la junta de Salamanca había calificado la expedición como una quimera. Sólo contaba con el cardenal Mendoza y con Inquisidor General Diego Deza. Ya se marchaba a presentar su proyecto a Carlos VIII de Francia, cuando, al ir a despedirse del Padre Marchena en la Rábida, éste pidió audiencia especial a la reina, con la que se reunió en la recién fundada Santa Fe. Ahí se encontraba Colón el día 2 de Enero de 1492.

La caída de Granada provoca un gran impacto tanto en el mundo occidental cristiano como en el oriental musulmán. Para los cristianos, el triunfo de los Reyes Católicos supone la constatación de su hegemonía cultural sobre el Islam. Para los musulmanes, la derrota constituye un dramático epígono de la expansión iniciada tras la muerte de Mahoma y el inicio de un retroceso global de sus posiciones en el Mediterráneo occidental. 

En medio del gran momento histórico de la definitiva expulsión del invasor musulmán, se estaba gestando el gran momento histórico de la mayor gesta de todos los tiempos: el descubrimiento y la conquista de América.

A punto estuvieron de romperse las negociaciones ya que las exigencias de Colón (ser virrey, almirante, derecho a nombrar gobernantes…) parecían excesivas a los miembros del consejo, en concreto al arzobispo de Talavera. Pero las buenas artes del Inquisidor Diego Deza, juntamente con el banquero judío Luis de Santángel y el camarero personal del rey Fernando, Juan Cabrero, convencieron a Hernando de Talavera de lo que a simple vista parecía evidente: Que si el plan resultaba fallido, nada se perdía.

Finalmente, el 17 de Abril se firmaban las Capitulaciones de Santa Fe, que comenzaban por llamar a Colón “don Cristóbal Colón”, con lo que quedaba incluido en el número de la nobleza española.

Las concesiones principales estipuladas en un documento que cubría tres folios son las siguientes:

—Poseería Colón el título de almirante con las mismas prerrogativas reconocidas en Castilla, con carácter vitalicio y transmisión hereditaria perpetua.

—Sería Colón virrey y gobernador de las islas y tierras que descubriera, pudiendo proponer a los Reyes ternas para las personas que hubiesen de gobernar, bajo su autoridad, las distintas provincias; los monarcas quedaban obligados a escoger uno de los tres nombres.

—Gozaría del diezmo, no del quinto, de todas las riquezas o mercancías que allí se obtuvieran.

—Ejercería jurisdicción en aquellas querellas originadas por la explotación comercial de las islas y tierras por él descubiertas.

—Tenía Colón privilegio para participar con una octava parte en todas las empresas mercantiles que negociasen en las nuevas tierras.

No eran pocas las concesiones que recibía… Pero se trataba de un futurible supeditado a que hubiese dónde aplicar estas prebendas. 

Para convertir el proyecto en realidad eran imprescindibles las naves y sus respectivas tripulaciones. Los Reyes Católicos dirigieron a Cristóbal Colón hacia Palos, porque allí Diego Rodríguez Prieto y otros compañeros suyos, por quebrantamiento de las disposiciones reales, habían sido condenados por el Consejo a poner a disposición de los Reyes dos carabelas (bautizadas Pinta y Niña) por un plazo de dos meses; de modo que bastaba un tercer barco más y las tripulaciones para los tres.

El tercer barco fue una nao (bautizada Santa María), perteneciente a Juan de la Cosa, natural de Santa María del Puerto (actual Santoña, en Cantabria).

Otro problema hacía su aparición: cubrir las plazas de marinero. Nadie quería embarcar, pero finalmente consiguieron la tripulación necesaria para las tres embarcaciones, y el 3 de Agosto partían finalmente del puerto de Palos ciento veinte personas.

España cerraba una epopeya secular mientras abría otra epopeya secular.

Las medidas que aplicaron los Reyes Católicos tenían incidencia en todos los ámbitos: Controlaban a la nobleza; controlaban a las órdenes militares; controlaban la delincuencia con la creación de la Santa Hermandad; procedieron a la formación de un ejército nacional; ordenan la administración de Justicia, la modernización del Consejo Real, … y no olvidaban otros aspectos como la creación de la figura del corregidor, la creación de los embajadores permanentes, la creación del Consejo de Aragón, de Indias y  de la Inquisición; no desatendieron la Fiscalidad, que fue saneada mediante un estricto sistema fiscal, ni el desarrollo de la ganadería ovina y del comercio lanero. La acción de los Reyes Católicos fue total en todos los ámbitos de la vida nacional.

Y con Isabel, la admiración por el bien hacer rebasa todos los límites: El teólogo jurista y asceta maese Rodrigo define a la reina: "Pura en fe. Entera en castidad. Profunda en consejo. Fuerte en constancia. Constante en justicia. Llena de real clemencia, humildad e gracia. Gloria de nuestros siglos. Reina de las Reinas que vimos y leymos".  Testimonio de santidad que se reitera en los cronistas y en multitud de referencias de diversos personajes, desde el nefasto Fray Bartolomé de las Casas hasta Colón, pasando por el Rey Fernando.


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