jueves, enero 02, 2025

El astillero de Guarnizo, testigo y actor de la Historia de España




A lo largo de la Historia, han sido importantes los astilleros en la costa cantábrica, y entre ellos destaca el papel desempeñado por Guarnizo, siendo que sus noticias se remontan a la conquista romana. 

Las necesidad de reparación cuando existía una larga distancia hasta Roma, posibilitaría la utilización de los puertos cántabros para reparar embarcaciones y construir otras nuevas, para lo que el puerto de Santander, o Portus Victoriae Juliobrigense como se llamaba en su momento, y más concretamente el fondo de su bahía, donde se encuentra Guarnizo, era un lugar ideal rodeado de otras ventajas, como era densidad de población y proximidad a la producción minera.

Pero esa actividad tuvo largos periodos de absoluta inactividad, en concreto tras la asonada árabe, pero entraba en  la Edad Moderna como un destacado astillero que se había consolidado a lo largo de la Baja Edad Media al servicio de la Reconquista, y el descubrimiento de América sería de vital importancia en la consolidación de su astillero, que se convertiría en centro vital para la construcción de naves con destino a la Armada, siendo que el estuario del río Asón se convertiría en un importantísimo centro de actividad naval a lo largo de la Edad Moderna, todo gracias a que en un corto espacio geográfico se encontraba la ría de Colindres, fácil de proteger de ataques noreuropeos, la bahía de Santander, donde se ubica Guarnizo, y todo surtido en las cercanías de densos bosques, las ferrerías de Guriezo, la fábrica de cañones de La Cavada, o una factoría de anclas en Marrón y algo tan esencial como la tradición de maestros navales.

En Colindres se desarrollaron los astilleros de Falgote, que iniciaron su funcionamiento en 1475 y posiblemente fueron los constructores de la nao Santa María y de la carabela Pinta, protagonistas junto a la carabela Niña del descubrimiento de América. El 10 de abril de 1618 pasaron a ser Astilleros Reales por un acuerdo entre Felipe III y la Hermandad de las Cuatro Villas de la Costa de Cantabria, siendo que las cuatro villas eran San Vicente de la Barquera, Santander, Laredo y Castro-Urdiales.

Y en cuanto al Real Astillero de Guarnizo, encontramos su activación el año 1581 por parte Cristóbal de Barros, Superintendente  de  Fábricas,  Montes  y  Plantíos  de  la  Costa Cantábrica, que había valorado sus condiciones naturales y la abundancia  de recursos forestales.

En este Real Astillero se construyeron nueve de los galeones integrantes de la Armada de 1588, y ya en la primera mitad del siglo XVII se  construirán  nueve galeones para la Armada, seis  galeones destinados a la Carrera de Indias y otros buques de propiedad particular.

En este tiempo, Guarnizo compartía su importancia con las Cuatro Villas, ya que además de los buques citados,  muchos de los grandes buques de la Armada fueron botados en Colindres, cuyos astilleros fueron los encargados de construir la nave Nuestra Señora de la Concepción y de las Ánimas, un buque de 1300 toneladas y 90 cañones; una nave que para la época era mastodóntica, que tuvo una segunda edición en la Santísima Trinidad,  de 1.600 toneladas.

La Nª Sra. de la Concepción y de las Ánimas,  Capitana Real, es un hito a partir del cual comenzó a desarrollarse de forma especial la ciencia de la construcción naval. Fue botada el año 1687 con dos de sus tres cubiertas. De terminar su construcción se encargaría un personaje señero en el arte de la construcción naval: Antonio de Gaztañeta. 

También en Colindres, Falgote fue el astillero que nutrió en importante medida la Grande e General Armada, y el buen trabajo desarrollado significó poner la villa en el objetivo militar de los enemigos de España, lo que a lo largo de 1639 se materializó  en reiterados ataques franceses que inexorablemente fueron rechazados desde la Torre de Treto, defensa natural del astillero ubicada donde se encuentran los ríos Asón y Clarín para formar la Ría de Treto, y completamente rodeados de agua.

Pero los ataques franceses, a pesar de haber fracasado en su intento, significaron el fin de la prosperidad de los Astilleros de Colindres, al haber dejado en evidencia su vulnerabilidad desde el punto de vista militar, aspecto que fue determinante para tomar una decisión que estaba siendo manejada ya que el sistema de construcción provocaba la acumulación de tierras bajo el casco, y ello acabó por dejar inoperativas las rías de Limpias y de Treto, que disminuían el calado al tiempo que los barcos eran cada vez mayores. Estas circunstancias permitieron descubrir a Guarnizo como aventajado; más protegido por la bahía cerrada, fue estimado lugar ideal para el desarrollo de sus astilleros, del mismo modo que Colindres había sustituido en el siglo XVI a los astilleros de Laredo.

Tras la guerra de Sucesión, ya en 1717, José  Patiño fue nombrado Intendente General de Marina, y Antonio  de  Gaztañeta  será  encargado de encontrar un astillero más seguro que Colindres. Parece evidente que, conociendo las condiciones de Guarnizo, con una ría de calado óptimo, con fácil acceso a la madera de la montaña, al hierro de Liérganes  y  La  Cavada y prácticamente inexpugnable, la labor de búsqueda no tuvo que ser particularmente pesada.

Pero Gaztañeta, que había sido nombrado Superintendente de Fábricas y Plantíos de las Cuatro Villas, había probado antes la viabilidad de Santoña, donde en 1724 hizo levantar unos diques para la construcción y carenado de los buques, pero el 12 de junio de 1719, un combinado franco británico arrasó el astillero y tres navíos (uno de 70 cañones y dos de 60) que se hallaban en avanzado estado de construcción, y este desastre hizo trasladar la producción a Guarnizo, donde en 1722 se contrató la construcción  de dos navíos de 80 cañones, poniendo fin al astillero de Santoña el año 1726.

Entre 1722 y 1769 se  construyeron  en  Guarnizo 51  buques  para  la  Marina  Real  dotados con más de 2.500 cañones, a un ritmo que en algunos momentos superaron las tres botaduras por año, y  26  para  particulares. Se estima que en torno al 20% de los buques construidos en España durante el siglo XVIII salió de estos astilleros, y Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, fue su principal valedor, que promoverá la actividad industrial de Guarnizo hasta que defenestrado el superministro comenzó la decadencia manifiesta del astillero.


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