sábado, mayo 06, 2023

Sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz (Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana )



Nació el 12 de noviembre de 1648 en San Miguel de Nepantla (México), y falleció el 17-4-1695 en  México. Religiosa, jerónima (OSH), escritora, poetisa, erudita, bibliófila, compositora.

Hija natural de Isabel Ramírez, desde su más tierna infancia manifestó sus ansias por conocer, siendo que, a los tres años mostró obsesión por aprender a leer. 

No tardaría en convertirse en latinista con el apoyo de dos maestros, Martín de Olivas (a quien dedicó su poema, “Máquinas primas de su ingenio agudo”. y el bachiller Martín de Olivas.

Esa predisposición acabaría convirtiéndola con el tiempo en una referencia de primer orden en la literatura española del Siglo de Oro, en la que entró con sus composiciones poéticas realizadas en español y en náhuatl, idiomas en los que cultivó tanto la prosa como el teatro, la lírica o el auto sacramental, alcanzando tal calidad de composición que sería reconocida como la “Décima Musa”. 

A finales de 1664  fue presentada al recién incorporado virrey Antonio Sebastián de Toledo,  gran  promotor de la cultura, cuya esposa, Leonor Carreto, la apadrinó y tomó como dama de compañía al observar las virtudes que adornaban a Juana, iniciándose una relación de gran amistad, y significaron el trampolín de éxito que con su propio esfuerzo tuvo como literata.

Lejos de apadrinar a la joven por puro capricho, el virrey la sometió a un profundo examen que encargó a poetas, historiadores, teólogos y filósofos, cuyos resultados no hicieron sino incrementar la fama de persona cultivada que ya tenía a sus dieciséis años.

Asentada en la corte virreinal, durante cuatro años sería el centro de la actividad cultural, alcanzando el grado de poeta oficial de palacio, lo que le comportó trato asiduo con los intelectuales y el acceso a la nutrida biblioteca del palacio.

No obstante, la vida palaciega no llenaba el espíritu de Juana, por lo que en 1667 decidió entrar en el Convento de las Carmelitas Descalzas, aunque esta experiencia dio los resultados apetecidos, por lo que en 1669 ingresó en el Convento de la Orden de San Jerónimo, en la que permanecería hasta su muerte en 1695.

Su situación de religiosa no le impidió acumular instrumentos musicales, mapas y aparatos de medición, así como una biblioteca con más de 4.000 volúmenes, objeto de sus conocimientos en astronomía, matemáticas, lengua, filosofía, mitología, historia, teología, música, pintura y cocina, y desde su celda atendía las peticiones que le llegaban; así, en 1689 fue la responsable de los actos celebrados con motivo de la llegada del virrey Tomás de la Cerda, cuya obra tituló “Neptuno Alegórico”.


Si ya era sobradamente conocida su trayectoria, fue reconocida y apoyada por el arzobispo Payo Enríquez de Rivera, quién sería un importante apoyo, tanto desde el ámbito eclesiástico como nuevamente desde el gobierno virreinal, al que accedería en 1673… y perduraría con el nuevo virrey Tomás de la Cerda a partir de 1680, que sería quién publicase por primera vez su obra en la España peninsular.

Un esplendor literario que no se centraba exclusivamente en sor Juana Inés. Otros novohispanos como Juan Ruiz de Alarcón y Carlos de Sigüenza y Góngora, hacían relucir las artes literarias con propio resplandor.

El primer libro que llevó a imprenta fue “Inundación Castálida”, y en él recogía parte de su obra poética, y en ella incluía “Neptuno Alegórico”.

Sor Juana Inés de la Cruz alcanzó una inmensa fama, y no sólo en la Nueva España. Sus obras fueron reeditadas varias veces, y en 1700 fue publicado en la Península Fama y obras póstumas, edición extraordinaria que la consagraba con un honor que sólo Lope de Vega obtuvo antes que ella. Ya sus obras eran conocidas y celebradas por la edición llevada a cabo en Barcelona en 1691 y en Sevilla en 1692.

Pero es que, sumamente popular, atendía las peticiones para componer diversas obras, religiosas y mundanas, destacando en la composición de villancicos o sonetos varios, y otros, entre los que destaca “Hombres necios que acusáis...”, un firme alegato en defensa de la formación intelectual de la mujer, o “El divino Narciso”, donde aborda temas tan candentes como el libre albedrío y la predestinación. Esta actividad la llevó a ganar dos premios en el certamen universitario del Triunfo Parténico.

Su relación con la virreina, María Luisa Manrique de Lara fue muy estrecha, siendo ella quién  la promocionó. Y su influencia se extendía en todos los ámbitos sociales la obligaba a compaginar sus labores como bibliotecaria y contable del convento con las constantes  visitas de todo tipo de personalidades. 

Pero si el aspecto intelectual destaca en la vida de sor Juana Inés, no lo es en menoscabo de la predicación, y ahí tuvo especial incidencia la disciplina religiosa.

En pleno éxito literario, en 1694 se deshizo de todo lo que la había encumbrado al Parnaso de la cultura. Vendió su biblioteca para repartir entre los pobres lo que obtuvo por ella y entregó  sus instrumentos de música y ciencia al arzobispo de México, para dedicarse al cuidado de los afectados por una grave epidemia de cólera que sacudía en esos momentos el virreinato, en el curso de la cual  se contagió y murió el 17 de abril de 1695.





BIBLIOGRAFÍA

Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Sor Juana Inés de la Cruz». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/j/juana_ines.htm [fecha de acceso: 27 de marzo de 2023].


Glantz, Margo. Biografía de Sor Juana Inés de la Cruz. https://www.cervantesvirtual.com/portales/sor_juana_ines_de_la_cruz/autora_apunte/

Oviedo Pérez de Tudela, Rocío. Sor Juana Inés de la Cruz. En Internet https://dbe.rah.es/biografias/5466/sor-juana-ines-de-la-cruz Visita 27-3-2023


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