Ataques contra la Hispanidad. Marxismo y liberalismo en acción

 

Hace ya mucho tiempo que leí, lamentablemente no recuerdo dónde, las hazañas del señor Josif Broz, papá Stalin parta algunos, y entre ellas me quedó grabada una que no se ha diluido con el tiempo.

Es el caso que encontrándose papá Stalin con sus secuaces más cercanos, hizo una representación gráfica de cómo debía actuar el comunismo, y cogiendo una gallina viva, la desplumó. 

El animalito no murió en la operación, tras la cual, siguió lacayunamente, y desnuda, a papá Stalin, que le daba pienso mientras éste indicaba a sus acólitos, tan marxistas como él mismo, que el pueblo haría lo mismo ante cualquier circunstancia.

Y la historia nos demuestra que papá Stalin tenía razón. 

Sin ir más lejos, el marxismo, tras haber llevado en el mundo un genocidio que sólo compite con el genocidio británico (será porque al fin y al cabo Marx fue un buen súbdito británico), se nos presenta hoy con piel de toro y asegurando que defiende los valores hispánicos. ¿Habrá alguien mínimamente normal que escuche ese canto de sirena?, ¿o sólo los servidores de la Ilustración se unirán a la farsa?

¿No tenemos suficiente muestra de su actuación sanguinaria durante todo el siglo XX? ¿Y qué hace pensar que quién rinde culto al relativismo vaya a defender los principios hispánicos que hasta ahora ha combatido sin rubor y hoy  sigue combatiendo el sector mayoritario de su corriente política?

La Hispanidad debe seguir independiente de ideologías políticas, y si acertadamente prescindimos de las que históricamente se han definido como hispanistas (v.g. carlistas o falangistas), ¿vamos a sustituir a quienes al fin siempre han sido honrados por quienes, para colmo son hijos le la Ilustración?

Hacer eso condena a muerte el movimiento hispanista. 

Se hace necesario ser estricto y bajo ningún concepto admitir a la sombra de la Hispanidad ningún principio ilustrado. No puede existir diálogo entre Hispanidad y marxismo, liberalismo, relativismo y cualquier movimiento relacionado mínimamente con la Ilustración.

O reconocemos la incompatibilidad de la Hispanidad con cualquier movimiento   de la Ilustración, o nuestros esfuerzos estarán condenados al fracaso.