Pedro
Téllez-Girón, el Grande. Tercer Duque de Osuna, conde de Ureña, marqués de
Peñafiel, nació en Osuna (Sevilla), el
17 de diciembre de 1574 y falleció en
Madrid el 24 de septiembre de 1624. Fue Virrey de Sicilia entre 1611 y
1616, y de Nápoles entre 1616 y 1620.
Hay biografías que lo presentan de niño en Nápoles, bajo la custodia de su abuelo, a la sazón virrey de Nápoles, y biografías que lo desmienten, como también desmienten que fuese alumno en la Universidad de Salamanca. Es posible, sin embargo, que siguiese estudios en la Universidad de Osuna, fundada por su bisabuelo, Juan Téllez-Girón, en 1549, y posteriormente, quizá, en Alcalá de Henares. Luego estuvo en Francia, y cuando por muerte de su padre recayó el título en él, comenzó una vida de libertino con una sucesión de aventuras de todo tipo, riñas tabernarias en las que sería acusado de dos muertes.
Tanto
ruido hicieron sus aventuras que sobre ellas escribió Cristóbal de Monroy y
Silva la comedia titulada Las Mocedades del Duque de Osuna.
En 1600 se planteó su posible salida
de España para incorporarse al ejército del archiduque Alberto en Flandes,
pero, debido probablemente a sus problemas judiciales, el proyecto quedó
aplazado. Finalmente, en julio de 1602, con la complicidad o acuerdo de su tío
político, Juan Fernández de Velasco, el condestable, casado con María
Téllez-Girón, hermana de su padre, Pedro escapó de su confinamiento en Cuéllar
y, acompañado sólo por un criado, salió en secreto para Flandes, llegando a
Bruselas a principios de octubre.
Se
alistó como simple soldado, ante la sorpresa de Isabel Clara Eugenia, que le
procuraba un puesto a tenor de su condición nobiliaria, pero pronto le dieron
el mando de dos compañías de Caballería, y poco después tendría una actuación
destacada en Ostende, donde los rebeldes holandeses presentaron batalla en la
que murió el general Federico Espínola.
Entre
1602 y 1608, tuvo en Flandes una destacada actuación militar y política.
Participó en el sitio de Ostende, Venlo, Roermond, Oudenarde, Lingen y en las
batallas de Bois-le-Duc, Hertogenbosch, Mulheim, Broek y Rhinberg, siendo
herido en dos ocasiones.
Volvió
a España a comienzos de 1608, y a petición del Rey redactó un informe contrario
a las paces que se preparaban.
En
este tiempo hizo amistad con Francisco de Quevedo, que acabaría siendo
colaborador principal en sus posteriores destinos de virrey de Sicilia y de
Nápoles.
Su
nombramiento de virrey de Sicilia, en 1610, fue en gran parte resultado de la
memorable exposición que hizo ante el Consejo, donde significó que la soberanía
sobre la isla era puramente nominal, ya que el usufructo era de los corsarios
turcos, y que el virrey no era sino “un representante, gacetero de la Corte,
para avisar desembarcos, incendios de ciudades y asaltos de castillos.”
El
2 de abril de 1611 tomó posesión del cargo de virrey de Sicilia, en unos
momentos en los que el reino de Sicilia se encontraba postrado económicamente y
padecía intensos y constantes ataques de los piratas berberiscos, que actuaban
con impunidad.
En
sólo dos años reconstruyó la escuadra de Sicilia, hasta entonces prácticamente
inexistente, y acometió una serie de acciones entre las que se cuenta la de
Cabo Corvo, que es considerada la
principal desde Lepanto.
Manifiestamente
estaba consiguiendo poner orden en el mar, lo que significó que en 1612 le
fuese concedida jurisdicción equivalente a la que en su momento tuvo Don Juan
de Austria. Pero esta nueva situación comportaba un problema que acabaría
significando la enemistad del Duque de Medina-Sidonia y de Pedro de Toledo que
veían socavaba su jurisdicción.
Luego
se descubrió algo que también fue en su contra. Para conseguir su objetivo no
dudó en construir a su costa dos galeras de porte similar a las galeras reales…
pero mejor dotadas económicamente.
Era
una flota corsaria, sí, y eso le reportaría problemas en la corte, aunque no se
tratase de un corso al uso, puesto que era el propio virrey el responsable de
la misma. Y era una flota con un régimen interno diferente.
Hago
diligencia que toda la chusma coma y beba tan buen pan y vino como los criados de mi casa, no costándole á V. M. más que el
vino que se les daba por lo pasado; con que de doscientos y trescientos
enfermos que solía haber dellos, no habemos tenido el año pasado y éste sino
ocho ó diez.
La
verdad es que su gestión fue tan eficaz que en dos años la hacienda pública
siciliana se había recuperado de su situación anterior de quiebra.
Pero
es que, además, Sicilia ya no pedía refuerzos ni solicitaba planes de ayuda.
Había estructurado un equipo de espionaje y planeaba la sublevación de los
griegos y aniquilar la armada turca con la colaboración del Papa, Malta,
Toscana y Parma.
Las
victorias sobre los turcos se sucedían en un rosario sin fin, y los botines
obtenidos de los ataques a los corsarios financiaban el virreinato a la vez que
hacía crecer las unidades de la armada… Y todo atendiendo religiosamente el
quinto real amén de pagar religiosamente las soldadas.
Pero
el hecho de mantener una flota corsaria a su costa (nominalmente corsaria,
recordemos), que realizaba acciones espectaculares, representó que en la corte
creciesen las murmuraciones en torno a las ganancias del duque, lo que llevó a
una orden exigiendo el desmantelamiento de la misma.
El
virrey contestó que obedecería, pero que el desmantelamiento de la flota
significaría grave perjuicio para la navegación civil, por lo que solicitaba su
destitución como virrey por alguien que sirviese mejor.
Finalmente,
y dado el acoso que la piratería turca estaba llevando a cabo hasta en la misma
península, acabaron concediendo excepcionalmente el mantenimiento de la armada
corsaria.
Con
esa situación fue nombrado virrey de Nápoles en septiembre de 1615 en sustitución
de Pedro Fernández de Castro, VII conde de Lemos. El cambio de destino no
disminuyó su actividad, aplicando las mismas técnicas de reestructuración
militar, naval, económica y cultural. Durante su mandato, se publicaron los
Estatutos de la Universidad de Nápoles, preparados por su antecesor.
En
1616 organizó una escuadra destinada a buscar naves turcas por todo el
Mediterráneo, siendo que, comandadas por Francisco de Rivera, protagonizaron
acciones que fueron reconocidas en toda Europa, enfrentándose a armadas muy
superiores, como el 14 de julio de 1616 sucedió en el cabo Celidonia, donde con
seis buques y 1600 soldados acosó y venció a la escuadra turca que contaba con
55 galeras y 11.000 combatientes, y que marchaba
decidida a la invasión de Sicilia. Una acción que, si bien guardando la debida
distancia, puede entenderse como la segunda parte de la batalla de Lepanto.
La
actividad de la armada creada por Osuna llegaría hasta bombardear
Constantinopla con una escuadra de nueve galeras el 12 de Octubre de 1616. Treinta galeras
turcas saldrían tras el bombardeo en busca de la armada española, que
finalmente volvería nuevamente victoriosa y engrosada con diez naves rescatadas
a los turcos.
Estratega
y observador de primer orden, no atendía sólo la lucha en el mar contra los
turcos. Entrado el año 1619 fue público el tratado de confederación entre
venecianos y holandeses, que enviaban 21 naves y un cuerpo de ejército de 4.000
hombres. El Gobierno español vacilaba. Se especulaba cerrar el estrecho de Gibraltar,
enviar las galeras a Sicilia… y la decisión final fue que el duque de Osuna
resolviese el asunto como si se tratase de cosa particular suya… con su flota
corsaria.
Y
efectivamente, una flota de 18 galeones, 33 galeras y 4 bergantines, comandada
por Francisco de Rivera, cañoneó a la armada veneciana dentro del puerto de
Lesina, se avistó al fin con la escuadra veneciana, que rehuyó la batalla.
También apresó un convoy de mercaderes. Acto de piratería, sí; deshonra, sí,
pero la situación de la República de Venecia… ¿cómo se solventaba? ¿Con una
guerra?
Venecia
estaba en paz con España, había embajadores de una y de otra… Y Venecia estaba
en los últimos estadios de llevar a cabo una traición.
Pero
esta acción, complicada con la conjuración de Venecia, marcaría el final de la
carrera política del Duque de Osuna, que sin duda, junto a Francisco de
Quevedo, fue responsable de la conjuración.
En
mayo de 1618, las autoridades venecianas descubrieron un plan que tenía por
objeto apoderarse de la ciudad, incendiar el Arsenal y saquear la ceca. Venecia
señalaba como responsable de la misma al virrey de Nápoles, a cuyo servicio
estaba el corsario Jacques Pierre, su
organizador, que la planeó con el embajador de España en Venecia, Alfonso de la
Cueva, marqués de Bedmar.
El
control del Adriático era palpable. Pedro Téllez Girón era un hombre rico e
incorruptible. La única forma de vencerle sería conseguir su descalificación
urdiendo calumnias. Le acusaron de querer
independizar Nápoles y Sicilia de la Monarquía española, y para aclarar
el asunto fue llamado a Madrid.
Todo
lo tenía a favor, pero el 30 de marzo de 1621 fallecía Felipe III, y la
camarilla del nuevo rey, que se la tenía jurada al menos desde 1612, consiguió
neutralizar al virrey. Una semana después, Pedro Girón fue detenido por
decisión del Consejo de Estado y permaneció en prisión hasta su muerte, que
acaecería cuatro años después, sin haber llegado a ser juzgado de las graves
acusaciones que hacían pesar sobre él:
corrupción, compra de voluntades en la Corte, nepotismo, intromisión en
las decisiones judiciales, impiedad, traición...
Hastiado,
a partir de 1623 dejó de colaborar con los jueces y se negó a defenderse. De
hecho, nunca se dictó sentencia.
Murió
el 24 de septiembre de 1624 en Madrid.
BIBLIOGRAFÍA:
Fernández Duro, Cesáreo. El Gran Duque de Osuna y su
marina. https://books.google.co.cr/books?id=n9wCAAAAYAAJ&printsec=frontcover#v=onepage&q&f=false
Linde, Luis María. Pedro Téllez-Girón. https://dbe.rah.es/biografias/8570/pedro-tellez-giron
Rojas, Cristóbal de. LA MARINA DEL DUQUE DE OSUNA.
Instituto de Historia y Cultura Naval. https://armada.defensa.gob.es/html/historiaarmada/tomo3/tomo_03_21.pdf
Van den Brule, Álvaro. El Duque de Osuna, un héroe
que murió como un perro https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2019-08-03/duque-osuna-heroe-espana-perro-historia_2140823/
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