domingo, enero 07, 2024

ANTONIO DE QUINTANILLA Y SANTIAGO, último defensor de Chiloé



Nació en Pamanés (Cantabria) el 14 de noviembre de 1787 y falleció en Almería el 27 de diciembre de 1863.

Llegó a Concepción (Chile) en 1802, y se desarrolló laboralmente como dependiente de comercio, punto de partida que le llevaría a estudiar Contabilidad y Náutica, lo que le permitiría dedicarse al transporte marítimo, pilotando su propio barco.

Al detectar movimientos separatistas en 1810 lo puso en conocimiento del gobernador de Valdivia que hizo caso omiso y a los pocos días fue depuesto. 

Finalmente entraría en contacto con Antonio Pareja, brigadier del Ejército que lo nombró su ayudante. El 5 de abril de 1813, con veintiséis años, pasaba a formar parte del ejército  con el empleo de subteniente del batallón veterano de Valdivia, no tardando en ascender en el escalafón por méritos de guerra.

Tuvo un primer encuentro militar con el separatista Luis de la Cruz, a quién tomó prisionero junto a trescientos de sus hombres en el paraje de Casas de Arraigada, lo que le reportó su ascenso al grado de capitán. 

Llevó a cabo actividades que le reportaron prestigio y ascensos militares; así, ya como teniente coronel participó el 13 de abril de 1814 en la toma de Concepción.

En octubre del mismo año tomó parte en la batalla de Rancagua, ocurrida el 1 y 2 de octubre de 1814, por la cual se consolidó la restauración monárquica del reino de Chile y se produjo el éxodo de los caudillos rebeldes. El separatista O’Higgins fue obligando a refugiarse en Santiago. 

En esta ocasión sería ascendido al empleo de coronel, tras lo cual cruzó los Andes y derrotó en Leoncito a una columna del ejército anglo-sanmartiniano de los Andes.

Pero la desorganización en el ejército nacional permitió que los anglo-separatistas pudiesen organizar el Ejército de los Andes durante los años 1815 y 1816. El general Mariano Osorio fue reemplazo en la gobernación por Casimiro Marcó del Pont, cuya efectividad como militar es como poco discutible.

Este nuevo jefe, según señala Ángelo Guíñez, se mostraba más ocupado de sus pretensiones estéticas y actividades sociales que de sus obligaciones militares; nunca salió de la capital para organizar las tropas y cedió las tareas importantes a personajes totalmente incompetentes y acomodaticios.

El 12 de febrero de 1817 Quintanilla tomó parte en la batalla de Chacabuco, cuyo resultado pudo haber sido bien distinto si acaso las tropas de Marcó del Pont hubiesen entrado en combate en lugar de mantenerse ajenos. El resultado de batalla fue que las tropas separatistas ocuparon Chile, y conforme a la estrategia británica, lo separaron del virreinato del Río de la Plata.

Tras la batalla de Chacabuco Quintanilla, junto a oficialidad y tropa, embarcó para Lima, donde fue nombrado gobernador interino de Chiloé, interinidad que se vería largada en el tiempo, y con la cual hubo de enfrentar hasta tres invasiones de los representantes de Inglaterra en la zona.

La primera tuvo lugar en febrero de 1820, con ella, el general del Ejército de los Andes, William Miller y el marino inglés Alexander Cochrane intentaron tomar el castillo de San Miguel de Ahuí, sin conseguirlo. Miller resultó herido y las tropas invasoras abandonaron sus posiciones. Ante ese resultado, el agente británico Bernardo O’Higgins, a la sazón director supremo de Chile, ofreció una capitulación que no fue atendida. 

Una nueva ofensiva por parte de la nueva colonia británica en el Pacifico tuvo lugar el 2 de abril de 1824 comandada por Ramón Freire, quién posteriormente sería presidente de Chile, al frente de seis unidades navales y mil ochocientos hombres con intención de tomar el puerto de San Carlos. La avanzadilla británica fue rechazada, perdiendo en la acción la corbeta Voltaire. Pocas semanas después, tuvieron lugar las decisivas batallas de Junín y Ayacucho en Perú, que significaron el fin del imperio de España y el principio de la dominación británica de América.

Tras el teatro de Ayacucho de 9 de diciembre de 1824, algunas tropas se trasladaron a Chiloé. Cuál era su función es algo difícil de determinar, porque nada más desembarcar iniciaron un complot contra el gobernador Quintanilla, que acabó siendo arrestado, lo cual provocó una contra sublevación que acabó fusilando a algunos y desterrando a otros. 

En tales condiciones, el Director Supremo de Chile, Ramón Freire hizo llegar su oferta de compra de Chiloé. Quintanilla recibiría cincuenta mil pesos, sería incorporado como general republicano y se le otorgaría una hacienda, entre otras cosas. Pero Antonio de Quintanilla no tenía precio.

Los agentes británicos Ramón Freire y Blanco Encalada quienes respectivamente como general en jefe y como mando operativo, serían apremiados por el agente Bolívar, lo que les llevó a armar una flota de 11 buques y 2575 hombres que el 1 de enero de 1826 iniciaban la invasión que alcanzaría éxito el 18 de enero de 1826, cuando el coronel Antonio Quintanilla entregó la provincia. Cuatro días más tarde, José Ramón Rodil, que se había negado a reconocer el teatro de Ayacucho, capitulaba en la fortaleza de Callao. Los últimos bastiones de España habían dejado de existir.

A su regreso a la Península, Quintanilla superó el Juicio de Residencia y le fue reconocido el empleo de brigadier con efectos de marzo de 1823, llegando a ser ascendido a mariscal de campo el 31 de diciembre de 1839. Falleció en Almería el 27 de diciembre de 1864.



Guíñez Jarpa, Ángelo. La fe en los caudillos (1740-1982) Registro ISBN: 978-956-402-632-9

Parrilla Nieto, Miguel. Antonio Lorenzo Quintanilla y Santiago. En Internet https://dbe.rah.es/biografias/43855/antonio-lorenzo-quintanilla-y-santiago Visita 21-12-2023


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